El Papa alienta a "renovar las promesas de nuestro Bautismo, comprometiéndonos a vivir en coherencia con él"

14 de enero de 2019

"Se trata de regenerar continuamente la evangelización y el apostolado en la oración, para dar un testimonio cristiano claro, no según los proyectos humanos, sino según el proyecto y el estilo de Dios", ha dicho el Pontífice durante el Angelus.

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A las 12 del mediodía del 13 de enero de 2019, día en el que la Iglesia Católica celebra la Fiesta del Bautismo del Señor, con la plaza de San Pedro en el Vaticano repleta de fieles, el Papa Francisco recitó la oración mariana del Ángelus asegurando que esta fiesta es “una ocasión propicia para renovar con gratitud y convicción las promesas de nuestro Bautismo, comprometiéndonos a vivir diariamente en coherencia con él”.

Hoy, día en el que finaliza el tiempo litúrgico de Navidad, “la liturgia nos llama a conocer más plenamente a Jesús, cuyo nacimiento hemos celebrado recientemente” expresó el Papa ante los fieles y aseguró que por esta razón el Evangelio de Lucas de hoy “ilustra dos elementos importantes: la relación de Jesús con la gente y la relación de Jesús con el Padre”.
 
Angelus. Papa Francisco 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, al final del tiempo litúrgico de Navidad, celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. La liturgia nos llama a conocer más plenamente a Jesús, cuyo nacimiento hemos celebrado recientemente; y por eso el Evangelio (cf. Lc 3, 15-16.21-22) ilustra dos elementos importantes: la relación de Jesús con el pueblo y la relación de Jesús con el Padre.

En el relato del bautismo conferido por Juan el Bautista a Jesús en las aguas del Jordán, vemos en primer lugar el papel del pueblo. Jesús está en medio del pueblo. No es sólo un trasfondo de la escena, sino que es un componente esencial del evento. Antes de sumergirse en el agua, Jesús se "sumerge" en la multitud, se une a ella, asumiendo plenamente la condición humana, compartiendo todo menos el pecado. En su santidad divina, llena de gracia y misericordia, el Hijo de Dios se hizo carne precisamente para tomar sobre sí mismo y quitar el pecado del mundo: para tomar nuestras miserias, nuestra condición humana. Por lo tanto, incluso la de hoy es una epifanía, porque al ser bautizado por Juan, en medio del pueblo penitente de su pueblo, Jesús manifiesta la lógica y el sentido de su misión.
Al unirse a las personas que piden a Juan el Bautismo de la conversión, Jesús también comparte su profundo deseo de renovación interior. Y el Espíritu Santo que desciende sobre Él "en forma corporal, como una paloma" (v. 22) es la señal de que con Jesús comienza un mundo nuevo, una "nueva creación" de la que forman parte todos los que acogen a Cristo en sus vidas. Las palabras del Padre se dirigen también a cada uno de nosotros, que hemos renacido con Cristo en el Bautismo: "Tú eres mi Hijo amado, en ti he puesto mi voluntad" (v. 22). Este amor al Padre, que todos recibimos el día de nuestro Bautismo, es una llama que ha sido encendida en nuestros corazones, y que requiere ser alimentada a través de la oración y la caridad.

El segundo elemento subrayado por el evangelista Lucas es que, después de sumergirse en el pueblo y en las aguas del Jordán, Jesús "se sumerge" en la oración, es decir, en la comunión con el Padre. El bautismo es el comienzo de la vida pública de Jesús, de su misión en el mundo como enviado del Padre para manifestar su bondad y su amor por los hombres. Esta misión se realiza en constante y perfecta unión con el Padre y el Espíritu Santo. La misión de la Iglesia y la de cada uno de nosotros, de ser fieles y fecundos, está llamada también a "injertar" en la de Jesús. Se trata de regenerar continuamente la evangelización y el apostolado en la oración, para dar un testimonio cristiano claro, no según los proyectos humanos, sino según el proyecto y el estilo de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, la fiesta del Bautismo del Señor es una ocasión propicia para renovar con gratitud y convicción las promesas de nuestro Bautismo, comprometiéndonos a vivir cada día en coherencia con él. También es muy importante, como ya les he dicho varias veces, saber la fecha de nuestro Bautismo. Yo podría preguntar: "¿Quién de ustedes sabe la fecha de su bautismo?" No todos ellos, seguro. Si alguno de vosotros no os conoce, de camino a casa, preguntad a vuestros padres, abuelos, tíos, padrinos, amigos de la familia.... Preguntad: "¿En qué fecha fui bautizado, fui bautizado? Y no lo olvides: que sea una fecha guardada en tu corazón para celebrarla cada año.

Que Jesús, que nos salvó no por nuestros méritos, sino para realizar la inmensa bondad del Padre, nos haga misericordiosos con todos. Que la Virgen María, Madre de Misericordia, sea nuestra guía y nuestro modelo.
 
 

 

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