"Hay una fuerte acción del Maligno pero la Virgen sigue intercediendo", anima padre Inocencio Llamas

24 de noviembre de 2017

Aferrado al Espíritu Santo y la Virgen María anuncia en su entrevista con Portaluz el triunfo de Cristo… la pronta derrota del demonio que hoy se oculta en la ideología de género.

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Nació en la provincia de Zamora, España, y con apenas 16 años de edad Inocencio Llamas cruzó el Atlántico para comenzar en Venezuela un trayecto formativo que lo llevaría luego a Italia y finalizaría en 1973 al ser ordenado sacerdote en la comunidad salesiana.

 
Con el paso del tiempo este hijo de don Bosco (en imagen adjunta) reconoce haber seguido creciendo en la fe y fidelidad al ministerio gracias al Espíritu Santo y la Santísima Virgen María, a quienes agradece haber sido salvado de una muerte violenta en más de una ocasión. Luego de servir por varios años como párroco en la Diócesis de Cabimas (Venezuela), hoy se dedica por completo a testimoniar esa espiritualidad carismática y mariana predicando retiros, utilizando las nuevas tecnologías, escribiendo libros, dictando conferencias u otros eventos eclesiales.
 
Portaluz le ha entrevistado para conocer algo más de esta espiritualidad y los particulares detalles de su vínculo con la Madre de Dios que comenzó, dice, cuando aún no tenía uso de razón…
 



¿Cuándo y cómo padre Inocencio, comenzó tu devoción a la Santísima Virgen María?
Antes de tener siquiera uso de razón. A los pocos meses de nacido, estando en brazos de mi madre debajo de un coro en una ermita, por una fiesta de la Virgen, yo me puse a llorar. Como había mucha gente en el coro y para no molestar, mamá salió fuera conmigo. Unos segundos después se vino abajo el coro cayendo sobre el lugar donde estábamos con mamá. Creo que allí fui preservado de la muerte por intercesión de la Santísima Virgen.
Toda mi familia, mis abuelos, mi papá eran sacristanes en el pueblo. Mamá limpiaba la iglesia y yo empecé a ser monaguillo a los cinco años de edad. Entonces la misa era en latín y no llegaba ni con los ojos a la parte de arriba del altar. Allí fue naciendo y creciendo mi amor a la Santísima Virgen María… viendo a mi padre, muy devoto, que rezaba el rosario en la iglesia.

¿Hubo hábitos, prácticas espirituales, que siendo niño vivías con recurrencia por  amor a la Virgen?
Cantarle a la Virgen, rezarle tres ave marías, usar la medalla milagrosa, el escapulario, esas cosas sencillas. Luego el rezo diario del rosario y la consagración a la Virgen que la renuevo cada día cuando le digo: “Soy todo tuyo. Cuanto soy, cuanto tengo, tuyo es, me consagro a ti Virgen Santísima…”.

¿Has vivido experiencias de gracias extraordinarias de Dios donde Ella ha intervenido como mediadora?
La Santísima Virgen María es grande en lo grande y grande en las cosas pequeñas. Hace unos años me invitó a predicar retiro un obispo a sus sacerdotes allá en Venezuela. Era una casa de campo y tenían un perro grande, bravo, guardián, que lo mantenían encerrado todo el día. El obispo una noche me dijo: “Padre yo voy a conversar con los sacerdotes, usted queda libre”. Salí por la parte de atrás de la casa, rezando el rosario. Ignorando que yo estaba afuera soltaron al perro. Ya estaba  a pocos metros cuando le vi venir, agresivo. Lo que hice fue colocar el rosario hacia delante, como si fuera un escudo, invocando a la Virgen. El perro se detuvo en ese mismo instante, levantó las orejas, movió la colita, me miró y se dio la vuelta. Seguí con el rezo del rosario. Cuando llegué a la puerta para entrar se maravillaban. No podían entender cómo fue que el perro no me atacó. “Bueno, fui protegido por la Virgen”, les dije.
En 1977 yendo a un retiro en La Ceja con otros dos sacerdotes, en un auto pequeñito, tuvimos un accidente. Nos impactó de frente una camioneta pickup con tres personas borrachas. Al recuperar la conciencia sentí que estaba muriendo, todo ensangrentado. No sabía cómo estaba el padre Gabino quien iba a mi izquierda, pues me era imposible moverme… después supe que yo tenía tres costillas rotas. Tampoco lograba ver al padre Javier, atrás, con quien habíamos cambiado de puesto media hora antes. Había un silencio sepulcral y dije: “Les voy a dar la absolución”. Al querer levantar el brazo derecho no pude, lo tenía fracturado. Alcé un poco la mano izquierda y dije: “Si estáis vivos, yo os absuelvo de vuestros pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Me estaba muriendo y entonces dije: “Señor en tus manos encomiendo mi espíritu, ten misericordia de mí”. Sabía que en ese momento sólo me servía la misericordia de Jesús y la intercesión de la Virgen. Entonces llegaron personas y alguien dijo: “¡Hay uno que está vivo vamos a sacarlo!” Me llevaron a una medicatura rural donde recibí primeros auxilios y me trasladaron en una ambulancia, muy básica, un viaje de tres horas, perdiendo sangre. Llegué con la hemoglobina a menos de cinco (anemia aguda). Me dieron la unción de los enfermos y en ese instante cuando oré a la Virgen comencé a recuperar fuerzas. Uno de los padres falleció en el lugar, el otro estaba en estado de coma, había perdido uno de los ojos. Luego, en algo que interpreté como un signo de la misericordia de Jesús y la intercesión de la Santísima Virgen María, apareció un médico que había venido desde la medicatura rural, viajando esas tres horas, para entregarme mi denario y esta pequeña cruz pectoral que llevo, las cuales se habían quedado allá.
Yo tengo un trato con la Virgen. No voy a predicar a ninguna parte si ella no va conmigo. Y le digo: si tu Hijo y tú quieres que yo vaya, ábreme las puertas. Si tu hijo no quiere, ciérrame las puertas. Ella me acompaña, mi vida es carismática y mariana. El mes pasado sentí el llamado a predicar de la unión de la Virgen con el Espíritu Santo. Casi siempre se tiende a ver a la Virgen sola. Pero hay una Exhortación Apostólica de Papa Pablo VI, Marialis Cultus, donde se habla de la unión de la Virgen con la Trinidad, con la Iglesia.

Usted ha sido un predilecto de Dios y la Virgen. Pero para un agnóstico, un ateo no ha de ser simple abrirse al amor por alguien que se conoce poco, que no se ha visto jamás y que seguramente no verá al menos en esta vida. ¿Cómo hacer para mover los corazones humanos a la devoción por el Espíritu Santo y la Virgen María?
Primero orar por ellos (por quienes tienen una fe débil o que no creen). La oración lo alcanza todo. Segundo, hemos de dar testimonio. Al hacverlo predicamos que Cristo está vivo, que la Virgen está viva. Esto es fundamental para que la gente capte. Dios se sirve también de los Santuarios Marianos. Guadalupe, Fátima, Lourdes, Medjugorje mismo aunque aún no está oficialmente aprobado por la Iglesia; son lugares donde se renueva, se mantiene y crece la fe de la gente. Aunque no ocurre sólo en ellos, allí hay testimonios de la Virgen, oración, liberaciones, confesiones, sanaciones, conversiones. Invitar a la gente para ir de peregrinación y dar testimonio es algo bueno. También disipar la ignorancia de personas que no conocen, sin forzar a nada, solo motivar. Una predicación de la verdad revelada, confiada al poder del Espíritu Santo y la presencia Mariana es urgente.
 
Diversos estudios estadísticos indican que año tras año disminuye el número de personas que se declaran católicos. Asimismo que son minoría quienes viven activamente su fe. ¿Qué deben considerar prioritario los sacerdotes, obispos y el pueblo fiel para re-encantar con el Evangelio, con Cristo, a la humanidad?
Hay una fuerte acción del Maligno para la pérdida de la fe. Esa apostasía, esa pérdida de la fe está hoy sobre todo en Europa y su influencia es grande. Dentro de Europa, España en particular, se va contra de la fe. Hay todo un plan maligno, incluso con gente de las Naciones Unidas, del Fondo Monetario Internacional, que promueven el aborto, la ideología de género…

Pero no es nueva la acción del demonio
Pero hoy está actuando mucho más fuerte. No sé si es debido a los cien años de libertad que se le dio como decía por su visión el Papa León XIII. ¿Qué hacer? Pues hay dos cosas por ejemplo -no son las únicas- que nos da la Divina Providencia. Una es la Renovación Carismática Católica bien llevada, Eucarística y Mariana. Segundo, asumir que necesitamos testigos de la fe. El testimonio mueve a la gente. Yo veo la obra de Dios. Donde tú proclamas el Evangelio de una manera fresca, con testimonio, con el poder del Espíritu Santo, con la intercesión de la Virgen, allí hay conversiones, allí hay sanaciones.
La Virgen observa lo que sucede al hombre. Sufre al ver las almas que se pierden. Ella ora y nos convoca a orar. Como enseña el documento de Aparecida es modelo de mujer, de castidad… madre, activa, que trabaja, cercana. Ella llama con urgencia a la conversión. Ella sigue intercediendo.

 

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