Atrapada por una secta

Se convirtió a los ´Mormones´, pero la verdad pudo más

11 de julio de 2013

Yasmin Oré vive en España y comparte con Portaluz.org su historia de fragilidades que la llevaron a declararse mormona.

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“El converso ve cosas que el resto de los cristianos no consideran. ¡Hemos recibido por gracia una confirmación de la fe que te libra de la duda!”.
 
La afirmación es de Yasmín Oré, hoy de 29 años, y refiere su retorno a la fe católica. Pero en el pasado ella expuso toda su vida siguiendo a falsos profetas y sus credos. Esta es la historia de su lucha por la libertad.
 
El “lavado de cerebro”

Yasmín amaba y era amada por sus padres, católicos, como ella. Sin embargo la joven tenía temores y dificultades para relacionarse con sus pares. Lo que parecía la inocente invitación de una amiga del colegio, que era mormona, para acompañarla al culto, fue el punto de inicio. No podía darse el lujo de perder esa amiga y aceptó.
 
“Y me gustó. La gente era muy acogedora. Tenían reuniones para jóvenes en las que hablaban sobre las virtudes. A otros jóvenes quizá les parecería aburrido, pero yo era una chica con pocas amistades. Con diecinueve años, yo no quería enfrentarme a la realidad, no quería embarrarme. Yo quería protección, un entorno seguro, un grupo acogedor y virtuoso que me protegiese. Los mormones me ofrecieron eso”.
 
Adoctrinada y declarándose una fiel adherente, la nueva mormona fue bautizada. “Mi papá no vino: les dijo que éramos católicos "de la Virgen y del Señor de los Milagros". De mi familia solo vino mi mama ¡y mi madrina del bautismo católico! Hoy digo ¿qué barbaridad, no? Mi madre lloraba: "hija, pero si yo te di los sacramentos en la Iglesia católica". Y yo le respondía: "¿prefieres que me vaya de discoteca cada sábado, por ahí?"
 
Luego partió a Colombia como misionera. Sus padres estaban desconcertados, sufrían, pero Yasmin, misionera lejos de casa, se mantenía firme tras un muro de argumentos que repetía mecánicamente. “Por mis cartas notaban que yo estaba dudando, que hablaba de manera mecánica. Mi madre lloraba sintiendo que me habían lavado el cerebro y creyó que no tenía vuelta atrás”.
 
La fe de los sencillos, mentiras, secretos y amenazas

Corría el año 2007 y para captar nuevos adeptos, la misionera mormona contaba a personas de barrios pobres en Colombia que había sido católica, maquillando con mentiras su relato. “Tenías que involucrar tu testimonio, y hablarles sobre ti. En mi caso, era una conversa mormona y decía que era la única miembro de mi familia que tenía esta religión y si podía maquillar lo que viví, era ideal. Porque se nos pedía ser hábiles para sorprender a las personas. Sabíamos de memoria lo que debíamos decir y actuábamos en pareja, porque el proselitismo se hace de a dos”.
 
Yasmín reconoce que la fortaleza en la fe de quienes pretendía atraer para convertirlos en mormones fue el comienzo de su crisis. También le atemorizó el saber que en Estados Unidos familiares mormones de sus colegas misioneros, mantenían vínculos con la masonería y poligamia. Finalmente, la presión y rigidez dogmática de los líderes de la misión pusieron sus resistencias emocionales al límite.
 
“No podía estar mintiéndome y les pedí que me dejaran ir, porque la verdad no podía más. Mi compañera, y los líderes mormones intentaron hacer terapia conmigo, me citaban los libros de las revelaciones y yo les decía que no creía en Joseph Smith. Sintiéndome acorralada en esa discusión, que se volvió pelea, les pedí que no trataran de convencerme porque yo creía en la Iglesia Católica. Entonces el presidente de la misión, intentando retenerme,  me amenazó diciendo que debía pagarles el dinero de mi pasaje. Durante una semana, no me permitieron hablar con nadie. Finalmente me dejaron regresar a Perú con mis padres en julio de ese año 2007.”
 
Libre de una secta se reencuentra con Dios

Sus padres, como al hijo pródigo, la llenaron de amor, pero  “no era fácil, porque yo adquirí un grado de dependencia con los mormones –dice Yasmín-, como le ocurre a todos los que son atrapados por una secta”. En este mar de confusos sentimientos donde oscilaba entre sentirse “estafada” y al mismo tiempo “culpable ante Dios”, por tres años “perdidos” decidió enfrentar sus miedos. La oportunidad la encontró ingresando una temporada a la comunidad Apóstoles de la Palabra.
 
 “Llegué llorando donde las hermanas, necesitaba claridad y me dejé acompañar. Comencé a ir a misa, leer la Sagrada Escritura y otros textos católicos donde encontré respuestas sobre lo que son las sectas… sobre lo que viví. Gracias a esta experiencia me curé”.
 
Yasmín vive hoy en España y está casada. Participa con la Acción Católica, el grupo Mater Dei y es una activa catequista que por su experiencia, hoy cree que “el demonio tiene enganchados a quienes participan de la secta mormona. La gente que se siente sola y que busca algo más, es siempre susceptibles a las sectas, quienes prometen dar solución a todo”. Pero la verdad que nos enseña la Sagrada Escritura, sentencia, es Cristo y él está en la Iglesia católica. “Él la fundó sobre bases santas”.

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