La Iglesia protege a las niñas también en los campos de refugiados de Chad

08 de marzo de 2019

Una entrevista realizada por Javier Sánchez Salcedo para Revista "Mundo Negro" de los Misioneros Combonianos, desvela el valor del servicio que mujeres vinculadas a la Iglesia entregan a los predilectos de Jesús: "Ahora las niñas conocen mejor sus derechos".

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En los lugares más abandonados del planeta, como en las grandes urbes, pequeños poblados, en todo lugar, la Iglesia por siglos viene realizando una labor de acogida, promoción y defensa de niñas y niños en condiciones de vulnerabilidad. Este es el testimonio de Sifa Kaité.

Sifa nació en República Democrática de Congo. En Bélgica creció y estudió Derecho. Desde hace cinco años trabaja con el Servicio Jesuita a Refugiados con población sudanesa en los campos de Chad. Coordina el Programa de Protección a la Infancia, prestando especial atención a la situación de las niñas y esta es parte de la entrevista que sostuvo con “Mundo Negro”…
 
¿Qué recorrido te ha llevado hasta los campos de refugiados?
Mi vocación era ser abogada. Pero hice un viaje a Sudáfrica por un proyecto de cooperación que me marcó profundamente. Me di cuenta de que deseaba implicarme más en un proyecto de cooperación a largo plazo. Cuando llegué a Chad como voluntaria en un proyecto jurídico conocí la defensa para quienes no tienen medios. Y en ese contexto me encontré con el tema de la protección. Me pareció que tenía en cuenta tanto el aspecto de la defensa como el de la infancia, al que soy muy sensible, así que me pareció que lo incluía todo y me quedé.
 
¿Cómo es la vida de una niña sudanesa en un campo de refugiados en Chad?
Se le exigen muchas cosas desde muy pronto y crece con la idea de que no vale lo mismo que el hombre. Crece pensando que le corresponde trabajar mucho en casa, para ayudar a sus padres, a sus hermanos y al resto de la familia. Las niñas están muy sobrecargadas, se les piden muchas cosas: limpiar la casa, cocinar, ir a por agua, a por leña. Es un riesgo porque es uno de los motivos del abandono escolar. Si sus padres son sensibles a la educación, irá a la escuela. Pero puede que no termine el ciclo si los padres no tienen dinero suficiente. También puede que le pidan que se quede ayudando a la familia. O que la casen porque la familia ya no puede mantenerla. O que, cuando ya sea adolescente y tenga la menstruación, a sus padres les parezca peligroso dejarla sin supervisión y la prometan a alguien para casarse en  un breve plazo. Aunque también hay que decir que hoy en día hay más opciones y que si sus padres han sido muy sensibles a la educación, la niña acabe el ciclo escolar, e incluso que consiga una beca para estudiar en una universidad en Chad fuera del campo. Antes había un camino ya trazado, pero ahora las jóvenes tienen más alternativas. Aunque vaya a la universidad, ayudará en la casa, pero se tendrán en cuenta sus estudios, un tiempo de ocio y un tiempo de descanso. También es posible que la niña crezca con una personalidad fuerte y lleve la voz cantante. Es algo que me alegra muchísimo.
 
¿Podrías desarrollar por qué suceden los matrimonios precoces?
La idea que prevalace allí es que una chica adolescente está en riesgo porque podría quedarse embarazada sin padre reconocido, lo cual constituiría una vergüenza para la familia. Por ese motivo se pone a esa adolescente rápidamente bajo la supervisión de un protector. También ocurre que cuando la niña va creciendo hasta la adolescencia, algunos padres carecen de medios económicos para mantenerla. Así que buscan a alguien que lo haga y dan a la niña en matrimonio a una persona que ella no ha escogido.

¿Qué ocurre con la mutilación genital femenina?
Sigue estando muy extendida en los campos del este de Chad, aunque ha disminuido un poco con el trabajo de concienciación que las ONG llevan haciendo desde bastante tiempo. Es una forma de controlar la sexualidad de las mujeres. El placer femenino es realmente un tabú. No se quiere en ningún caso que la mujer tenga placer y por eso se aplica la mutilación genital femenina. Para algunas comunidades se trata de un rito de iniciación: para que una niña se convierta en mujer, le tienen que practicar la ablación. Para otras, está asociada a la identificación cultural. Su práctica está muy extendida en el propio Chad. Hay leyes para luchar contra ello pero, como forma parte de la cultura, es muy difícil combatirlo. Sin embargo, podemos afirmar que está disminuyendo. Lo dicen las propias jóvenes con las que hablamos.

¿Hasta el momento cuáles han sido los logros conseguidos?
Creo que donde ha habido un mayor avance es en un mejor conocimiento, sobre todo por parte de los propios niños y niñas, sobre la violencia en todas sus formas y sobre sus derechos. Ahora saben quiénes son las personas de referencia a quien acudir en caso de que tengan un problema. Saben que en las escuelas pueden ir a hablar con ciertos profesores que están al cargo de este tema, saben que nosotros estamos ahí y saben a quién acudir en la comunidad cuando se produce uno de estos casos. Otro punto importante es que ahora se habla más sobre estas cuestiones. Antes se sabía que existían todas estas prácticas, pero la información no era fácil de conseguir. Sin embargo hoy en día, la información nos llega más. Los propios niños y niñas hablan más de ello. Y en tercer lugar, la mayoría de las prácticas más graves que hemos detectado, como la mutilación o el matrimonio forzado, están disminuyendo. En Chad existen leyes y, aunque su aplicación sea complicada, la gente es consciente de que existen y de que puede recibir una sanción. Y otro aspecto es la presencia de más niñas en la escuela, más mujeres profesoras, más directoras y más inspectoras pedagógicas. Aún no son muchas, pero son más que antes. Su presencia es un mensaje muy potente para las todas las niñas porque demuestra que es el avance es posible.

 
Para leer la entrevista completa pulse aquí


 

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