Asociación Internacional de Exorcistas publica un testimonio que alerta contra la práctica de la Meditación Trascendental

22 de julio de 2021

"Como cristiano católico, me di cuenta del grave peligro que corría y me dije: «¡Mi maestro es sólo uno, Jesucristo!» (…) me estaban engañando y en un momento dado me enfrenté a esta dramática elección: «¡O cristiano o hindú!»"

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En su portal web de versión en italiano, la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) acaba de publicar “el testimonio de un médico católico” (se reserva la identidad del testigo) que alerta sobre los graves peligros que entraña la práctica de la Meditación Trascendental.
 
La AIE señala que este profesional de la salud “tras ocho años de practicar la llamada Meditación Trascendental (M.T.), cuando estaba a punto de convertirse en profesor de esta técnica, la abandonó porque le pidieron que se arrodillara y se inclinara ante la imagen de un gurú indio”.
 
Entre los llamados “movimientos para el desarrollo del potencial humano” -señala la AIE en su publicación- está la llamada Meditación Trascendental (MT), una técnica que, aunque se llama “meditación”, no tiene nada que ver con lo que ello significa en el cristianismo.
 
Al respecto, la Congregación para la Doctrina de la Fe en su “Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la Meditación Cristiana” firmada por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, enseña en su numeral 2 y 12 que métodos como la "Meditación Trascendental" (MT) expone a los creyentes a “riesgos y errores, de mezclar la meditación cristiana con la no cristiana”. Advierte también la cita del documento que estas técnicas buscan originar…  “experiencias espirituales análogas a las que se mencionan en los escritos de ciertos místicos católicos; otras incluso no temen colocar aquel absoluto sin imágenes y conceptos, propio de la teoría budista, en el mismo plano de la majestad de Dios, revelada en Cristo, que se eleva por encima de la realidad finita; para tal fin, se sirven de una «teología negativa» que trascienda cualquier afirmación que tenga algún contenido sobre Dios, negando que las criaturas del mundo puedan mostrar algún vestigio, ni siquiera mínimo, que remita a la infinitud de Dios. Por esto, proponen abandonar no sólo la meditación de las obras salvíficas que el Dios de la Antigua y Nueva Alianza ha realizado en la historia, sino también la misma idea de Dios, Uno y Trino, que es Amor, en favor de una inmersión «en el abismo indeterminado de la divinidad»”.
 
Lo advertido por el entonces cardenal Joseph Ratzinger en el citado documento fue la nefasta experiencia del médico cuyo testimonio difunde la Asociación Internacional de Exorcistas.
 
La sutil manipulación


 
En su escrito la Asociación nos recuerda que La Meditación Trascendental (MT) fue introducida en Occidente por Maharishi Maesh Yogi, quien fue alumno y secretario durante quince años de Guru Dev, un monje indio que vivió en el siglo pasado y que era un "shankaracharya", es decir, el líder espiritual oficial del norte de la India.
 
Esta técnica -advierte el médico que da testimonio- se ofrece como un ejercicio de meditación que supone un gran beneficio físico y psíquico y el despliegue del potencial mental.  
 
“Se invita -añade el facultativo- a conseguir un pañuelo blanco, flores frescas, pero no se dice que estas cosas se utilizarán para someterse a una ceremonia de iniciación presentada como un simple recuerdo de la tradición de la que se transmite la técnica. De hecho, la persona se presenta en una sala en la que hay velas encendidas alrededor de un cuadro con la imagen de Guru Dev vestido de naranja; el maestro dice de forma muy general que hará una pequeña ceremonia de agradecimiento llamada pujja durante la cual comunicará el mantra. Ofrece delante de esa imagen el pañuelo, las flores y el arroz (este último traído por el propio maestro), y luego, cantando, invoca primero a Guru Dev y luego a todos sus predecesores que vivieron en los siglos pasados. En un momento dado, comunica al iniciado el mantra, una palabra que se le dice es sin significado, pero «llena de energía», que debe pronunciar cada día lenta y mentalmente con los ojos cerrados durante veinte minutos por la mañana y veinte minutos por la tarde (o por la noche) y que llevará la mente a un profundo estado de quietud vigilante. Esta palabra es en realidad el nombre de una deidad hindú. También se le pide que pague una tasa que varía en función de sus ingresos. En 1983 pagué 600.000 libras. Todo esto ocurre el primer día. Durante los cuatro días siguientes, hay que continuar con el profesor meditando sobre el mantra al menos una vez al día, comunicándole si la meditación tiene éxito, cualquier problema o posibles efectos secundarios. Estos cuatro días sirven para afinar la técnica. Nos quedamos con el profesor alrededor de una hora: veinte minutos para la meditación y durante los otros cuarenta minutos vemos algunas cintas con las enseñanzas de Maharishi sobre la MT y se hacen algunas aclaraciones. Al final de los cuatro días se nos dijo: «Ahora eres autosuficiente, medita regularmente por ti mismo. Si quieres, puedes venir cada mes o cada dos meses para comprobar el progreso de la meditación». El chequeo es gratuito. También se insta a meditar el mantra lo más colectivamente posible, porque en grupo, el efecto neurofisiológico, es decir, la sensación de quietud, la relajación profunda y el bienestar general y el potencial mental, aumentaría exponencialmente”.
 
Invocando a los muertos


 
La AIE denuncia que en momentos muy concretos del año, correspondientes al cambio de estación o durante las fiestas cristianas más solemnes como la Navidad y la Pascua o a mediados de agosto, que para los católicos coincide con la fiesta de la Asunción, se invita a los meditadores a participar en retiros llamados "asambleas de coherencia" de 8 o 15 días de duración, organizados cada año en diferentes centros de la M.T. en todo el mundo.
 
Los que perseveran en la meditación (muchos la abandonan por la gran dificultad de insertar esta práctica en el ritmo de la vida cotidiana), al cabo de dos años pueden pasar a las técnicas avanzadas que ya no son enseñadas por un profesor, sino por un instructor indio formado personalmente por Maharishi.
 
Pero, además, está la M.T. SIDDHI cuyo aprendizaje comienza con la repetición de la pujja, la ceremonia de agradecimiento. “De nuevo hay que llevar un pañuelo, flores frescas y arroz, y se vuelve a llevar ante la imagen de Guru Dev, al que se invoca con una canción junto con todos sus predecesores”, dice el médico.
 
Durante el curso SIDDHI, que tiene lugar cuatro sábados al mes, más quince días de residencia en una academia Maharishi, los mantras ya aprendidos en la MT se complementan con los aforismos de Patanjali, un filósofo indio que vivió hace unos 2000 años y que desarrolló toda una serie de técnicas llamadas "siddhi", que son numerosas y de las que el movimiento Maharishi ha seleccionado una veintena. Por "siddhi" se entienden las virtudes y "capacidades", o más bien "poderes", a los que hay que dar nombre (casi se podría decir "llamar"), tras repetir el mantra durante 20-25 minutos. Sin embargo, esto alarga la meditación de una hora a una hora y media por la mañana y lo mismo por la tarde.
 
El curso para ser “Maestro”


 
El objetivo del curso SIDDHI -puntualiza el médico que da testimonio- no es sólo un aumento de las "facultades mentales" y del rendimiento físico como en la MT, sino precisamente la consecución de estas "virtudes" particulares (por ejemplo, la amistad, la compasión, etc.) y la manifestación de poderes particulares considerados como un desarrollo normal de las potencialidades mentales a las que se pueden asociar "experiencias" como la levitación en sus diversas etapas, la consecución de la "luz interior", etc.
 
“Los que son constantes y avanzan en la ‘meditación’ asistiendo a todos los retiros, cursos y asambleas son fácilmente invitados a convertirse en maestros. Y eso es lo que se me ofreció después de ocho años de fidelidad absoluta. El curso para profesores duraba un año e incluía ocho meses de retiro con total aislamiento del mundo exterior (cada año se celebraba en un país diferente): una hora y media de meditación dos veces al día y el resto del tiempo se dedicaba al estudio, para el que se utilizaban mucho las cintas de vídeo con las enseñanzas de Maharishi”.
 
Engaños que llevan a la idolatría
 
Durante esos ocho años -confidencia el médico que ha ofrecido su testimonio a la AIE- se acercaba cada vez más al mundo de la espiritualidad védica (hinduismo); y aunque seguía yendo a la iglesia, participando en la Santa Misa y confesándose, era evidente que se alejaba cada vez más de la fe católica.
 
“En los primeros días, al comenzar la MT, cuando la matriz hindú de esta práctica aún no era evidente para mí -recuerda el médico citado por la AIE-, había pedido consejo a un sacerdote, describiéndole lo que estaba haciendo, y él me dijo: «Si te hace bien, si no te hace daño, si te beneficia, no puede ser malo». Sólo hoy me doy cuenta de lo engañosa que fue esta afirmación del sacerdote -evidentemente, al igual que yo, desconocedor de la verdadera identidad de la M.T.-, ya que al juzgar esa práctica como buena por sus beneficios psicofísicos, no me di cuenta de que me había introducido inconscientemente en el hinduismo (...) Como resultado, un fuerte conflicto interior comenzó a perturbarme enormemente. El conflicto llegó a su punto álgido cuando después de los primeros ocho meses de mi retiro me dijeron que durante la ceremonia de agradecimiento a la que debería someterme de nuevo, tendría que honrar en algún momento a Guru Dev y a toda la línea de gurús que le precedieron arrodillándome e inclinándome y que tendría que entregarme completamente a Guru Dev como mi maestro.  Esta ‘novedad’ era necesaria para que, una vez convertido en maestro, pudiera transmitir a los demás el conocimiento que supone la técnica de la M.T., introduciéndolos en ella con la pujja, durante la cual yo llamaba a su vez a Guru Dev y a todos los gurús anteriores de forma propiciatoria para poder comunicarles luego el mantra”, afirma el médico.


 
Ante el conflicto que todo aquel ritual le provocaba, el doctor dice que conversó con otro sacerdote que, a diferencia del anterior, finalmente le ayudó a abrir los ojos.  “En ese momento me pregunté dónde me había metido exactamente. Como cristiano católico, me di cuenta del grave peligro que corría y me dije: «¡Mi maestro es sólo uno, Jesucristo y no Guru Dev!» El tener que hacer ofrendas propiciatorias como flores, arroz y pañuelo, el tener que repetir como la letanía de los santos, todas las generaciones anteriores de gurús, el haber visto también comportamientos inmorales entre los miembros del movimiento y la incapacidad de distinguir entre el bien y el mal, me hizo hacer mi propia consideración y me dije: «¡No! Ante un acto que considero religioso, me detengo. Mi religión es el catolicismo y no el hinduismo». No completé el curso para profesores y confié en la ayuda de los sacerdotes.  Me di cuenta de los beneficios neurofisiológicos que estaba obteniendo, pero al mismo tiempo me di cuenta de que me estaban engañando y en un momento dado me enfrenté a esta dramática elección: «¡O cristiano o hindú!». Para mí, este aspecto debe ser aclarado desde el principio a los que abrazan la M.T., haciéndoles conscientes de cuál será el fin y el propósito de la M.T. De hecho, uno se ve atraído por promesas muy seductoras de bienestar físico y mental y de mejora de la memoria, la capacidad de atención, la capacidad de trabajo y la creatividad, se ve fuertemente fascinado por la promesa de adquirir poderes excepcionales, y luego se encuentra completamente vaciado de su marco mental cristiano y alejado de las verdades reveladas por Dios en Cristo Jesús y enseñadas por la Iglesia. He visto a muchos católicos que han abandonado el catolicismo para adherirse totalmente a estas enseñanzas: si asistían a misa los domingos empezaron a dejar de hacerlo; si se confesaban ya no lo hacían; empezaron a tener grandes confusiones doctrinales, a considerar erróneos los dogmas de la fe católica y las enseñanzas de la Iglesia y a cuestionar el valor de los sacramentos”.
 
La trampa de Satanás
 
Además -recuerda el médico- existía una ambigüedad a la hora de identificar en el plano moral lo que era bueno y lo que era malo. Se promovía en cambio, no hacer nunca lo que cada cual consideraba malo. Cuestión, dice el profesional, que llevó a graves consecuencias en el plano moral, ya que la gente llegó a considerar bueno lo que les parecía aportaba bienestar, realización, placer y malo lo que negase el bienestar, la realización, el placer.
 
“Con esta mentalidad, uno podría incluso considerar lícita una unión sexual extramatrimonial, simplemente por el placer que parece proporcionar, e incluso abandonar a su cónyuge por ello. Jesucristo, en cambio, me enseña la indisolubilidad del matrimonio. Mi fe católica me dice: «Defiende el bien de tu matrimonio a cualquier precio». Los Mandamientos me dicen: «No cometerás adulterio, no codiciarás la mujer de tu prójimo, no cometerás impureza». Me impresionó mucho ver lo extendido que estaba en el movimiento de la MT”. Entonces me preguntaba: ¿Qué sentido tiene practicar esa técnica, sentirse mejor física y mentalmente y luego destruir el matrimonio?".
 
“Ocho años de M.T. me han hecho comprobar que me he desvinculado de cualquier referencia moral anterior …  En este punto saco una conclusión: No niego los beneficios neurofisiológicos, pero la trampa es precisamente estos beneficios. ¿De dónde vienen? ¿Quién me los da? Si son beneficios neurofisiológicos que implican sólo el aparato anatómico, el sistema nervioso central, los órganos periféricos, ¿por qué también cambia mi conciencia? ¿Por qué me causa un conflicto con mi fe católica, que para mí no debe oponerse ni cuestionarse? Es evidente que no sólo hay un efecto neurofisiológico, sino también efectos perturbadores de otro tipo, efectos espirituales de los que no se está prevenido y que tarde o temprano se manifiestan cuando se practica la M.T. durante cierto tiempo. Una larga reflexión me ha llevado a creer con certeza que los beneficios experimentados no son correlativos a la pura técnica, sino a otra cosa, o más bien a alguien que sólo puede ser aquel a quien Jesucristo llama en el Evangelio ‘el padre de la mentira’, es decir, Satanás”.
 

Fuente: AIE

 

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