La Eutanasia: Reflexiones a partir de un caso real

10 de octubre de 2014

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La muerte de Eluana, una joven italiana a quien se le practicó hace unos años  un “protocolo de eutanasia” nos obliga a una profunda reflexión ética por el valor y el sentido de la vida humana y su dignidad. Especialmente cuando en nuestro país nuevamente aparecen los promotores de la “cultura de la muerte y del descarte” como en reiteradas oportunidades lo ha dicho el Papa Francisco.

¿Por qué valen las personas?

Por lo que tienen o por lo que son. Sin lugar a dudas el caso de Eluana nos lleva a los límites de la muerte y la pregunta por la dignidad de la persona humana y del enfermo terminal o en estado vegetativo persistente e irreversible y del cual no se espera ninguna recuperación. En efecto, aquí radica una cuestión ética y de derechos humanos fundamentales: el respeto por la vida humana y su dignidad.

Nadie podrá discutir el dolor y sufrimiento de los padres de Eluana al verla en tales condiciones. Pero eso no significa que yo pueda prescindir del valor intrínseco de su vida y de su dignidad. La eutanasia, ya sea por omisión u acción siempre es intencional y busca como resultado causar la muerte.

En el caso de Eluana la alimentación por sonda y la hidratación son medios ordinarios de asistencia médica a un enfermo como cuidados paliativos que le son debidos y que aunque no miren a la recuperación del enfermo, están destinados a aliviar su dolor, sufrimiento y agonía.

Estos son medios proporcionales y no extraordinarios o desproporcionados. Los medios desproporcionados o extraordinarios son los que nos permitirán tomar la decisión de desconectar o no a un enfermo terminal o en estado vegetativo permanente.
A mi juicio, en el caso de Eluana se estaban aplicando medios proporcionales. Y la propia autopsia que declara que falleció a causa de la suspensión de la hidratación es una prueba fehaciente de que efectivamente se trataba de medios ordinarios o proporcionales para respetar su derecho humano fundamental a la vida mediante la debida hidratación.
 
Es cierto, como ha señalado Mons. Fernando Chomali en su declaración pública ante la muerte de Eluana, que todos debemos hacer un “mea culpa “en el tratamiento de los enfermos y el acompañamiento de la familia que sufre a causa de tan graves accidentes. Sin embargo, "la Iglesia Católica va a insistir siempre en que todo ser humano, desde el momento de la fecundación y hasta la muerte natural, aunque se encuentre gravemente enfermo, es una persona viva y que merece todo el cuidado y respeto" declaró Monseñor Chomali. Por lo mismo es” muy distinto morir a causa de una enfermedad ante la cual se hizo todo lo humanamente posible para revertirla, que dejarla morir porque se le priva de derechos básicos como la alimentación e hidratación".

Es muy distinto dejar morir con dignidad que causar la muerte. Dejar morir con dignidad es reconocer que los medios aplicables son desproporcionados y la muerte será inevitable, pero permito que la muerte siga su curso natural, ayudando con los medicamentos oportunos a efectos de evitar dolores innecesarios. Pero cosa muy distinta es hacer morir a una persona, ya sea por acción u omisión, pues siempre estará presente la intención de causar la muerte y a eso se le llama eutanasia.

La doctrina  de la Iglesia nos enseña que “la muerte forma parte de nuestra experiencia humana. Sin embargo, no creemos que una persona tenga el derecho de realizar una acción que tienda a eliminar a otra" concluye Mons. Fernando Chomali en su declaración.

Ahora bien, no podemos desconocer desde el punto de vista científico que los avances de la ciencia nos ayudan a comprender mejor estos fenómenos. En efecto, los experimentos realizados en el Reino Unido por el doctor A. Owen el año 2006 comprobaron que  el cerebro de las personas en estado vegetativo reaccionan cuando se les habla.

El año 2006 un equipo médico en el Reino Unido comprobó que,  como lo publicó la prestigiosa revista “Science” el mismo año, las personas reaccionan. Lo que demuestra que están vivas, que entienden, que siguen siendo seres humanos con derecho a la vida.

Las personas en estado vegetativo están más despiertas de lo que se creía hasta ahora.
Esto demuestra que, al menos, en algunos casos, el cerebro de estos pacientes se activa cuando otras personas les hablan, de tal forma que pueden escuchar y entender lo que se les dice. Al  mismo tiempo tienen capacidad para procesar información.

Las nuevas técnicas de imágenes cerebrales están introduciendo importantes elementos en este debate, al mostrar que algunos de los pacientes diagnosticados en estado vegetativo preservan unas islas de actividad cerebral que no eran detectadas por los exámenes tradicionales.

Lo que no se sabía hasta ahora es que algunas de estas islas pueden preservar casi intacta su capacidad cognitiva para procesar información. Esto es lo que ha demostrado la investigación coordinada por el doctor Adrian Owen, de la Unidad de Ciencias Cerebrales y Cognitivas del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido.

"El estado vegetativo es uno de los menos entendidos y de los más complejos éticamente. En esta investigación, hemos descubierto una forma de determinar si un paciente está consciente cuando los exámenes tradicionales no son capaces de hacerlo", dijo Owen. Y existe una cooperación de los pacientes en los 'test'. En uno de ellos, los médicos pidieron a la paciente que imaginara que estaba jugando un partido de tenis. En otro, que visualizara una visita a las habitaciones de su casa. Las imágenes cerebrales escaneadas fueron exactamente iguales a las de los voluntarios sanos sometidos al 'test'. "En el cerebro de la paciente se activó la región que controla nuestra habilidad de generar y seguir un mapa espacial", subrayó el médico. 'Los resultados confirman que la paciente preservó su capacidad de comprender las instrucciones que le dábamos', afirma el doctor Owen. Pero, lo que más sorprendió a los expertos fue la decisión consciente de la paciente de cooperar en la realización de las pruebas. "Sabemos que ella cooperó voluntariamente porque las reacciones cerebrales automáticas a una palabra, como ocurre cuando estamos durmiendo y alguien nos dice algo, suelen ser muy cortas", informa Owen.

 "En este caso, la paciente siguió imaginando hasta que le pidiésemos que parase y descansase. Los resultados confirman que, a pesar de cumplir integralmente los criterios clínicos para el diagnóstico de estado vegetativo, la paciente preservó su capacidad de comprender las instrucciones que le dábamos y de responder a ellas por medio de su actividad cerebral, aunque no pudiese hacerlo por medio del habla o de gestos", añadió.

Para Owen, los hallazgos indican que al menos algunos de los pacientes en estado vegetativo podrían utilizar sus capacidades cognitivas residuales para comunicarse.

En síntesis, cabe señalar que “por eutanasia se entiende una acción o una omisión que por su naturaleza, o en la intención, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. La eutanasia se sitúa pues en el nivel de las intenciones o de los métodos usados. Ahora bien, es necesario reafirmar con toda firmeza que nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata en efecto de una violación de la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad”.

Y todo ser humano en estado vegetativo tiene derecho a los cuidados paliativos de alimentación e hidratación. Estos valores “no son negociables” nos ha enseñado el Papa Benedicto XVI. Nadie tiene derecho a causar la muerte de otro por hambre o sed.  Eluana se transformó, lamentablemente,  en otra Terry Schiavo.

Si no puedes curar, alivia; si no puedes aliviar, al menos consuela.
 

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