La olvidada (o desconocida) Epigenética

04 de julio de 2014

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He leído la columna publicada en Portaluz “¿Tienen derecho a adoptar los homosexuales?” de Carlos A. Casanova...

Me parece muy interesante la opinión presentada desde la perspectiva filosófica y el alcance que el autor hace a los filósofos griegos, pero como biólogo creo que es hora de poner sobre la mesa lo que han sido los avances de la distintas ramas de la Biología en las últimas décadas, que dan otro tipo de fundamento para negar a las parejas homosexuales la posibilidad de adoptar menores.
 
Una de estas áreas es la llamada Epigenética, que la podríamos definir de manera libre como el estudio de todos aquellos factores (de variada índole) que pudieran afectar de tal modo la expresión génica de un individuo que si se generalizara, pondrían en peligro la viabilidad de esa especie en el tiempo.
 
Hay varios ejemplos de tipo químico que afectan la expresión génica, como son la ingesta de alcohol por parte de una mujer gestante (se produce el tristemente conocido Síndrome de alcoholismo fetal, que incluye un retardo intelectual evidente) o bien lo ocurrido en las décadas del ’50 y ’60 del siglo pasado con la también tristemente célebre Talidomida, que al ser ingerida por mujeres gestantes produjeron graves teratologías en el desarrollo de las extremidades.
 
Pero no sólo los factores a químicos o el momento del desarrollo embrionario-fetal son los importantes: lo son también los factores psicosociales del entorno, ya fuera del vientre materno, los que afectan en especial en las primeras etapas del desarrollo (conocida es la afirmación “en los primeros dos años de vida se juega todo”), pero también en etapas avanzadas de la vida (pensemos en el síndrome de Estocolmo o en la mujer golpeada que defiende y sigue creyendo en su pareja maltratadora).
 
Es decir, todos los seres vivos están sujetos a los efectos del entorno, pero en el caso del ser humano es especialmente delicado el tema del entorno de crianza, ya que para alcanzar la plenitud psicosocial, que permita alcanzar un grado razonable de felicidad, se requiere tener modelos parentales significativos en muchos aspectos: que sean padres amorosos y que traten con respeto a sus hijos, que sean trabajadores, honestos, con definiciones sexuales diferenciadas muy claras, etc.
 
Si una o más de estas variables falla o es ambigua, entonces viene el problema, ya que ese niño/a que se está desarrollando, tomará como normales esos comportamientos que, como se dijo al comienzo, claramente no le permiten la viabilidad de la especie en el tiempo y le crea una confusión a ese niño, que ya en el corto plazo comenzará a manifestar sus efectos.
 
En efecto, si los modelos parentales son antisociales, entonces es más probable que ese niño/a siga ese modelo, asimismo si el modelo parental es violento, etc.
 
Con esto no se está afirmando que una pareja homosexual necesariamente vaya a abusar de un niño/a entregado a su cuidado, lejos de una postura científica afirmar algo así, ya que sabemos que personas perfectamente heterosexuales pueden ser perfectos abusadores.
 
Tampoco se está afirmando que un niño/a adoptado por una pareja homosexual, necesariamente resulte un adulto homosexual, aunque hay algunos estudios que dejan establecido que la probabilidad aumenta.
 
Lo que se está diciendo es que para alcanzar un desarrollo psicosexual acorde que le permite a la especie ser viable en el tiempo, ese niño/a debe tener modelos parentales claramente diferenciados, de lo contrario entra en una contradicción vital que, por decir lo menos, lo angustia, ya que además ve que la mayoría de sus pares tienen padre y madre. No olvidar que los niños/as lo único que quieren es sentirse integrados en su grupo de pares, no sentir que ellos son algo diferente al resto.
 
La pregunta entonces sería: ¿tenemos derecho a que un niño/a sufra por sentirse distinto/a a sus pares por tener padres del mismo sexo?
 
 

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