Europa calla ante el genocidio turco islamista contra los armenios cristianos

19 de octubre de 2020

Compartir en:



Armenia es un pueblo de raza indogermánica asentado en las montañas de Asia Menor. Por su ubicación geográfica entre oriente y occidente; turcos y persas; moros y ateos, a lo largo de la historia, ha sido codiciada por los pueblos que la rodean.

En su tradición, existen influjos antioquenos y bizantinos, y desde la Edad Media también están presentes otros elementos latinos. La lengua usada en su liturgia es el armenio antiguo, que data del siglo V. Según la tradición bíblica, en Armenia Dios concertó su pacto con “Noé y con toda alma viviente y toda carne que hay sobre la tierra” (Génesis 9:16).

De acuerdo con la tradición cristiana, dos apóstoles de Jesús, San Judas Tadeo y San Bartolomé, fueron los primeros evangelizadores en Armenia en el siglo primero. En los primeros tres siglos, a causa de las persecuciones, el cristianismo se difundió por Armenia de forma secreta. Tras la penetración del cristianismo en tierras de Armenia, el verdadero apóstol y organizador de esta Iglesia fue Gregorio el Iluminador (260-328).

Tras el Concilio de Calcedonia en el año 451, la iglesia apostólica Armenia, junto con el resto de los ortodoxos orientales, formalmente rompieron la relación con las iglesias conocidas como calcedonias o católicas. Hasta el siglo XVI no se producen los primeros contactos con Roma. En un principio de forma esporádica y ya el 12 de mayo del año 1607 hacen acto de obediencia al Papa aprobando Roma los usos y costumbres armenias. Este hecho motivó que el arzobispo armenio de Lviv (Ucrania) restableciera la unión con Roma en el año 1630. En el año 1742 el Papa Benedicto XIV crea el patriarcado de Cilicia de los armenios y confirma a Abraham Ardzivian como patriarca, elegido por los obispos dos años antes.

La primera invasión turca musulmana la sufrió en el siglo XI y así quedó Armenia bajo su dominio durante varios siglos. En el siglo XVI, el imperio turco comprende gran parte del sudeste de Europa, norte de África, y casi todo el Oriente Medio. Entre los años 1890 y 1893, los cristianos armenios jóvenes, educados en las universidades de Europa comenzaron a presionar al imperio otomano, a la cabeza el Sultán Abdul Hamid II (1842-1918), con el objeto de que se llevaran a cabo reformas políticas, cambiar la constitución y lograr el fin de las prácticas discriminatorias contra los cristianos. Como respuesta a estas pretensiones, entre los años 1894 y 1896 más de 100.000 cristianos armenios fueron asesinados por los soldados especiales del Sultán Abdul Hamid II. Pero los días del sultán estaban contados. En julio del año 1908, reformistas nacionalistas turcos conocidos como “jóvenes turcos” obligaron al sultán Abdul Hamid II, a formar un gobierno constitucional y garantizar los derechos humanos básicos. Los Jóvenes Turcos, que eran oficiales del ejército turco y muy ambiciosos, esperaban llegar al poder y gobernar el país. Los cristianos armenios en Turquía estaban encantados con este giro, con la esperanza de que les traería un futuro mejor.

Turcos y armenios cristianos unidos, celebraron manifestaciones públicas a las que asistieron con pancartas en las que hacían un llamamiento a la libertad, la igualdad y la justicia. En el año 1913, los Jóvenes Turcos, llegaron al poder mediante un golpe de Estado, declarando un radicalismo islámico contra los cristianos en Turquía. Los cristianos armenios en Turquía se vieron sorprendidos por esta declaración y fueron tachados de infieles y de no creyentes en el Islam. En el mismo año, jóvenes extremistas musulmanes, organizaron manifestaciones violentas en Turquía, contra los cristianos en general, 200 aldeas fueron saqueadas y más de 30.000 personas masacradas en el distrito de Cilicia, en la costa mediterránea. A lo largo del territorio de Turquía, los ataques locales contra los armenios continuaron sin control durante los próximos años. En ese momento, cerca de cuarenta mil hombres, cristianos armenios estaban sirviendo en el ejército turco. En otoño del año 1914, estos hombres fueron expulsados del ejército, tratados como esclavos y utilizados como animales de carga. En unas condiciones de trabajo brutal, la mayoría de ellos perdieron la vida y los que sobrevivieron fueron más tarde fusilados. El Genocidio Armenio, fue el primer genocidio del siglo XX, empezó el 24 de abril del año 1915, y terminó en el año 1918, con más dos millones de mártires cristianos armenios y otros 500.000 cristianos asirios-caldeos.

Los problemas de los armenios nunca cesaron. La soberanía sobre el territorio de Alto Karabaj ha sido objeto de una larga disputa entre Armenia y Azerbaiyán, tanto que pervive hasta nuestros días. La región, conocida como Artsaj por los armenios, es un territorio poblado por armenios desde los tiempos prehistóricos, constituyendo a veces prácticamente la última fortaleza de la identidad y cultura armenia frente a las repetidas conquistas. La cuestión de su soberanía, sin embargo, es relativamente reciente. Poco después de la capitulación del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial se produjo una Revolución, por medio de la cual los bolcheviques accedieron al poder en un colapsado Imperio ruso en el año 1917. Tres naciones del Cáucaso: Georgia, Armenia y Azerbaiyán proclamaron su independencia de Rusia y se organizaron en la República Democrática Federal de Transcaucásica, la cual tuvo una corta vida (entre el 10 de febrero y el 28 de mayo del año 1918). Poco después de que se disolviera esta Federación de Repúblicas, surgieron graves disputas territoriales y étnicas entre armenios y azeríes que desembocaron en una guerra abierta y se extendió hasta Karabaj. Los armenios de Karabaj intentaron autoproclamarse república independiente, pero no lo lograron. Nagorno Karabaj (término ruso utilizado para designar Karabaj), este territorio montañoso poblado por armenios mayoritariamente, desde siempre, fue incorporado a Azerbaiyán en el año 1921 a tenor de una resolución de la sección local del Partido Comunista. Ya antes, armenios (cristianos) y azerbaiyanos (musulmanes) se habían enfrentado por motivos religiosos. De ahí que los primeros no vieran con buenos ojos que el enclave le fuera entregado a Azerbaiyán.

Durante los convulsos años de la perestroika de Mijaíl Gorbachov, en febrero del año 1988, se produjo un sangriento ataque de bandas protegidas por las autoridades locales contra la población armenia en la ciudad azerbaiyana de Sumgait. Aquel suceso, que tuvo una enorme repercusión en toda la Unión Soviética, animó a los armenios karabajíes a solicitar la secesión de Azerbaiyán. Unos con la intención de crear un estado independiente y otros con la idea de incorporarse a Armenia. Así que, el Sóviet Supremo de la República Socialista de Armenia aprobó, en el año 1988, una moción para anexionar Nagorno Karabaj, decisión que fue desautorizada por Moscú y no llegó a tener efecto. Pero los ánimos se caldearon y empezaron unos enfrentamientos que condujeron al comienzo de una brutal guerra en el año 1991, justo el año en el que se desintegró la URSS. Armenia y Azerbaiyán se convirtieron en países independientes y Nagorno Karabaj también se autoproclamó independiente tras la celebración de un referéndum. La contienda duró hasta el año 1994, causó unos 30.000 muertos y un flujo de más de un millón de refugiados azerbaiyanos.

En solidaridad con sus hermanos, Turquía cerró la frontera con Armenia en el año 1993. Aquella medida hizo aflorar entre los armenios el recuerdo de los sufrimientos y ofensas que les infringió el Imperio Otomano durante el genocidio del año 1915. La tregua, que no la paz, se firmó en Kirguistán en el año 1994 y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa creó el Grupo de Minsk, presidido por Rusia, Estados Unidos y Francia, pero compuesto también por Alemania, Bielorrusia, Finlandia, Italia, Suecia y Turquía, además de Armenia y Azerbaiyán. Desde entonces no ha habido forma de resolver el contencioso, ya que Bakú, que cuenta con el apoyo de la ONU, exige la devolución del territorio ocupado por tropas armenias, a lo que Ereván se niega argumentando que, al haber proclamado su independencia al mismo tiempo que Azerbaiyán, Nagorno-Karabaj es otro país distinto y solicita que se autorice al gobierno de la república de Nagorno-Karabaj a asistir a las conversaciones de paz. Desde entonces, no han cesado los enfrentamientos esporádicos y el goteo de muertos, como el vivido en abril del año 2016, durante la llamada, guerra de los cuatro días.

El enfrentamiento actual entre Armenia y Azerbaiyán, que estalló el 12 de julio 2020, porque el presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, amenazó con plantar definitivamente las negociaciones de paz y aseguró que su país tiene derecho a recurrir a una, solución militar. Y así lo hizo, es la ofensiva más mortífera desde el alto fuego declarado en el año 1994.
De momento, se han contabilizado cerca de 500 fallecidos, incluyendo a unos 60 civiles, aunque el balance podría ser mucho mayor, pues Azerbaiyán no comunica sus bajas y ambos bandos reivindican la muerte de miles de soldados rivales. Armenia y Azerbaiyán llevan 30 años sin poder resolver el conflicto.

La tregua pactada en Moscú el pasado 10 de octubre, llegó tras múltiples llamamientos de la comunidad internacional, especialmente por parte del Grupo de Minsk, una tregua que parece muy frágil. Porque, tanto las fuerzas, armenias separatistas como las de Nagorno Karabaj y el ejército azerbaiyano, siguen amenazando de bombardear zonas civiles.

¿Qué papel juegan Rusia y Turquía en este conflicto?
Esa es la gran duda, puesto que ambos países en disputa cuentan respectivamente con el apoyo, al menos político, de las dos potencias de la zona. El Ministerio de Exteriores turco mandó un comunicado, mostrando su apoyo total a Azerbaiyán.

Rusia por su parte se ha limitado a un tímido reconocimiento de su “preocupación” ante lo que está ocurriendo, así como su solidaridad con el pueblo armenio. Si moviesen ficha y usasen un discurso más duro sería la confirmación política del distanciamiento entre Rusia y Turquía que se lleva gestando desde hace años gracias a los conflictos en Siria y Libia.

No es un misterio que el régimen turco abandonó hace bastante tiempo la doctrina de Mustafá Kemal Ataturk, que quiso hacer de Turquía un Estado moderno y europeo. Erdogan es un radical islamista, aliado con los otros extremistas afines de la región, incluyendo a la dictadura de Azerbaiyán. Sin embargo, Ankara tiene el problema de que entre ellos y el petróleo azerí hay una muralla cristiana: Armenia. Los armenios fueron el primer país del mundo en declarar al cristianismo como religión oficial. Desde entonces han sido un verdadero “centinela del oriente” resistiendo en la fe durante siglos, pese a la amenaza y hostilidad de paganos, musulmanes y soviéticos que les han sometido. Pues bien, este pequeño pueblo cristiano de las montañas casi fue exterminado en la primera guerra mundial, por los otomanos.
Hoy, la dictadura de Azerbaiyán, instigada por Turquía, ha invadido la República de Artsaj, Nagorno-Karabaj. Es un pequeño país independiente, democrático, y de población armenia cristiana. Se trata de una Invasión liderada por una dictadura, con armas facilitadas por Turquía, y con mercenarios islamistas, según ha informado la misma Rusia. Otro genocidio turco islamista contra los armenios cristianos y Europa calla, una vez más, frente al peligroso fundamentalista turco Erdogan.

 

Compartir en:

Portaluz te recomienda