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Leyendo de Beata Laura Vicuña, perdonó a su abusador sexual... el amante de su madre

04 de septiembre de 2018

Dejó su vida desenfrenada con cantantes de rock y se convirtió a la fe católica, procurando vivir en castidad. No obstante, su cambio trae consigo un proceso de reconciliación con el que fue su abusador. Estudió a los santos y halló en la vida de la beata chilena un impulso para sanar las heridas de su infancia.

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Hemeroteca de Portaluz/ Dawn Eden, una periodista neoyorquina que redactó numerosos artículos sobre la música rock para medios en Estados Unidos y que vivió por muchos años relacionándose íntimamente con los artistas que luego entrevistaba, abrazó la fe católica a los 31 años, renunciando a los vicios de la vida nocturna.
 
“Pasé mis primeros 30 años buscando sexo de cualquier manera. Anhelando el matrimonio, pero buscando descansar en el placer carnal, la validación del ego y un respiro ante la soledad. Como historiadora del rock viviendo en Nueva York y colaborando para revistas como Mojo, Billboard, las oportunidades para las travesuras con cantantes de rock no tenían límite".
 
Ha escrito textos en los que relata su conversión y además, ofrece un camino de espiritualidad católica para las personas heridas del alma que pueden tener dificultades para acercarse a la fe. En este contexto, la autora decidió contar su testimonio tras la edición de su segundo libro llamado Mi paz os doy: Sanando heridas sexuales con la ayuda de los santos, en esta obra expone la vida de algunos santos y doctores de la Iglesia que sufrieron abuso sexual infantil u otros traumas, tales como Santo Tomás de Aquino y Bernardo de Claraval, o figuras menos conocidas como Santa Josefina Bakhita y Margarita de Castello.
 
“También comparto mi propia historia como una víctima de abuso que ha encontrado la curación a través de Cristo y de la Iglesia. Me decidí a hacer pública mi experiencia porque he llegado a creer que las personas que han sufrido traumas como consecuencia de los abusos que se han generalizado en la sociedad - los pecados cometidos contra la familia y en contra de la dignidad de la persona humana -, serán miembros vitales de la próxima generación de testigos cristianos. Su testimonio será especialmente poderoso, ya que, después de haber experimentado su propia pasión, han nacido a una nueva vida por la fe en Cristo”.
 
Laura Vicuña, la beata chilena que triunfó sobre el abuso
 
Explica Dawn que un día de diciembre de 2010, buscando temáticas de inspiración para su libro, encontró la obra del escritor español Javier Paredes, llamada Santos en pantalón corto, donde según cuenta, se encontró con “la historia de una niña sudamericana que hizo pedazos mis prejuicios sobre la santidad”.
 
Esta niña es Laura Vicuña (1891-1904), nacida en Chile y fallecida en Argentina, beatificada por Juan Pablo II en 1988 y que es para muchas víctimas como Dawn, la patrona de las víctimas de abusos y víctimas de incestos. A los nueve años su madre la matriculó en el colegio de las Hijas de María Auxiliadora, lejos de su casa, para mantenerla a distancia de Manuel Mora, con quien convivía tras quedar viuda y con dos hijas. El hombre maltrataba a la madre y a las hermanas de Laura, e intentó abusar de ellas en repetidas ocasiones, además de estar constantemente ebrio e implicado en delitos y homicidios.
 
Historias unidas en la misericordia de Dios
 
Dawn dice que quedó en shock al ver que la beata chilena tenía elementos en común con su historia: “El amante de mi madre abusó de mí. De hecho, es una situación habitual entre las víctimas: una niña que vive con su madre sola y con pareja tiene una probabilidad veinte veces mayor de sufrir abusos que una que vive con ambos padres biológicos”.
 
Con sentidas palabras, la escritora norteamericana reflexiona sobre el reconocimiento que la Iglesia hizo hacia la historia de una niña cuyos “sufrimientos eran como los míos”. Y con emoción expresa que al igual que ella, buscaba la presencia de Cristo en la Eucaristía. “No hay que tener mucha imaginación para suponer que, al elevar su mirada del sagrario al crucifijo, también se sentiría acogida en las heridas de Jesús”.
 
La autora relata que cuando Laura hizo la primera comunión, vivió con paciencia y caridad hasta el fin de sus días. Recuerda que antes de fallecer, Vicuña habló con su madre y le reveló que la perdonaba y que había ofrecido su vida a Dios por su conversión. “El testimonio de valentía de Laura me dio el coraje que necesitaba para ofrecer el mío. Muchas víctimas precisan ayuda psicológica, pero sus heridas principales son espirituales y requieren curación espiritual. Todo el que ha sufrido un trauma cualquiera sabe que incluso las heridas que están por sanar son santificadoras si se las lleva a la luz del Cristo herido y resucitado. Ya que los santos nos muestran el camino”

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