Amor y milagro mariano en tres historias

Escritor panameño Claudio de Castro: "La Virgen me ha salvado"

10 de octubre de 2013

Sin estridencias, pero con convicción, este escritor panameño relata su vínculo especial con la madre de Jesús, que lo ha acompañado desde pequeño y que hasta hoy le insta a dejarlo todo, para confiar en ella.

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Abandonó las actividades empresariales para dedicarse a tiempo completo a Jesús y reflexionando sobre el paso que dio, el escritor panameño Claudio de Castro se dice a sí mismo "¡Qué locura!, ¿verdad?". Es evidente... respira por los poros el amor a la Virgen.

Las historias llegan a él, las busque o no y concentra su testimonio en diversas obras que se difunden desde el portal autorescatolicos.org. Entre los relatos que mejor reflejan su profunda devoción mariana recuerda tres hechos que marcan la presencia de la madre de Cristo en su vida.  
 
Una familia junto a María
 
“Mi madre –dice- me enseñó una oración de Sor María Romero y la rezo en cada momento de dificultad: «Pon tu mano Madre mía, ponla antes que la mía… Virgen María Auxiliadora, triunfe tu poder y misericordia, apártame del maligno y de todo mal y escóndeme bajo tu manto»”.
 
Precisa que al rezar esta oración se suceden en su mente los rostros de su familia que le acompañaron desde pequeño y por mucho que pasen los años, permanecen como si fuesen el ícono de su espiritualidad. “Tengo presente a mi abuela en Costa Rica, rezando el Rosario cada tarde, antes de tomar su café con panecillos recién horneados. A veces me da por mirar un cuadro de la Virgen que tengo en casa, y pareciera que Ella me estuviese diciendo: «¿Ves cómo te ama mi hijo?». Le sonrío y respondo: «Yo también lo quiero mucho». Y nos quedamos sumergidos en una oración que brota del alma”.
 
Una compañía en lo cotidiano
 
Fue en una salida cotidiana al mercado que descubrió cómo el amor de María abraza todos los aspectos del hombre. “Estaba en un almacén y vi algo curioso. El encargado de jardinería, el señor Martínez, acomodaba unas latas. Entonces se detuvo y observé que murmuraba algunas palabras con los ojos cerrados. Otro vendedor me vio mientras lo miraba, con cautela se acercó y me dijo: «Está rezando. Lo hace cada hora»”.
 
Este acto, dice, lo dejó impresionado, y para corroborar lo que le dijeron, “me aproximé al vendedor y le pregunté «¿Qué haces?», y me dijo con sencillez «rezo un Avemaría, y así saludo a la Virgen»”.
 
Los milagros en Lourdes
 
“Pocas veces había visto una confianza tan profunda y enriquecedora”, declara entusiasmado Claudio y agrega. “Una vez leí sobre un niño enfermo que fue al santuario de Lourdes. Pasó el Santísimo en procesión frente a su camilla, pero nada ocurrió. Regresó el sacerdote y cuando pasaba el niño gritó: «Jesús, si no me curas se lo diré a tu Madre». Al instante quedó sanado”.
 
Los milagros que producen las apariciones de la Virgen en Lourdes son significativos y Claudio sostiene que son capaces de remover cualquier escepticismo. Es por eso, que comenta una historia estremecedora producida hace algunos años…
 
“Unos jóvenes decidieron desenmascarar lo que consideraban «el fraude de la iglesia» y quisieron burlarse del Santísimo Sacramento y de las apariciones en Lourdes. Para eso, viajaron a Francia y contrataron a un ciego de nacimiento, para que los ayudara. La idea era llevarlo con ellos y cuando pasara el Santísimo, armarían una gran algarabía. Llegado el día, hicieron lo planeado. Pasó el sacerdote, y les trazó la señal de la cruz con el Santísimo frente a ellos. Y antes de comenzar a burlarse y saltar, el ciego se les adelantó. ¡Algo inesperado había ocurrido! El hombre enfermo había empezado a saltar, a agitar sus manos, y llevándoselas a los ojos gritó emocionado «¡Puedo ver! ¡Milagro! ¡Puedo ver!».
 
“Los jóvenes se dispersaron asustados -prosigue Claudio- sin poder comprender lo acontecido. Pasaron los años. Uno se casó con una mujer muy piadosa. Ella hacía catequesis a un grupo de niños los sábados por la mañana. El esposo sentía curiosidad por saber qué hacía su esposa con estos niños y decidió espiarla. Una mañana le siguió a la Iglesia y se escondió detrás de una columna. Su esposa, mientras tanto, reunía a los niños en el patio interior donde hay una réplica de la gruta de Lourdes. Empezaron a rezar con una gran ternura. Al rato, le cantaron a la Virgen con tanta pureza y cariño que él se conmovió profundamente y empezó a llorar. Ese mismo día se confesó y recuperó su paz interior. La esposa estaba impresionada. Al día siguiente participó devotamente de la Santa Misa y comulgó. Cuando terminó la Eucaristía, se acercó al sacerdote, le estrechó ambas manos, y con fuerza, le dijo: “¡La Virgen me ha salvado!”. Claudio sólo agrega que esta frase última "identifica" lo que él vive en su alma.
 
El emprendimiento familiar
 
Dada su profunda devoción, Claudio ya cumplirá diez años desde que decidió montar una pequeña editorial católica y familiar en su casa llamada Ediciones Anab. Con una dedicación única, su esposa y sus cuatro hijos le ayudan a compaginar artesanalmente los libros, consagrando su proyecto editorial a San José, patrono del trabajo y esposo de María. “Queremos llevar esperanza a los que más la necesitan. Soy feliz porque sé que Dios es nuestro Padre, nos cuida y nos ama. Y me ha permitido vivir en medio de una hermosa familia. Si te animas, también descubrirás este tesoro inmenso: el amor de Dios. ¡Vale la pena!”

 

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