El drama materno-infantil, sin solución

14 de noviembre de 2014

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El próximo 22 de noviembre, sábado, miles de personas se manifestarán en Madrid a favor de la vida humana naciente. Se trata de una concentración razonable ya que el partido político en el poder, que gobierna con mayoría absoluta, ha incumplido su programa y después de marearnos durante meses no mejorará la actual legislación sobre el aborto provocado.

En España la eliminación de un ser inocente en el vientre materno y la pérdida de la inocencia de su madre no conocen límite alguno. La ley que lo permite – forzada hace años por un Tribunal Constitucional que se empeñó en leer la Constitución al revés de lo que dice (”todos tienen derecho a la vida”)- los reglamentos que la desarrollan y las tibias respuestas por parte de jueces y fiscales, han convertido al país en un paraíso abortista. Y a Barcelona en un destino preferente del tristemente célebre “turismo del aborto”. Además, las ayudas públicas y privadas a las gestantes con problemas son ínfimas. Solo algunas iniciativas pro-vida muestran la misericordia de las buenas gentes que aun hay en España.

He vivido y combatido el drama del aborto desde que empecé la carrera de Medina en los años 80. Siempre se ha ido a peor. Nunca hemos contado ni con una cultura, ni con una intelectualidad, ni con una opinión publicada, ni con unas administraciones públicas, ni con una justicia, que haya visto el drama materno-infantil del aborto y lo haya mitigado lo más mínimo.

No entro en las causas que nos han llevado a este desastre humanitario en un país occidental con un nivel de vida relativamente cómodo. Las causas, las excusas y los sofismas hay ido variando con los años. Y siempre en consonancia con ciertos lobbies transnacionales a los que ahora interesa hacer desaparecer a Chile de los países de defienden al no nacido. Este es un país con una Medicina muy avanzada y una prueba viviente de que con una legislación restrictiva no hay miles de mujeres muertas por abortos clandestinos.

Éramos muchos los que ansiábamos del Partido Popular algún avance en la Cultura de la vida. Pedíamos solo un algo. Y eso que creo que el “aborto cero” sería posible. Nadie podía imaginar años atrás, con el desarrollo de Internet que sería posible luchar eficazmente contra delitos tremebundos como la pornografía de contenido infantil o el tráfico de personas. Y, gracias a Dios, se están combatiendo eficazmente y sus responsables llevados ante la justicia humana. Si las autoridades se ponen a trabajar siempre hay resultados.

No hay mal que por bien no venga. Si es ciertamente un misterio de los gordos que el Altísimo tolere a la humanidad crímenes abominables, también lo es que un día el aborto provocado desaparecerá de la faz de la Tierra y que Dios es capaz de sacar bien de los crímenes de los hombres. Quizá la traición del Partido Popular sirva para despertar las conciencias de muchos españoles y de una vez por todas los millones de personas que defendemos la vida nos organicemos eficazmente para proteger mejor a madres, niños y familias.

Parece ser que el Gobierno español y, por desgracia, los gobiernos autónomos, trabaja con la hipótesis de que el llamado voto católico no existe. Quizá tengan razón. Pero las cosas pueden cambiar. Ya sé que la creación de un nuevo partido democristiano tiene sus riesgos y que el remedio puede ser peor que la enfermedad, pero nos ha sido dada inteligencia y debemos utilizarla. Las legítimas opciones temporales no deberían desviarnos de nuestro objetivo: máxima salud materno-infantil, ningún aborto procurado y gran calidad de la asistencia obstétrica para todas y cada una de las mujeres, sean españolas o inmigrantes.

Traigo a colación lo de un posible partido o agrupación de electores de cariz cristiano porque, aunque otras maneras de pensar también pueden llegar a la conclusión de la intangibilidad de la vida desde la concepción, lo normal estadísticamente es que seamos los cristianos los que la defendamos.

No estaré en Madrid el 22N ya que, Dios mediante, asistiré al congreso que sobre el autismo organiza la Santa Sede. Pero mi corazón y mis oraciones, junto a la de tantos médicos y personas de bien, estarán concentrados en Madrid, por un día capital de la vida.

El Papa Francisco nos habló de la misericordia de Dios en la jornada del Evangelio de la Vida. No citó aquel día ni una sola vez las voces aborto o eutanasia. Quería centrarse en Dios que cura. Sin embargo, cuando recibió a un congreso de ginecólogos católicos nos animó a no dejarnos vencer por la Cultura del descarte y a proteger a los más débiles e indefensos.

En Madrid se dará testimonio de la vida. ¡Los padres que vayan con sus hijos de la mano les transmitirán nítidamente que cada vida importa!



 

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