¿Cómo rehacer la propia vida tras estar en una secta?

06 de julio de 2018

Psicólogos expertos en sectas lo explican a raíz de la liberación de la joven española Patricia Aguilar en Perú.

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El pasado 4 de junio la policía de Perú detuvo al líder sectario Félix Steven Manrique, gurú de un pequeño grupo gnóstico que se autodenominaba “Príncipe Gurdjieff” y que captó, entre otras jóvenes, a la española Patricia Aguilar, que ha sido liberada junto con otras mujeres peruanas y sus hijos, menores de edad. La misma Patricia tiene un bebé de un mes que sería hijo del líder.

¿Podemos decir que se ha llegado al final de la historia sectaria de Patricia? ¿Qué es lo que toca hacer ahora? Hemos hablado con algunos psicólogos expertos en sectas para entender más lo que ha pasado y lo que va a venir… y lo que se puede aprender para otros casos.

Está en una cárcel sin barrotes



Álvaro Farías, integrante de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), lo tiene claro: según las declaraciones anteriores de Patricia (en imagen adjunta), “se encuentra en el estado de alienación mental típico de un adepto a una secta, quien ha sido sometido a un proceso de reforma del pensamiento, manipulación psicológica o lavado de cerebro”.

Por ello, este psicólogo uruguayo afirma que “si el ingreso a una secta es la consecuencia de un proceso, la salida también será a consecuencia de un proceso”. De hecho, “si bien a esta altura Patricia está físicamente libre, todavía puede estar en esa cárcel sin barrotes que suele ser la pertenencia a una secta”.

Algo parecido sostiene Margarita Barranco, psicóloga de la asociación española RedUNE: “lo que ha llegado al final es el contacto directo con el líder”, pues en lo que respecta al recorrido sectario de la joven captada “todavía está por ver si ha llegado al final o no”, ya que se desconoce el grado de manipulación ejercido por el líder, “qué técnicas ha utilizado, cómo las ha utilizado y qué consecuencias y efectos han tenido en Patricia”. 

Según la psicóloga Karmele Sayans, integrante también de RedUNE, “incluso en el mejor de los casos –a saber, que hubiese abandonado Patricia de forma voluntaria– ahora empieza el proceso de rehabilitación, en el que la secta está muy presente a la hora de trabajar”.

Las consecuencias de la manipulación sectaria

Margarita Barranco destaca el dato del aislamiento de Patricia, por lo que “se va a sentir totalmente desubicada y fuera de lugar, le va a costar volver a confiar en las personas”. También encontrará dificultades a la hora de tomar decisiones, ya que “hasta ahora el que ha tomado las decisiones ha sido el líder, y se va a sentir muy insegura y con miedo, además de sola y desplazada”. Además, “necesitará tiempo para ella misma, algo que le ha faltado al estar bajo la influencia de este señor”.

Álvaro Farías recuerda que estamos ante el caso de un sujeto “claramente psicopático y manipulador”, y además del abuso psicológico grupal ya señalado “podemos suponer que Patricia haya sido sometida a violencia física y a violencia sexual, además de una dieta pobre en nutrientes y con la ingesta de alucinógenos potentes como la ayahuasca”, con importantes consecuencias para su salud física y psíquica.

En un año y medio de convivencia con el autodenominado Príncipe Gurdjieff, según Karmele Sayans, la joven adepta “se habrá integrado perfectamente en el delirio del gurú”, hasta el extremo de que “acaba de tener un hijo con este hombre”, por lo que “la clave del caso es el propio bebé”, asegura esta psicóloga que trabaja con menores.

El psicólogo Carlos Sanz se fija en los síntomas que puede desarrollar el ex adepto de una secta, “en un rango muy amplio, desde el trastorno de adaptación hasta síntomas de trastorno de estrés post-traumático (pesadillas, insomnio, hipervigilancia, flashbacks, es decir, revivir sucesos acaecidos en el grupo sectario con un inusitado realismo, etc.)”.

¿Qué se puede hacer ahora?

“Tanto Patricia como su familia necesitan ahora ayuda de profesionales que entiendan del tema y sepan cómo desmontar todo el proceso y puedan recuperar su vida, llegando a pensar ella por sí misma, entendiendo lo que se le ha hecho”, explica Margarita Barranco. Por eso “el trabajo que queda es todavía largo”, y precisa del apoyo incondicional de su familia.

Además, recomienda que esté lejos de la influencia del gurú, cortando todo contacto con él, para que sea más fácil la recuperación, ya que “en el momento en el que deje de tener esa influencia, será cuando ella empezará a poder recuperarse”.

Álvaro Farías reitera la importancia de un tratamiento profesional adecuado “una vez estudiada desde el punto de vista médico, repuestas sus fuerzas físicas con una buena alimentación y descanso” de manera que se pueda lograr, con la psicoterapia, “una plena recuperación de la violencia psicológica a la que ha sido sometida”.

Ahora toca activar dos sistemas de protección, según Sayans. “El primero hacia Patricia, como víctima de la manipulación sectaria, y el segundo de cara al bebé”, desprotegido por las circunstancias de una madre todavía adolescente –y, además, afectada por su pertenencia a la secta– y del perfil psicológico del padre.

Y a largo plazo, como señala Carlos Sanz, hay que “dirigirse precisamente a cubrir aquellos aspectos que son los que llevan a las personas a ser vulnerables a la captación”, aspectos entre los que destaca “la soledad, la depresión, las dificultades sociales, la dependencia, la baja autoestima, la baja tolerancia a la frustración”.

¡Se puede salir de las sectas!

Sanz también afirma que, aunque parezca exagerado, “salir de una secta podría asimilarse a regresar desde otro planeta”, con el shock que supone pasar “de un entorno comunitario constante hacia uno que predica implícitamente la individualidad, de estar con un líder que tiene (o dice tener) todas las respuestas hacia un mundo en el que muchas veces no se aportan soluciones completas ni satisfactorias, de vivir con la tensión de un objetivo grandioso y escatológico a sobrellevar las tareas cotidianas de todos los días”.

El mensaje final de Margarita Barranco es claro: Patricia, como cualquier ex adepto de una secta, “se puede recuperar, puede hacer una vida normal y corriente, puede volver a aprender a quererse, tomar decisiones y pensar por sí misma. Con la ayuda familiar, será más rápida la recuperación”. Porque “se puede salir de un grupo sectario y rehacer la vida”.

 

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