Encontró paz en Cristo ayudando a que otras mujeres puedan sanar las profundas heridas del aborto

13 de abril de 2018

Desde hace 30 años Delia acompaña a mujeres que se han practicado un aborto y con su servicio las lleva a vivir el perdón como don del Resucitado.

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Después de haber padecido ella misma el dolor y el sufrimiento, Delia ha dedicado treinta años de su vida a brindar apoyo a mujeres que han abortado, a través de un programa que incluye un manual de sanación elaborado por el padre Richard Thomas, sacerdote jesuita norteamericano quien fue un férreo defensor de la vida en comunidades que padecen la miseria en México.
 
Toda mujer que ha pasado por el proceso de un aborto vive dolores indescriptibles, dice Delia en entrevista con Ana María Ibarra para diario Presencia de Ciudad Juárez (México). Ella es una testigo de la sanación que han recibido estas mujeres luego de un acompañamiento que considera la realidad espiritual. Así, puntualiza, nacen a una nueva vida y participan también de la resurrección de Cristo.
 
Sanada y liberada en la misión
 
Desde niña Delia sintió el llamado de Dios al servicio a los demás. Sin embargo, solo fue después de su experiencia traumática de aborto cuando, teniendo al padre Thomas como su director espiritual, empezó a asistir a las clínicas de aborto para persuadir a las mujeres a no abortar. Ahí empezó todo. “El padre Thomas ha sido una inspiración. Empecé en las clínicas de aborto, pero luego vimos la necesidad de sanar a quienes ya habían pasado por el proceso de aborto. De ahí surgió la idea. Era hacer algo más dentro de la Iglesia ante la necesidad de muchas mujeres sufriendo”, compartió Delia.
 
Su labor comenzó siendo parte del llamado “Proyecto Raquel” a nivel diocesano y años después llegó “El Viñedo de Raquel”; un lugar de retiro con el objetivo de sanar espiritual y emocionalmente a la mujer que aborta. El proceso de sanación que ofrece el proyecto consta de nueve semanas donde se les guía con el manual “Camino de Esperanza” y después de ese período se realiza un retiro en “El Viñedo de Raquel” para dar clausura al proceso. Para quienes no pueden ir al retiro, Delia ofrece otro retiro espiritual para llegar reconciliarse, perdonarse por ese episodio de la vida. “El fruto es grandioso. Después de este proceso de terapia vuelven a una vida nueva. Desde la primera sesión se ven los cambios, la esperanza. Ellas se abandonan a Dios y acrecientan su fe. Se siente la presencia de Dios”, testimonia.

Y en caso de que alguna mujer no logre resolver su dolor, agrega Delia, ella les da un seguimiento continuo, aunque son pocas las que no logran sanar. “Mis experiencias negativas me ayudaron a ser la mujer que soy ahora y me han llevado a buscar el bienestar de otros. Es una misión que llevo a cabo gratuitamente y de tiempo completo para servicio a Dios y a otras mujeres”, explica.
 
El proceso
 
Delia sabe que no es fácil buscar ayuda o hablar de la experiencia del aborto con otras personas, sin embargo siempre hay alguien que canaliza a estas mujeres al encuentro. “En la primera cita me platican de ellas y les platico de mí, establecemos una empatía, una manera de podernos entender, de poder trabajar juntas. Con el manual logro guiarlas. Este manual se basa en la Palabra de Dios, la oración, y se deja tarea”, comparte Delia. 
 
El proceso de sanación propone recrear todo lo sucedido, desde el embarazo hasta el momento del aborto. La persona va haciendo su camino acompañada para sanar la culpabilidad y al dolor de haber tomado esa decisión equivocada. “Se les ayuda a que verbalicen el hecho de haberse practicado un aborto. Cómo era su vida antes del embarazo, cómo recibió la noticia del embarazo, cómo la recibieron los de su entorno, las emociones que vivió. Todo esto analizado y reflexionado con citas bíblicas”, explica.
 
Después se trabaja concretamente con el momento del aborto, desde su llegada a la clínica. “La idea es desmenuzar lo más que se pueda la experiencia para llegar a una sanación completa. Muchas mujeres se cierran a ese recuerdo, llegan a la negación, no quieren acordarse, lo clausuran porque ya fue demasiado doloroso”.  Ocurre pues normalmente, aclara Delia, las mujeres no hablan con nadie del tema. Incluso algunas quieren borrar ese suceso con relaciones promiscuas, alcohol o drogas.
 
De la Pasión a la Resurrección
 
Delia cuenta que muchas mujeres se enojan con Dios porque se sienten abandonas por él, y ante esto, se les acompaña para que hagan experiencia de Dios y descubran que siempre ha estado con ellas. “El único que camina con nosotras es Jesús que nos lleva de la mano. Para nosotras el Domingo de Resurrección es (parte de) esta terapia. La celebración más maravillosa es la Vigilia donde se abren las puertas del cielo, donde entra la luz con nueva motivación de vida.  Esto lo aprendí a través del dolor, y de acompañar a otras personas”, expresó Delia, y agrega:

“Dios ha sido mi compañero fiel, ha sido fiel a todos mis desencantos, a mis dolores y me ha llevado a encontrar constantemente este domingo de resurrección de volver a la vida”, finalizó.

 

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