Fallece en Chile Monseñor Sergio Contreras Navia, cuyo ministerio fue reconocido como un "signo del amor de Dios"

05 de enero de 2019

Son los pobres, los mapuches, los perseguidos quienes pudieron reconocer el rostro de Cristo en el testimonio de este obispo chileno.

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El portal de la Iglesia en Chile ha comunicado que “en la víspera de la solemnidad de Epifanía, este sábado 5 de enero de 2018 a las 19:00 hrs., falleció a los 91 años de edad don Sergio Contreras Navia, obispo emérito de Temuco, un incansable trabajador por los derechos humanos, la opción preferencial por los pobres, la cercanía a los pueblos originarios y la búsqueda de justicia y paz en la Araucanía”.

Hace pocos meses en un sentido homenaje la comunidad a la que sirvió lo honraba reconociendo el ministerio de Monseñor Sergio Contreras como “un signo del amor de Dios”… Nació en Valparaíso el 27 de abril de 1926. Cursó estudios universitarios, titulándose de ingeniero mecánico por la Universidad Técnica Federico Santa María. Luego estudió en el Seminario de Santiago y en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile, siendo ordenado sacerdote en 1957.

Fue designado obispo de Ancud y en 1977 trasladado a Temuco, para asumir como pastor de esta diócesis. En su calidad de secretario de la Conferencia Episcopal de Chile, representó en varias ocasiones la voz de la iglesia católica frente a violaciones a los derechos humanos.

En su ministerio entregó apoyo moral y espiritual a personas y familias víctimas de persecución, siendo gestor de un compromiso activo de la iglesia con los derechos humanos, en colaboración con el mundo laico. Trabajó por la dignificación y derechos del pueblo mapuche, siendo además interlocutor en demandas de los estudiantes, campesinos/as, trabajadores/as y relegados políticos.

Fue uno de los formadores de la Vicaría de la Solidaridad en Temuco; apoyó la creación de la Fundación Instituto Indígena, así como variadas organizaciones de defensa de los derechos humanos del pueblo mapuche.

Desarrolló acciones en pos de la recuperación de la democracia en Chile, como el Programa de Educación Cívica Belén, de orientación a trabajadores/as urbanos y rurales con miras al plebiscito de 1988. Gestó actividades de formación de líderes/as y dirigentes/as de los trabajadores/as, obreros/as, campesinos, mapuche, generando apoyo a la creación de organizaciones de defensa de los derechos económicos, sociales y culturales que trabajaron con ACNUR y la OIM, además de otros espacios de promoción de los derechos humanos.

 

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