Luego del terrible accidente sufrido por su primo, aprendió la importancia de rezar con fe el rosario

11 de mayo de 2018

"En tiempo de necesidad, acude a María y reza el Rosario. Cuando no tengas palabras, dáselas a María".

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La hermana Shawn Pauline, Carmelita del Sacratísimo Corazón en Los Ángeles (USA), hizo los votos perpetuos el 15 de julio de 2012 tras un recorrido de formación de diez años.

Siendo muy niña fue testigo de la fe de su abuela y esto se grabó a fuego en su alma. Una valiosa experiencia que deja en evidencia cuán bueno es rezar a diario el rosario con toda confianza en la mediación de la Santísima Virgen María. El relato, escrito por la propia hermana Shawn Pauline, fue publicado en el portal Integrated Catholic Life, el pasado 16 de abril, tomado del libro Moments of Grace  (Momentos de Gracia) una buena colección de “pequeñas historias divertidas, inspiradoras y entrañables” vividas por las religiosas, protagonizadas y contadas por ellas mismas.
 

Los secretos del Rosario de mi abuela
 
Sonó el teléfono. Un terrible accidente acababa de ocurrir. Uno de sus nietos había tenido un accidente en la granja.
 
La fe de la que fui testigo en ese momento bastó para que nunca olvidase el Rosario de mi abuela.
 
Se trataba de mi primo Drew. Estaba conduciendo el tractor en la granja cuando volcó accidentalmente, cayendo por un profundo terraplén al lado de la carretera. Yo tenía solo 12 años y fue mi primer encuentro con unos traumatismos que amenazaban la vida de alguien a quien yo quería. Vi a mi abuela recibir la noticia en estado de shock, y me impresionó cómo esta mujer de fe se volvió hacia Dios. ¿Con qué rezó? ¿Qué decir cuando has perdido las palabras? ¿Qué gritar cuando el temor se aferra a tu alma y las garras de la impotencia de tu pequeñez humana acogotan tu garganta? Mirando a Dios, con audaz instinto, a través de María, cogió su Rosario y comenzó a rezar en voz alta. Luego me invitó a participar en su unión con Dios por medio de su Madre.
 
Su testimonio de fe en ese momento perdura en mi corazón como marcado a fuego. En tiempo de necesidad, acude a María y reza el Rosario. Cuando no tengas palabras, dáselas a María. Aunque Drew quedó gravemente herido ese día, estaba vivo, y a las pocas horas emprendía una larga recuperación.
 
Una fe semejante, sólida como la roca, fue tallada en el corazón de mi abuela, a quien cariñosamente llamábamos Oma.
 
Oma, nacida en Holanda, aprendió de sus padres, católicos devotos, la importancia de la oración. Vivió los horrores de la Segunda Guerra Mundial e incluso escapó de una muerte próxima cuando una bomba cayó sobre su casa atravesando el tejado. El artefacto no llegó a estallar, y desde entonces hasta hoy conservamos su carcasa en una estantería para que nos recuerde el cuidado providencial de Dios sobre nuestra familia. En el momento en que tuvo lugar el bombardeo, Oma estaba de rodillas sobre el suelo, rezando el Rosario. Ella sabía quién les había salvado la vida.
 
Ir en el coche con Oma siempre suponía rezar un Rosario, y me aportaba un sentimiento de cercanía a Dios. Su corazón, santo y tierno, me animaba a rezar. Con Oma, rezar el Rosario no era una penitencia, sino una alegría. Su devoción era atrayente, y su dulzura te hacía sentirte amado.
 
Oma tuvo diez hijos y quiso que todos ellos conociesen este poderoso medio de oración. La familia entera rezaba de rodillas el Rosario todas las noches, fielmente, antes de cenar.
 
Ésta es la fe que ella transmitió a mi madre, quien a su vez me la transmitió a mí. Y así funciona la cadena de la fe, como la cadena del Rosario une nuestras almas a Dios. Los fieles peregrinos en camino saben que la ruta de la vida puede ser áspera, y sin embargo ¡qué tiernos son los lazos de amor evangélico que trabamos en cada una de las cuentas! Mi corazón se eleva a Dios en gratitud por el testimonio del Rosario de mi abuela
.

 
Traducido al español por el portal Cari Filii

 

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