La eutanasia amenaza de exterminio a los más frágiles de la sociedad

17 de agosto de 2018

Hitler fue el primero que legalizó la eutanasia, usándola para eliminar a quienes consideraba una carga indeseable. La llamó ´muerte por piedad´. Hoy los defensores de la eutanasia afirman defender el derecho a una "muerte digna" y voluntaria; pero luego matan a niños y pacientes psiquiátricos.

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Intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura”. Así define qué es “eutanasia”, en primer lugar, la Real Academia Española en su diccionario de la lengua. Y fue Adolf Hitler quien en septiembre de 1939 formalizó, por primera vez, esa definición de la eutanasia que entrega la RAE decretando: "El comisario del Reich, Bouhler, y el Dr. Brandt son comisionados, bajo juramento, de extender nominalmente a determinados médicos la autorización para que se pueda dar una muerte, por piedad, a los pacientes que, siguiendo un juicio humano, son enfermos incurables según una evaluación crítica del estado de su enfermedad".

Pero la eutanasia establecida por Hitler no consideraba si el paciente quería o no optar por ella y le permitió al régimen nazi aplicar la eugenesia AktionT4 que arrasó con la vida de miles.

Precisamente la libertad del individuo para decidir voluntariamente si opta o no por la eutanasia es una de las reivindicaciones que hoy esgrimen sus promotores, que -para validarla- prefieren llamarla “muerte digna” e incluso “muerte dulce”.

Una ley que va de menos a más
 

Así, en abril del año 2001, el Parlamento holandés aprobó una Ley de Eutanasia que permitía el suicidio asistido por intervención directa del médico o entregando al paciente lo necesario para que se suicide, en ambos casos: sin sufrimiento físico.  Requisito fundamental era que existiese una petición expresa del paciente que probadamente se encontrase padeciendo una enfermedad que le causare sufrimiento insoportable y sin perspectivas de mejora. El 2002 entró en vigor la ley y 1.882 personas murieron ese año en Holanda bajo su amparo. El año 2016 fueron 6.091 los muertos mediante eutanasia. En Bélgica donde también está legalizada la práctica, el Servicio Federal de la Salud Pública reporta que 4.337 personas murieron mediante eutanasia desde enero de 2016 a diciembre de 2017.

Transcurrido poco más de una década, el criterio de la ley respecto a que la petición del paciente fuese “voluntaria y bien meditada” (capítulo 2 artículo 2°) comenzó a entenderse en la praxis de una forma tal que permite tener pacientes psiquiátricos y niños muertos al amparo de la ley, en ambos países.
 
La joven de 29 años Aurelia Brouwers, enferma psiquiátrica, logró que la Comisión encargada de evaluar y autorizar la eutanasia apoyara su solicitud para morir mediante un suicidio asistido el 26 de enero de 2018. La razón suficiente que las autoridades consideraron fue el argumento dado por Aurelia: “…tengo muchos problemas de salud mental. Sufro de forma insoportable y no tengo esperanza”. El deceso de Aurelia fue además usado como un espectáculo público, pues el canal holandés de televisión RTL Nieuws filmó y difundió -cual reality show- los últimos días de vida de Aurelia y hasta minutos antes de su muerte.

Tras las diversas críticas que cuestionaban se hubiere autorizado la eutanasia a una paciente psiquiátrica, los defensores de la ley se escudaron señalando que una persona como Brouwers igual habría cometido suicidio (sic).
También en Bélgica la Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia acaba de hacer público que en los últimos dos años autorizaron la eutanasia a tres niños de 9, 11  y 17 años.
 
La evidencia del mal
 
 
Los defensores de la eutanasia aseguran que algunas personas enfermas padecen sufrimiento constante, insoportable y que no se puede aliviar. Es mentira que no se puede aliviar.
 
Hoy, los cuidados paliativos permiten aliviar todos los síntomas que causan dolor o desagrado a la persona que se encuentra ante una enfermedad crónica compleja o terminal. El desafío es ofrecer, financiar, para toda la población esas técnicas disponibles de la medicina paliativa. Efectivamente es menos gasto para el Estado facilitar la muerte de la persona, al amparo de una ley de eutanasia, en lugar de la medicina paliativa.
 
Sobre este asunto del “sufrimiento, la eutanasia y los cuidados paliativos” resulta revelador el testimonio de Anna Corry (ya fallecida) quien en el siguiente video afirma:

“Me dijeron que viviría como mucho 12 meses. Eso me impactó profundamente. Yo les dije, bueno, creo que les grité: «¡No puedo decir adiós a mis hijos, no puedo hacerlo!» Recuerdo que algunas noches, en casa, decía a mi marido y a mis hijos: «No puedo pasar por esto. Simplemente, no puedo. Es demasiado doloroso, es demasiado. ¿Cuál es la palabra? ¿inhumano?» Estaba preocupada porque estaba sufriendo tanto. ¿Qué sería lo siguiente? Cuando llegué a este hospital mi dolor se estabilizó inmediatamente. Me conectaron a una bomba de infusión que está 24 horas bombeando y que distribuye de manera uniforme el sedante o el opioide que se requiere. Y eso era exactamente lo que quería”.



Una ética para ejercer la libertad

Otro argumento con el cual hoy se valida las bondades de la eutanasia dice relación con una particular idea de la libertad, según la cual el suicidio (asistido o facilitado) sería una opción válida porque la persona es capaz de optar libremente por ello.
 
El sociólogo y político holandés Paul Schnabel, liberal de izquierda, en declaraciones a diario El País de España afirmaba hace algunos meses que: “en la ley de eutanasia subyace la libertad de decidir sobre tu vida. Un sentimiento de autonomía sobre cómo gestionar el final”.
 
Al respecto ¿es efectivamente libre en sus decisiones una persona que padece un deterioro tal de su condición física que incide sobre sus emociones y con estas últimas, también sobre su razonamiento? ¿Qué tan libre para decidir ser ayudado a suicidarse puede ser una persona que padece un deterioro en su salud mental o un niño? ¿Es un signo de salud, de bienestar el optar por el suicidio?
 
Mientras Papa Francisco continúa liderando en el mundo la reflexión y acciones que denuncian como un mal a la eutanasia, en países donde la ley ya fue aprobada, muchos demandan ‘mayores libertades’ y exigen se permita también por “cansancio vital”. Vale decir, cuando el individuo siendo sano y cumplidos al menos los 75 años, decide que es su momento de morir.

 

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