El agnóstico Jean-Yves conoció el poder de Dios durante una crisis matrimonial

10 de noviembre de 2017

"¡Es verdad que Dios existe!" era la estremecedora certeza. Su vida y matrimonio estaban siendo salvados… (Testimonio Audiovisual)

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Jean-Yves creció en una familia católica practicante. Sin embargo, aunque no negaba esta "herencia", no le interesaba un Dios que veía lejano “alguien que me miraba, juzgaba e incluso condenaba”, reconoce en un video que puedes visualizar a continuación...



Nada más dejar la casa familiar abandonó toda práctica religiosa. Se casó, nacieron tres hijos y con su esposa continuaron solo por tradición el hábito de bautizarlos, que hicieran la Primera Comunión y Confirmación. “Estuve allí, pero no me involucré, especialmente durante la Misa, donde fuimos de vez en cuando más por complacer a nuestros padres...”.
 
Esta rebeldía consciente con Dios, típica del agnóstico, no duraría por siempre. Después de varios años de matrimonio una noche -estando en medio de una crisis con su esposa-, ya cansado del conflicto y solo queriendo acostarse, planificó lo que debía decirle para calmar la situación, asumiendo toda la responsabilidad por mí mismo y lograr reconciliarse.

Amor es su poder

“Obviamente estaba siendo cobarde e hipócrita. Después de tomar esa decisión, cada palabra que dije tenía exactamente el efecto opuesto al que buscaba. Fue catastrófico, estaba completamente perdido, no sabía qué hacer”.

Sintiéndose angustiado y sin conciencia alguna de lo que hacía, Jean recuerda haber cerrado los ojos e interiormente… “grité desesperadamente al cielo: «Te lo ruego, Señor, ven a rescatarme, no sé qué hacer». Instantáneamente, todas las palabras que salían de mi boca calmaron la situación”.
 
Fue tal el impacto de esta experiencia espiritual, presencia amorosa de paz en Jean-Yves que en segundos sus dudas de años se derrumbaron. “¡Por fin es verdad, Dios existe! Realmente está aquí”.
 
El camino del discípulo
 
No podía ignorar, cuenta hoy, lo que estaba viviendo y cual hijo pródigo regresó feliz a misa todos los domingos…  Esto hasta darse cuenta que estaba nuevamente perdiendo el rumbo pues era católico de domingo, por una hora durante la mañana y dedicado a sus asuntos el resto del tiempo. Tuvo la prudencia de decidir hablar con un sacerdote y la gracia de ser dócil a sus consejos. Con su esposa comenzaron un acompañamiento de formación regular durante un año. Proceso que culminaron con un retiro durante el cual Jean-Yves gustó la intimidad con Dios en la oración, exponiendo confiado en Él sus pecados, experimentando su amor en la Adoración Eucarística… 
 
“Esto me llevó, en particular, a tomarme un tiempo con Dios cada día. Ahí fue cuando mi vida empezó a cambiar. Me abrí a Dios, lo escuché y le dije: «Hágase tu voluntad, Dios mío». Como dijo Juan Pablo II en la Jornada Mundial de la Juventud del año 2000 en Roma, citando a Catalina de Siena: ¡Si te conviertes en lo que debes ser, entonces prenderás fuego al mundo! Hoy, sé que sólo Dios puede hacernos llegar a ser lo que debemos ser: transmisores de su amor y de su palabra a todos los que nos rodean. Este tesoro es demasiado grande para mí, me sobrepasa, se desborda por todos lados. ¡Tengo que compartirlo y anunciarlo!”

 

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