Para no ser "familia del diablo" el Papa urge a "confesarse de inmediato si sentimos envidia o malicia"

11 de junio de 2018

"Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús". Por el contrario, hablar de los demás y destruir su fama, "nos hace la familia del diablo"

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Durante el Ángelus del segundo domingo de junio, el Santo Padre expuso el Evangelio del día, en el que Jesús tuvo que enfrentar a los Escribas y a sus propios familiares.

El Evangelio del día, comenzó su comentario el Papa, narra que algunos Escribas fueron enviados desde Jerusalén a Galilea, donde la fama de Jesús comenzó a extenderse, para desacreditarlo a los ojos de la gente. Escribas que llegan con una acusación precisa y terrible: “Este hombre está poseído por Belcebú, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera” -puntualizó el Papa Francisco y continuó…- de hecho, Jesús sanó a muchas personas enfermas, y quieren hacer creer que él no lo hace con el Espíritu de Dios, sino con el del Maligno.
 
“Jesús reacciona con palabras fuertes y claras” destacó el Papa, porque esos escribas, “están cayendo en el pecado más grave: negar y blasfemar el Amor de Dios que está presente y obra en Jesús”. Y la blasfemia - señaló el Pontífice- el pecado contra el Espíritu Santo: es el único pecado imperdonable, dice Jesús, "porque comienza desde el cierre del corazón a la misericordia de Dios que actúa en Jesús”.
 
La envidia, veneno mortal
 
Se trata de un episodio -afirmó el Santo Padre- que contiene una advertencia que nos sirve a todos: “puede suceder que una envidia fuerte por la bondad y por las buenas obras de una persona pueda llevar a acusarlo falsamente” y aquí hay un verdadero “veneno mortal”: “la malicia con la que, de forma premeditada, uno quiere destruir la buena reputación del otro” aseguró Francisco, pidiendo entre exclamaciones que Dios nos libre de esta terrible tentación y que nos confesemos inmediatamente en el sacramento de la Penitencia “si al examinar nuestra conciencia, nos damos cuenta de que esta hierba maligna está brotando dentro de nosotros”, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos malvados, los cuales son -dijo el Papa Francisco- "incurables". "Tenga cuidado, porque esta actitud destruye familias, amistades, comunidades e incluso la sociedad" puntualizó.
 
Aunque el Evangelio de hoy también habla de otro grupo -añadió el Papa- el de los propios miembros de la familia de Jesús, quienes estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura.
 
La familia de Jesús

Jesús se mostró tan disponible para las personas, especialmente para los enfermos y pecadores, hasta el punto de que ya ni siquiera tuvo tiempo para comer. Tras ver esto, su familia decide traerlo de regreso a Nazaret. Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo envían a llamar. Le dicen: "Mira, tu madre, tus hermanos y hermanas están afuera y te buscan" y él responde: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?", y mirando a las personas que le rodeaban para escucharlo, agrega: “¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque el que hace la voluntad de Dios, él es hermano, hermana y madre para mí”.
 
Jesús -agrega el Papa- “ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo” y la respuesta de Jesús “no es una falta de respeto por su madre y su familia” aclara el Papa Francisco, de hecho, “para María es el mayor reconocimiento, porque ella es la discípula perfecta que ha obedecido la voluntad de Dios en todo”.
 
Es por ello, explica, que acoger la palabra de Jesús "nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús". Por el contrario, "hablar de los demás y destruir su fama, nos hace la familia del diablo".
 
Por último, el Vicario de Cristo pidió “que la Virgen Madre nos ayude a vivir en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo actuando en Él y en la Iglesia y regenerando el mundo a una nueva vida”.

 

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