Luz en la oscuridad

"Mi nieto nació después de que nuestra hija de 14 años fuera violada"

20 de enero de 2017

Hace seis años ella creía haber resuelto ya, todo lo importante en la vida… "Nuestra familia estaba viviendo con orgullo el sueño americano".

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“El 21 de diciembre de 2010, todo cambió para nosotros. Poco sabíamos que nuestras vidas se transformarían para siempre el Día de la Madre del año 2011. El recuerdo de ese día es surrealista”.
 
Así expresa la abuela norteamericana Angi Grogg, en el portal pro-vida SaveThe1, el impacto emocional que experimentó al saber que su hija de 14 años, Pyper, había sido violada por un soldado de 18 años de edad quedando embarazada. “Parecía haberse truncado aquella vida perfecta y esto sería el primero de muchos días dolorosos para nuestra familia”, recuerda Angi.

Meses después de la agresión Noah pudo nacer, cuando era su momento, aunque la abuela reconoce que las emociones eran contradictorias… “Estábamos obsesionados por las circunstancias que rodeaban su concepción y el miedo de lo que el futuro deparara para nosotros. El proceso de informar de la violación a las autoridades militares y civiles, como la investigación por la que tuvo que pasar Pyper estaba todavía muy cercano; las heridas aún estaban frescas. Parecía que todo y todo el mundo estaba en contra de nosotros. Algunos amigos y familiares cuestionaron nuestras elecciones, culpaban a mi marido y a mí por lo que pasó, y algunos incluso nos abandonaron porque simplemente no podían aceptarlo”.
 
A medida que transcurría el tiempo la  sola presencia del bebé Noah confirmaba a la madre, la abuela y a toda la familia que habían tomado la decisión correcta. Angi destaca que esto les permitió sortear una de las pruebas del litigio más complejas, cuando el abogado defensor del violador “sugirió que nuestra hija no había sido realmente violada porque, de haber sido así, hubiera abortado. Así pues, el violador fue absuelto”, denuncia conmovida la abuela de Noah.
 
A lo anterior se sumó otra injusticia para esta familia y el propio Noah. Usando un resquicio legal que reforzara la idea de que era inocente, el violador había solicitado la custodia del bebé. “Nos habían advertido que se trataba de una estrategia común, y con la falta de justicia en el proceso penal se presumía una amarga batalla de custodia en un tribunal civil”.
 
Durante los siguientes doce meses, no hubo descanso, pero tampoco bajaron los brazos “¡No íbamos a renunciar! Lucharíamos por Noah hasta el último aliento”.
 
El día en que llegó la decisión del tribunal que en algo hacía justica a Noah, su madre y toda la familia que amaba a este niño, no lo celebraron dice la abuela. Pasaron el día en silencio y respondieron sólo unas pocas llamadas a la familia y amigos que se interesaban, recuerda…
 
“Liberarnos de nuestros verdugos suponía el comienzo de una nueva vida de normalidad. Hoy tenemos a nuestro pequeño Noah, nuestro regalo, la belleza que llegó de la violación de nuestra hija. Ha sido por la misericordia y la gracia de Dios que estamos donde estamos. Él ha tomado un acto de maldad y lo ha convertido en un acto de bondad para dar gloria a su nombre.  Nuestro nieto es el arca que lleva a la familia a través de nuestros días más oscuros. Ha sido y es la luz en la oscuridad; el ancla que nos ha dado Dios para sostenernos firmes en nuestra fe”.
 
 

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