El vacío era insoportable

La artista Rita Irasema habla de su sanación: "La Virgen me dijo que Ella me sacaría de mi tristeza"

16 de octubre de 2015

Una valiosa reflexión de vida, del ser mujer, con sentido trascendente de la maternidad y la familia, entendida como expresión del amor de Dios. De ello habla esta artista española, que experimentó la madurez de su conversión en Medjugorje.

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Hablar de Rita Irasema Aragón Álvarez involucra, ineludiblemente, a la familia Aragón; una saga de influyentes artistas de la península ibérica. Conocer las convicciones íntimas de esta mujer, madre, empresaria, artista, presentadora de televisión y fiel devota de la Virgen María, permite tocar la raíz e identidad católica que ha dado vida a lo mejor de la cultura española…

 
En su familia, el mundo del espectáculo es lo cotidiano
¡Claro! Por parte de abuelo paterno, somos la quinta generación, y por parte de abuela paterna, la octava.

¿Cómo es tener a un payaso como padre?
En casa era “padre”, pero siempre fue un hombre muy alegre, muy positivo, y eso que su vida no fue fácil. Se quedó huérfano de madre siendo niño, y de padre, con quince años. Se pasó la vida trabajando, viajando sin parar. Primero, se fue de España porque no había trabajo y después, de Cuba, por el castrismo. Luego salimos pitando también de Colombia, de México, de Nicaragua… Por eso, cuando formó su familia con mi madre, siempre quiso que estuviésemos muy unidos y que nuestra casa fuese nuestro remanso de paz.

¿Lo consiguió?
Sí, lo logró.

Usted ahora ya disfruta de ser abuela.
¡Sí, tengo dos nietos! Ahora que soy abuela, me paro a pensar y veo la belleza del poder que nos ha dado Dios de crear vida. Yo no digo que sea fácil, lo que digo es que se puede y que te da la mayor de las felicidades. Si tu meta es tener una familia, no te preocupes. Se puede. Con dificultad, como nos ha pasado a todos, pero teniendo la fuerza de la  juventud, se disfruta mucho y se aprende y se ama mucho. Es difícil, pero el poder del amor puede con todo.

Habla de la confianza en Dios. ¿Qué significa la fe en su vida?
¡Todo! Dios lo es todo ahora mismo. Es lo que soporta y ordena mi vida. Yo tengo la experiencia suficiente para  decir que la paz es un don de Dios. Si echamos a Dios de nuestras vidas, empiezan a pasar cosas anormales y perdemos la paz.

¿Siempre tuvo esa fe?
Creer en Dios siempre creí, pero la práctica de la religión era otra cosa. Todo cambió en el año 2000. Le pedí ayuda a la Virgen María. Clamé al Cielo, porque me moría, y la Virgen me dijo que Ella me sacaría de mi tristeza.

¿Qué tipo de tristeza?
Un vacío espiritual. A mí me iba muy bien en la vida. Tengo un marido extraordinario que siempre me ha amado mucho, unos hijos sensacionales, yo trabajaba entonces con mi padre… En fin, todo bien. Pero desde que tenía unos quince años, siempre fui muy infeliz por un vacío muy grande.  Hasta que no pude más y la Virgen me respondió… Ella tiene sus maneras de hacerse oír, pero lo primero es abrirse a Ella.

¿Cómo se produjo su vuelta a la práctica de la fe?
En ese año, empecé una travesía muy dura, en un desierto. Poco a poco, el Señor me fue dando algunos detalles y signos, personas que me hablaban de la alegría de ser cristianos. Me ayudó mucho el Diario de la Divina Misericordia, de santa Faustina. Más tarde, en 2004, fui a Medjugorje y allí te das cuenta, recibes la sabiduría necesaria para tomar conciencia de algo muy grande.

¿Qué es?
La acción de Dios, la presencia real y tangible de Cristo, la alegría de la Madre. Es impresionante, algo que todo el mundo debería conocer. Aunque también lo pasé muy mal antes de ir. Tuve muchas tentaciones de todo tipo.

¿Por qué?
Porque el demonio sabe que si vas a Medjugorje, te ha perdido. La Virgen gana esa batalla.

¿Cómo llevan sus hijos que su madre rece tanto?
Bien. Me ven más alegre, más disponible. Solo este hecho, el que se te vea más alegre, ya es un testimonio.

¿Cuál es el mayor testimonio que podemos dar los cristianos?
El amor es el testimonio. Y la alegría. Si tú amas mucho, los demás se van a pegar a ti, se van a dar cuenta, y te van a preguntar de dónde sacas esa forma de vida. Por tanto, para dar testimonio, ¿qué tengo que hacer? Amar.

¿Cómo se consigue eso?
Orando. La oración es la fuente del amor, porque es donde Dios nos llena de Su presencia.


 

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