Acosada por los mismos espíritus que invocaba se suicidó. Lo testimonia su hija que logró liberarse y sobrevivir

25 de noviembre de 2020

"Los espíritus nos advirtieron que no podíamos dejar lo oculto, ya que sin saberlo les habíamos dado el control desde el primer día que los invitamos a nuestras vidas".

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El vínculo que su madre tenía con las creencias y prácticas espiritistas impactó la infancia, adolescencia y juventud de Laura Maxwell. Cuando comenzaba la Escuela Secundaria, su progenitora conoció a una médium que la invitó a una iglesia espiritista en Glasgow (Reino Unido). Fue el primer paso -recuerda Laura- para que su madre fuese totalmente absorbida por este grupo.
 
“Como nuevo miembro de los Espiritistas, asistía a un encuentro los domingos, como también a grupos de desarrollo psíquico y clases de Yoga a mitad de semana. Compartió todo lo que aprendió conmigo y también me fascinó. El deseo de su corazón era entrenarse para ser una médium y en el grupo la animaron, pidiéndole que se uniera a un Círculo Abierto para aprender a meditar y canalizar los espíritus de los difuntos. Mamá estaba ansiosa por desarrollar habilidades de Clarividencia, Clariaudiencia, Clarisensibilidad y aprender de otros médiums”, relata Laura.

La obsesión del medium



Su madre transmitió a Laura todo lo que aprendía y para ello le hizo escuchar las cintas que grababa de sus encuentros con otros médium y sesiones de lectura donde los espíritus se comunicaban. A Laura le sorprendía -dice- que estos espíritus (hablaban a través de médiums) pudieren transmitir detalles minuciosos de su vida familiar, dando nombres precisos, lugares y fechas. “Parecía obvio que los médiums no eran charlatanes, pues describían con precisión la apariencia física, las personalidades e incluso repetían frases comunes de nuestros parientes muertos mientras conversaban con ellos”, puntualiza.
 
Cuando tuvo “edad para asistir”, dice Laura, también se unió a los Espiritistas. Madre e hija devoraban cuanto libro ocultista llegase a sus manos; ya fuere sobre la apertura de los chakras, la curación con cristales, la reencarnación, las terapias alternativas, etc. Asistían a Centros de la Nueva Era y Ferias autodenominadas “Psíquicas”, buscando toda la información que pudieren, para lograr una supuesta “iluminación espiritual”.

La malignidad oculta sale a flote



Pero llegó un momento en que los “espíritus” comenzaron a mostrar su verdadero objetivo, pero Laura y su madre tardarían demasiado en reaccionar. Durante diez años desestimaron el testimonio de quienes advertían que algunos médiums no podían controlar cuando los espíritus les hablaban o se comunicaban a través de ellos. Otros contaban de manifestaciones paranormales en sus hogares, tenían crisis nerviosas o atacaban a personas diciendo que sus “Guías Espirituales” los habían forzado, llegando a tener que ser ingresados en centros psiquiátricos. “Al principio, aceptamos las explicaciones de que algunos espíritus traviesos u odiosos podían aparecer y que era un peligro potencial del trabajo. Pero cuando nos sucedió, se hizo difícil de tolerar y era casi imposible trabajar apropiadamente”, reconoce Laura.
 
Acudieron por ayuda a otros psíquicos y médiums, pero sin éxito y su madre -recuerda Laura- padecía por los espíritus que le hablaban constantemente, privándola del sueño, incluso atacándola físicamente, gritando fuertemente desde los armarios o cerrando todas las puertas del hogar de golpe. En una ocasión la mujer fue poseída por los espíritus contra su voluntad mientras cocinaba y estando en trance se produjo un incendio que casi acaba con su vida. La propia Laura dice haber sido testigo de cómo un día, caminando por la calle, su madre fue “levantada del suelo y catapultada” sobre el capó de un coche que pasaba.

La brutal consecuencia para la madre de Laura

Desesperadas decidieron retirarse formalmente del espiritismo y por tanto exigieron a sus “guías espirituales” que se fueran. “Para nuestra sorpresa, se rieron y nos insultaron. Empezaron a atacarnos físicamente. Esto nos dejó perplejos, ya que nos habían proporcionado orientación y amabilidad durante muchos años. Se hizo evidente que nos habían engañado, fingiendo ser benevolentes, cuando en realidad siempre habían sido malvados. Sin embargo, la mayor sorpresa fue cuando incluso nuestros parientes muertos se volvieron contra nosotras. También se burlaron y nos golpearon. Los espíritus nos advirtieron que no podíamos dejar lo oculto, ya que sin saberlo les habíamos dado el control desde el primer día que los invitamos a nuestras vidas”.
 
Durante el segundo año en la universidad, Laura recuerda que la salud de su madre se deterioró. El médico no creyendo en los relatos de actividad paranormal le diagnosticó esquizofrenia y la internó en un hospital psiquiátrico. “Después de meses de fuertes sedantes, para que la dieran de alta mamá deliberadamente les dijo a los psiquiatras que ya no escuchaba voces. Le dieron el alta, pero cuando regresó a casa sufrió más acoso de los espíritus y se suicidó”, confidencia Laura.
 
Renuncié al espiritismo y me convertí a Cristo



En un instante de cordura espiritual Laura pidió ayuda al cielo y suplicó a Cristo su intervención. Tras un proceso de conversión que trajo por primera vez paz a su alma, comprendió la verdad de lo ocurrido a ella y a su madre… “Cuando nuestros parientes muertos y los Guías Espirituales empezaron a atacarnos a mamá y a mí -comenta Laura-, eso indicaba que nos habían engañado, simplemente haciéndose pasar por nuestros seres queridos. Hoy sé es imposible que las almas muertas vuelvan a hablar con nosotros, ya que permanecen en el cielo o el infierno por la eternidad. También sé que los espíritus malignos son ángeles caídos, y que han existido durante siglos poseyendo el conocimiento de nuestras familias y figuras históricas a través de las generaciones. Pueden fácilmente disfrazar su forma maligna para hacerse pasar por nuestra familia difunta o cualquier celebridad famosa que haya vivido. Los espíritus malignos que trabajan a través del espiritismo sirven a Satanás, engañando a la gente para que crean que son sus parientes muertos y sus Guías Espirituales”.
 
Como espiritista Laura creía que Jesús era sólo una fuerza cósmica, parte de la “conciencia universal”, o un gran sanador psíquico. Hoy reconoce a Cristo como el Señor de su vida y le agradece cada día por haberla liberado y sanado. “Me ha dado alegría y paz que simplemente no sabía que existía. Su muy tangible presencia de amor puro es más real que cualquier encuentro poderoso que haya experimentado dentro del espiritismo”.
 

Fuente: Môj príbeh
 

 

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