Reveladoras experiencias de sacerdotes que dan la Unción de los Enfermos a personas moribundas por el Covid 19

25 de mayo de 2020

"La experiencia ha sido muy poderosa… Ofrecer la unción de los enfermos me ha dado vida y me ha hecho sentir humilde".

Compartir en:



En el barrio Lakeview de Chicago, el padre Michael Trail se mantiene muy activo sirviendo como vicario de la Iglesia Católica de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Su vida se puso un poco más ajetreada hace un par de meses... Es uno de los 24 sacerdotes de la Arquidiócesis de Chicago que se han ofrecido como voluntarios para ofrecer el Sacramento de la Unción de los Enfermos a los moribundos del coronavirus.
 
"No me veo a mí mismo como alguien especial en todo esto", dice el Padre Trail, de 30 años. "Este es mi ministerio sacerdotal. Esto es para lo que fui ordenado."
 
El Padre Trail comentó al portal OSV de su arquidiócesis que las unciones no han sido como antes de la pandemia de coronavirus. Lo primero y ante todo por las precauciones que debe tomar al usar equipo de protección personal. "Aunque recibimos entrenamiento y equipo de la arquidiócesis cuando esto comenzó, siempre soy recibido en la puerta (de la instalación) por una enfermera o un asistente que me dice cómo ponerme el equipo", relató. "Hay un orden en el que hay que ir y venir. Estoy muy agradecido por eso, y ha aliviado cualquier ansiedad que haya tenido. Hacen esto todos los días y saben claramente lo que están haciendo".
 
Una vez que llega a la cabecera del paciente moribundo, se enfrenta a una nueva realidad. "Mientras que antes tomaba las manos de la persona y rezaba con ella y la familia, ahora estoy solo, de pie, a distancia, con un protector facial", explica el padre Trail.
 
Para realizar la unción, añade, ahora usa guantes y una bola de algodón con un poco de aceite sagrado para prevenir cualquier contacto directo con el paciente. "Es extraño", dice y comenta: "Pero estoy agradecido de poder estar allí, y estamos haciendo lo correcto tomando todas las precauciones necesarias".

Tiempos limitados



A 15 millas de distancia, en el lado sur de Chicago en la Iglesia de San Columbano, el Padre Matt O'Donnell cuenta una historia similar. Dada su edad (33 años) y sin problemas de salud conocidos, dijo que estaba feliz de ofrecer sus servicios como voluntario cuando la arquidiócesis le pidió que sirviera en una unidad de COVID-19.
 
"La experiencia ha sido muy poderosa", dice el Padre O'Donnell. "Ofrecer la unción de los enfermos me ha dado vida y me ha hecho sentir humilde. Cuando estoy allí, soy una de los pocos que ha podido visitar a esta persona".
 
El padre O'Donnell señaló que ahora una de las diferencias en sus visitas al hospital es que él debe ir “directo al asunto”… "Se nos pide limitar nuestro tiempo en la habitación con el paciente. En lugar de sentarnos a hablar con el paciente y acoger su historia como lo hacía en el pasado, se trata de decir las oraciones, ungirlos con el aceite, bendecirlos e irse. Estoy dentro y en minutos afuera".

Una presencia bienvenida

Pero el padre O'Donnell agradece al personal del hospital y de la enfermería por su incansable servicio en todos los lugares que visita y les ofrece una palabra de aliento. "En este momento, sólo estar presente en el hospital y con el personal de enfermería es muy importante para mí", agregó. "Estos lugares están cerrados. No se trata de un trabajo como el de siempre. Los doctores y enfermeras están muy ocupados, y puedes sentir una urgencia o tensión en el aire."
 
En la Arquidiócesis de Newark, Nueva Jersey, el Padre Peter Iwuala ha estado tratando de aliviar esa tensión con oraciones a través del sistema de intercomunicación del hospital en el Centro Médico Clara Maass en Belleville, Nueva Jersey, donde sirve como capellán. "Rezo oraciones una o dos veces a la semana a través de los altoparlantes, y tanto los pacientes como el personal me han dicho que les gusta esto, y les aporta un consuelo espiritual", dice.


 
En el Mountainside Medical Center de Montclair, Nueva Jersey, también en la Arquidiócesis de Newark, el Padre Thomas Cembor, que ha sido el director de atención pastoral del centro durante los últimos 13 años, camina por los pisos del centro médico rezando Ave Marías a lo largo del camino. "Cuando la familia me lo pide, me visto como los profesionales, entro por las puertas aseguradas y doy la unción con los aceites sagrados y las palabras de perdón de Dios a los que están demasiado débiles para recuperarse", explica.
 
"Antes del COVID-19, las puertas de las habitaciones aquí estaban abiertas e invitaban a los visitantes a entrar. Saludaba a tantos pacientes cada día y encargaba a los ministros de la Eucaristía que hicieran lo mismo. En estos días del coronavirus, mis energías se gastan ofreciendo una palabra de alegría y consuelo a un personal médico sobrecargado y abrumado", afirmó el Padre Cembor.
 
Paz a las familias


​​​​​​

En la Arquidiócesis de Seattle, el Padre Patrick Sherrard, administrador de la parroquia de Santa Catalina de Siena, relata que uno de los aspectos más dolorosos es la ausencia de las familias al lado de sus seres queridos. "Lo más triste de esto es que las familias se sienten desconectadas de sus seres queridos que están muriendo. Por ello me propuse llamar a las familias de los moribundos después de mis visitas y darles una actualización. Los llamo, les explico lo que hice y que estaba rezando por ellos. Las familias se muestran muy agradecidas de que sus seres queridos hayan recibido los sacramentos".
 
En Chicago, el padre O'Donnell ha adoptado una práctica similar. "Por mi experiencia, y por lo que me dicen otros sacerdotes con quienes he hablado, las familias de los enfermos y moribundos están sufriendo mucho. No poder ver a sus seres queridos y, además, no estar ahí físicamente para ofrecerles consuelo en esos momentos ha sido extremadamente difícil".
 
Aunque los hospitales y las instalaciones de las residencias de ancianos sean capaces de facilitar la distancia entre los seres queridos con la tecnología de vídeo, no es lo mismo que estar físicamente allí. Por esto el padre O'Donnell explica que se ocupa de seguir en contacto con las familias mucho después de la visita. "Sólo quiero que sepan que estoy pensando en ellos, rezando por ellos y ofreciendo la misa por ellos y sus seres queridos (…) La Iglesia seguirá teniendo un papel muy importante que desempeñar incluso cuando el país se reabra, ya que tendremos que seguir dando a la gente una senda de esperanza y paz; de que Dios siempre estuvo con nosotros en estos tiempos difíciles y seguirá estándolo".

 

Compartir en:

Portaluz te recomienda