La gurú New Age Lea Kaufman y su trampa del «Movimiento Inteligente»

25 de junio de 2021

Todo son promesas de grandeza, sabiduría y superación personal, con términos habituales en la literatura de autoayuda.

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“¿Crees que tu vida está bien pero carece de un profundo y completo sentido para tu ser? ¿Quieres cambiar radicalmente el curso de tu vida profesional y personal?”, escribe en su portal de Facebook la gurú de la New Age Lea Kaufman, publicitando su oferta de capacitaciones para llegar a ser -afirma- “un maestr@ de LK Movimiento Inteligente”.
 
Como tantos otros gurúes, Lea usa un lenguaje que le resulta atractivo a muchas personas, habitual en los campos del llamado ‘desarrollo personal’, el coaching y la formación para el emprendimiento. Pero, tras esas palabras ciertamente cautivadoras, que ofrecen una transformación vital, se encuentra en muchas ocasiones la realidad de una secta que manipula a sus víctimas, las aísla de su entorno afectivo y las hace dependientes de un gurú. Algo muy habitual en la Nueva Era (New Age), aparentemente tan inofensiva.
 
La uruguaya Lea Kaufman, es promotora de lo que ella misma ha denominado “Movimiento Inteligente”, una marca registrada con presencia internacional creciente, ya que cuenta con “maestros certificados” en 18 países de América y Europa.
 
Lo típico: una evolución personal que se “comparte”


 
En sus páginas de Internet, Kaufman relata su testimonio personal: dice que a los 22 años estaba deprimida y desubicada, llegó a una situación límite, y gracias a la “consciencia a través del movimiento” todo cambió, logrando la conexión consigo misma. Tras aquella experiencia habría comenzado su periplo por diversas corrientes de la New Age: “me sumergí en diferentes disciplinas y experiencias de exploración de la consciencia, desde el chamanismo Maya y las danzas sagradas sufíes, hasta las ciencias cognitivas y la neurobiología”.
 
Basta ver su currículum para comprobar la amplia “formación” que Kaufman se atribuye, en técnicas que o bien forman parte de la Nueva Era o bien son asumidas por ésta en su sincretismo disfrazado de “paradigma holístico”. Método Feldenkrais, Biología Cultural, Programación Neurolingüística, danza, psicoterapia corporal, terapias sistémicas, meditación y chamanismo son algunas de las prácticas que Kaufman habría asumido y que han influido en la conformación de su propia propuesta. En ocasiones, cita Un Curso de Milagros, un libro tan importante como peligroso (véanse los testimonios de víctimas).
 
Porque precisamente éste es el cimiento sobre el que muchos gurús de la nueva espiritualidad construyen su oferta concreta: el hallazgo de un método maravilloso que, igual que los ayudó a ellos a superar un pasado doloroso y traumático, puede auxiliar (“sanar”) a otras personas. Lo que, además, contribuye a dar un halo de filantropía a su empresa: la generosidad al compartir con los demás lo que supuso su propia salvación. Aunque es común también que esa sensación de altruismo desaparezca al ver que los precios son altos. Un sacrificio que vale la pena para los que ya son adeptos, aquellos que ya han sido convencidos de que una vida mejor merece todos los esfuerzos –económicos incluidos– al alcance de uno.
 
La explotación del “mundo interno”
 
Esto lo vemos claramente en la publicidad de Lea Kaufman, que asegura directamente: “Durante los últimos 15 años he ayudado a cientos de miles de personas alrededor del mundo a ser lo que realmente son: el espacio donde la consciencia se conoce a sí misma y la vida se expresa”. Para ello serviría su “LK Movimiento Inteligente”, marca registrada de la gurú. Una técnica que, según asegura su promotora, “te permite aprender a estar en ti para navegar tu mundo interno con calma y tu mundo externo con poderío. Obtienes beneficios inmediatos en cuerpo, mente y emociones, encarnando la consciencia”. Una propuesta que “integra cuerpo y mente, emociones y espíritu, arte y ciencia, entendimiento y experiencia profunda, conocimiento ancestral y últimos descubrimientos científicos”, afirman.
 
La palabrería se multiplica en la propaganda. Todo son promesas de grandeza, sabiduría y superación personal, con términos habituales en la literatura de autoayuda. Un ejemplo: “Eres mucho más de lo que crees, de lo que te han dicho, incluso de lo que puede[s] imaginar. En el fondo, ya lo sabes: contienes el universo, una fuerza vital, imparable y necesaria que se mueve a través tuyo. Yo estoy aquí para ayudarte a destapar esa fuerza siendo más tú: más sano, más auténtico, más osado, más brillante, fuera de tus patrones limitantes”. Y esto, a modo de lema, de forma repetitiva: “Ábrete a infinitas posibilidades”. Mensajes de este tipo podemos encontrarlos una y otra vez. Kaufman, con su gran sonrisa, acompaña con fotografías en tono positivo las palabras de ánimo y de éxito.
 
Una ruptura con las raíces de la persona


 
Aunque no se concreta mucho sobre los contenidos del Método Kaufman –obviamente, quien quiera conocerlos en profundidad, debe pagar por la formación–, se observan algunas cosas que indican su potencial deriva sectaria. La “maestra” critica el papel que tienen la familia y la sociedad en el desarrollo personal, y habla así de “los deberías que nos han definido y oprimido desde niños, alejándonos de quienes realmente somos”. A eso lo llama el “primer destino” del individuo.
 
El “segundo destino” de cada persona sucede “cuando nos damos cuenta [de] que podemos ser diferentes, y entonces nos ‘empoderamos’ y rebelamos y rompemos con lo impuesto, a fuerza de voluntad”, lo que supone “el inicio de la evolución”. Es el típico momento de despertar, de tomar conciencia, tal como se describe habitualmente en la ideología New Age. Y lo que supone, en algunos casos, la ruptura con la familia y los amigos, con una vida que se reinterpreta de forma negativa, invitando sutilmente al neófito a la desvinculación radical.
 
Sin embargo, Lea Kaufman da un paso más, hablando de un “tercer destino” del ser humano: “cuando te das cuenta [de] que no todo depende de ti, que no es tu voluntad lo más sabio, y que hay una fuerza invisible que sabe más: la fuerza de la vida en ti, la fuerza de la consciencia”. Esto es lo que se ofrece, con un sentido trascendente y totalmente mágico: “cuando te entregas a un destino último confiando en que la vida se organiza a tu favor y alrededor de tu propósito”. Algo irreal, ya que identifica a la persona con la divinidad. Hemos llegado, así, a la meta de toda propuesta de la Nueva Era: creer que el ser humano es, en el fondo, Dios, de una forma energética, difusa e impersonal.
 
Una idea que aparece de una forma u otra en sus afirmaciones. “La consciencia encarnada es la consciencia hecha cuerpo en ti, incorporada en ti para conocerse a sí misma, sanarte y ayudarte a evolucionar. Es tu verdadero poder personal”, dice en un lugar. Y llama a “volver a reconectarnos con nuestra autoridad interna a través de revalorizar el sentir”. Porque “cada persona es un universo profundo que contiene lo que necesita saber y hacer en cada momento”. Y, por lo tanto, ya ha pasado el momento de los maestros y gurús. Sin embargo, para descubrir y desarrollar esto, debes hacer el curso de Lea Kaufman.
 
La deriva pseudoterapéutica
 
Otro elemento muy común en las técnicas holísticas es su pretensión sanadora. Aunque a veces se utilizan términos muy genéricos para evitar referirse a la curación física –y, con ello, posibles consecuencias legales–, la salud está siempre presente. Por eso Lea Kaufman ha aludido en repetidas ocasiones a la pandemia del COVID-19 en sus escritos recientes. En este contexto, llama a sus seguidores a dar un paso más, totalmente entendible desde su perspectiva de autodivinización: “llegó el momento de llevar ese sentir a otro nivel, un nivel desde el cual la consciencia te sane y te permita sanar a otros”.
 
Como su método es lo mejor que puede hacer cualquier persona para evolucionar en la vida, también es aplicable –¡lo mejor!– para hacer frente a la situación que estamos viviendo. Lo que supone un motivo más para el proselitismo y un señuelo claro para la gente que esté pasando por situaciones de miedo o incertidumbre: “LK Movimiento inteligente te ofrece el CÓMO para mantenerte sereno, estable y optimista en ésta [sic] emergencia mundial”. Porque, como explica Kaufman, la técnica que enseña “con movimientos simples y poderosos accesibles a todos, regula el sistema nervioso y crea bienestar físico y emocional”.
 
Un modelo de negocio... y un peligro mayor


 
El lector puede pensar que la abundancia de los contenidos que Lea Kaufman comparte en Internet demostraría su generosidad, poniendo al alcance de todo el mundo de forma gratuita su conocimiento. Sin embargo, si nos fijamos bien, todos sus artículos y sus vídeos sirven para hacer, finalmente, publicidad directa de sus cursos: “no puedes dejar pasar esta oportunidad” o “no dejes pasar un día más sin vivir tu verdadero propósito” son mensajes habituales.
 
Porque para lograr lo que ofrece, hay que adquirir “un cuerpo de conocimiento que requiere un proceso de 500 horas”. Lo que trae consigo un proceso de adoctrinamiento largo y profundo. ¿Y en qué consiste? ¿En algo simplemente práctico? No. Según explica, “no se trata de posturas, no se trata de recetas, no se trata de fórmulas mágicas. Se trata de destapar tu luz. Deja la pose y empodérate de verdad”. Todo esto tiene un importante coste económico.
 
Y, como sucede en muchas otras pseudoterapias de la New Age (el reiki, los registros akáshicos...), la formación consta de diversos grados, lo que supone un enganche progresivo y la aspiración a continuar el proceso hasta completarlo por parte de los captados. En la web de Kaufman se puede leer que cuando una persona se inscribe en el Nivel 1, “no sólo logras esa transformación, sino que formas parte de la comunidad profesional más amorosa, inspiradora y potente que existe”. Pero se precisa seguir profundizando para alcanzar los últimos objetivos.
 
En 2017 tuvo lugar la graduación de “las primeras terapeutas del mundo en LK Movimiento Inteligente”. Y la gurú añade: “yo describo este proceso como un parto”. Tras un período de doce meses “parimos una terapia, pero también a nosotros mismos en este proceso de transformación, a una comunidad vibrante y amorosa de flamantes terapeutas y a una certera intención de cambiar el mundo trayendo más conciencia cuerpo a cuerpo, ser a ser”.
 
Con todo esto queda claro que una propuesta a la que algunos acceden por interés de tipo físico y gimnástico, o por el deseo de lograr el bienestar y la paz interior, además de buscar la evolución de dimensiones diversas de la personalidad, se acaba convirtiendo en toda una cosmovisión que cambia por completo la forma de pensar y de vivir.
 
Algunas familias han constatado cómo uno de sus miembros era atraído por un grupo que, en una distancia salvada por Internet y las redes sociales, lograba absorberlo de tal forma que parecía víctima de la más dura manipulación psicológica. Además de los innegables peligros espirituales para quienes, adoctrinados por una gurú como ésta, se creen autosuficientes, capaces de lograr un poder infinito y superiores a los demás... porque se creen el mismo Dios.

 

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