Conocieron el Belén profundo en una peregrinación y decidieron quedarse a ayudar

17 de noviembre de 2017

En enero de 2016, Pepe Otaola (29) y Álvaro Pisa (26) se fueron de viaje a Tierra Santa con un grupo de amigos. Todos volvieron menos ellos.

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Tras ese primer viaje, ¿qué pasó para no volver a España?
Álvaro: Al llegar a Belén, en nuestro recorrido por los Santos Lugares, nos enseñaron lo principal, pero uno de los contactos que teníamos allí, un cooperante italiano, nos animó a conocer el Belén desconocido. Nos llevó al muro, a un colegio y también a un orfanato que gestionaban unas monjas en el que atendían a niños con discapacidad. En este último lugar estuvimos un rato y volvimos por la noche a dar la cena a los niños. Esa noche tuve una experiencia muy fuerte con uno de los niños, que sufría esquizofrenia. Me planteé toda mi vida. Seguimos el viaje con ese runrún y, el último día, con las maletas hechas, Pepe y yo decidimos quedarnos. Yo llamé a mi familia para decirles que no volvía y Pepe, que es peor, a su jefe para contarle que el 8 de enero no iría a trabajar.
 
Un mes más…
A.: Conocimos a colectivos que viven muy excluidos: niños con discapacidad, ancianos abandonados… Y a medida que pasan los días nos vamos planteando qué hacer. Se nos ocurre un proyecto para llevar jóvenes allí, a colaborar, pero un franciscano nos desmontó todo y nos dijo que sería bueno que volviéramos a casa y lo pensáramos. Y nos volvimos a España.
 
Y nació Youth Wake Up. ¿Qué planteáis?
Pepe: Nuestro proyecto se basa en el emprendimiento de los jóvenes en la comunidad a través del voluntariado, es decir, queremos que Youth Wake Up incida en los jóvenes para lograr cambios en la sociedad. Nuestra voluntad es estar donde el voluntariado es más difícil y donde el voluntariado local sea imprescindible.
 
Vivís allí desde hace un año. ¿Cómo ha ido?
P.: Al principio tuvimos que conocer bien cómo es la sociedad, entender lo que vivían… Nos dimos cuenta de que había comunidades que lo pasaban peor y que, por lo tanto, necesitaban una ayuda innovadora porque se había intentado de todo. Empezamos con proyectos para crear una red de voluntariado local a través de acciones muy pequeñas. Luego empezamos a traer voluntarios internacionales para que conocieran la realidad y, de vuelta a España, la pudieran contar. También trabajamos con proyectos específicos, como el del orfanato, en el que están involucrados jóvenes españoles a través de la financiación y jóvenes locales, o campamentos. Nos decían que era imposible.
 
Habéis unido a gente de distinta procedencia e imagino y también de religión, ¿no?
P.: Nosotros vivimos con población árabe. En ella, hay musulmanes, la mayoría, y cristianos. No hacemos distinción a la hora de atender a los jóvenes y esto es muy bonito, porque nos hemos entendido. En el fondo, nuestra causa es la de los más desfavorecidos. Cada uno tiene luego su aproximación a esto. Estar en Belén ha sido un regalo de Dios.
 
Sois jóvenes al servicio de los jóvenes.
P.: Intentamos que los jóvenes que allí viven tengan un horizonte de esperanza
 
La Iglesia prepara un Sínodo sobre la juventud. ¿Qué le diríais a los obispos que van a abordar esta cuestión?
A.: A mí lo que me ha acercado a Dios es el testimonio de otras personas y el tener un experiencia, más que el planteamiento de una serie de normas que, parece que si no cumples, ya estás fuera.
P.: Me gustaría que los jóvenes fueran más protagonistas en todos los planos. No podemos conformarnos con consejos parroquiales octogenarios. También deberíamos ver la normalidad de los jóvenes dentro de la Iglesia, que no son solo un modelo de joven. Los jóvenes en la Iglesia somos muy diversos. En mi caso particular, mi demanda es la de estar más cerca de los pobres e incidir más en la idea de justicia. Creo que desde ahí puede ilusionar mucho a los jóvenes.

 
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