Jornada mundial para la paz 2019

05 de enero de 2019

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Resumimos el mensaje “La buena política está al servicio de la paz”, que el Papa Francisco ha dado a conocer para la Jornada Mundial para la Paz el 1° de enero de 2019 y que juzgamos muy aplicable en nuestro país.
 
1. El Papa comienza indicando que Jesús cuando enviaba a sus discípulos a predicar siempre les recomendaba: “Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros» (Lc 10,5-6).  Esta recomendación es hoy muy necesaria, dado el gran aumento de violencia que se observa en muchos países del mundo, entre grupos sociales y también dentro de las familias, además de los enfrentamientos personales cada vez más frecuentes.

2. Francisco se refiere en primer lugar a la política como vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, aunque frecuentemente se convierte en instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción. Por eso es importante que cada persona conozca cuál es el contenido y el valor de la opción política que se le presenta y según la cual se quiere realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad.

La política no debe ser el instrumento para llegar al poder y enriquecerse, sino que es una actividad noble para ayudar a que todas las personas vivan dignamente. “La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental a la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”. Los políticos deben esforzarse en trabajar juntos por el bien de la familia humana, practicando aquellas virtudes humanas que son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.

3. El Papa cita al cardenal vietnamita Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, quien como fiel testigo del Evangelio de Jesús, escribió “las bienaventuranzas del político”: Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel. Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad. Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés. Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente. Bienaventurado el político que realiza la unidad. Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical. Bienaventurado el político que sabe escuchar. Bienaventurado el político que no tiene miedo.

Cada renovación de las funciones electivas, cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho. El Papa insiste en que la buena política está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, para crear entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud.

4. Por eso hay que evitar los vicios de la política, debidos tanto a la ineptitud personal como a las distorsiones en el ambiente y en las instituciones. Entre ellos el Papa menciona la corrupción en sus múltiples formas, la negación del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato y el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio. Estos vicios socavan el ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social.

5. La buena política debe promover la participación de los jóvenes  para que se sientan llamados a comprometerse en un proyecto humanitario para realizar la verdadera paz, basada en la justicia y en la fraternidad y no en el crecimiento económico de élites privilegiadas. Hay que llegar a una confianza dinámica que significa “yo confío en ti y creo contigo” en la posibilidad de trabajar juntos por el bien común. La política favorece la paz si se busca reconociendo las capacidades de cada persona.

La auténtica vida política se funda en el diálogo leal entre los protagonistas y se renueva con la convicción de que cada persona y cada generación encierran una confianza en sí mismos con nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales. Hay que superar el clima de desconfianza que echa sus raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios personales y, lamentablemente, se manifiesta también a nivel político, a través de actitudes cerradas y nacionalismos que ponen en cuestión la fraternidad global que tanto necesita nuestro mundo.  Hoy más que nunca, nuestras sociedades necesitan “artesanos de la paz” que sean auténticos mensajeros y testigos de Dios Padre que quiere el bien y la felicidad de la familia humana.
 
6. Francisco insiste en que hoy, en el centenario de la Primera Guerra Mundial con millones de muertos, muchos de ellos civiles, hay que educar a la juventud para oponerse a la proliferación incontrolada de armas mortíferas masivas, así como el reclutamiento de niños que lamentablemente se da en varios escenarios de guerra.
 
7. Francisco recuerda que en estos días se celebran los 70 años de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, después del segundo conflicto mundial, aceptada por la mayoría de los estados. La paz es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y en la interdependencia de los seres humanos, como un gran desafío que exige ser acogido día tras día.

El Papa indica que la paz es una conversión del corazón y del alma, con sus tres dimensiones. 1ª. Paz con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira y la impaciencia, y ofreciendo “un poco de dulzura a los demás” (San Francisco de Sales), 2ª. Paz con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que sufre...; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo, y 3ª. Paz con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del mundo, ciudadanos y artífices del futuro en el cuidado de la naturaleza.

Por último Francisco recomienda recurrir siempre al Espíritu que inspira a la Virgen María, Madre de Cristo Salvador y Reina de la paz, a cantar el “Magníficat” en nombre de todos los hombres: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; […] acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre» (Lc 1,50-55).

 

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