En un Monasterio Trapense Dios le llamó a ser su apóstol entre los hombres que se prostituyen

27 de octubre de 2020

La semilla de lo que sería "Emmaus Ministries" fue sembrada en el corazón del diácono John Green el año 1985. Hoy en Estados Unidos de cada 1000 personas atrapadas en el tráfico sexual, un 36% de las víctimas son hombres.

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Mientras era estudiante de primer año en el Wheaton College el año 1985 en los suburbios de Chicago (USA), un joven John Green decidió participar como voluntario en un servicio pastoral que trabajaba con mujeres involucradas en la prostitución callejera. Para agradecer a John por ser voluntario, la directora del grupo lo llevó a almorzar. Antes le dio un recorrido por el vecindario, mostrándole las calles y esquinas donde las mujeres se prostituían y los traficantes de drogas vendían sus productos.
 
Luego le señaló un grupo de hombres en una esquina y dijo las palabras que dieron origen al Apostolado Emaús: “Esos tipos de ahí también se prostituyen. Pero nadie trabaja con ellos; a nadie le importa ...”. La mujer siguió caminando, pero esas palabras que había dicho al paso impactaron profundamente a John. “Nadie trabaja con ellos. A nadie le importa”. Fue un momento que él nunca olvidaría.

El llamado
 
John, su esposa e hijos

John dejó la universidad un año y medio después para trabajar con jóvenes fugitivos y sin hogar en Covenant House en la ciudad de Nueva York. Muchos de los chicos y chicas con los que trabajaba vendían sus cuerpos para sobrevivir y él recordaba aquellas palabras: “Nadie trabaja con ellos. A nadie le importa”. Con total certeza sentía que el Espíritu Santo le llamaba para mostrar a los miembros de esta comunidad marginada que son amados por Dios y por el pueblo de Dios. Regresó a Wheaton College para obtener su título, y comenzó a imaginar cómo podría proporcionar cuidado y apoyo a estas personas que nadie más ayudaba.
 
Comenzó haciendo trabajo de acercamiento en las calles de Chicago. Con el tiempo se le unieron varios estudiantes y dos profesores. Después de una temporada difícil de ir a la escuela a tiempo completo, trabajar por las noches en un hospital local y hacer trabajo de asistencia social en las calles tres noches a la semana, John se fue a un retiro de cinco días en silencio. En un monasterio trapense de Nueva York Dios le habló a John, diciéndole que debía desarrollar un apostolado para los hombres que ejercen la prostitución.


 
John y sus compañeros voluntarios se organizaron, consiguieron apoyo y le dieron nombre a esta nueva misión: El Apostolado Emaús.
 
John se casó con Carolyn en febrero de 1993. En mayo de 2002 fue ordenado diácono permanente en la Arquidiócesis Católica Romana de Chicago. El año 2009 debió mudarse con su familia a Ohio para ayudar a cuidar de sus padres y poco después, el año 2011 renunció a la organización. Desde entonces han desarrollado con su esposa nuevos proyectos pastorales en Ohio y Emaús ha continuado también su apostolado.
 
Nuevos desafíos, nuevos líderes
 
Han pasado los años y muchas de las interacciones que los de Emaús solían tener en persona, se han trasladado a Internet; una tendencia que sólo se ha incrementado con la pandemia de COVID-19. Emaús ha migrado entonces a ofrecer su apoyo por vía digital…  "Enviamos a los chicos un texto que dice, 'Hey, estamos aquí para ayudar'", cuenta al portal Chicago Catholic Jonn Blazey (imagen lateral), uno de los actuales líderes de Emaús. “Muchos, tal vez la mayoría, no responden inmediatamente -señala Jonn- pero la conexión de texto les permite comunicarse más tarde”.
 
"Hace 15 años, 30 años, la gente no veía a los hombres como víctimas del tráfico sexual. Luchamos contra una narrativa cultural que dice que las mujeres son débiles y son víctimas y los hombres son fuertes y son perpetradores. Ellos son parte de la creación de Dios y portadores de su imagen", destaca Blazey y finaliza diciendo: "Eso significa algo, y eso vale algo, lo entiendan, lo crean o no. Hay mucha vergüenza y estigma que rodea a demasiadas víctimas: el estigma de tener que vender sexo, el estigma de ser un sin techo, el estigma de ser abusado de niño, el estigma cultural de que los hombres no deben ser víctimas de esto".
 

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