Dios consolidó sus vidas

Con 50 años reciben la primera comunión y matrimonio. Aseguran es "una gracia por el Año de la Fe"

14 de febrero de 2014

Treinta años transcurrieron y en el altar estaba Dios esperando por ellos.

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El jueves 22 de agosto de 2013 la parroquia Inmaculada Concepción de Lafayette en Estados Unidos se encontraba repleta de personas que serían testigos del matrimonio entre Natividad García y Guadalupe García. Ambos, ya han superado la barrera de los cincuenta años. Por primera vez recibirán el sacramento del matrimonio y también la Eucaristía. 
 
En la ceremonia estuvo presente el grupo de oración del que participan… también sus hijos Enrique, Armando y Vanessa los acompañaban. Natividad, el esposo, relata al periódico Pueblo Católico que pese a los años, el enlace corona lo que ellos mismos catalogan como una “gracia recibida en el Año de la fe”.
 
Atrapados por los sueños ‘del mundo’
 
Ambos habían emigrado a comienzos de los 80 desde la ciudad mexicana de Juárez (México) a Denver en Estados Unidos. “Al principio de nuestro matrimonio que fue por el civil, todo era paz y amor”, dice Natividad, el esposo. Pero agrega que enfrentar en una tierra ajena “los conflictos de nuestra relación”, puso muchas veces en riesgo el proyecto de familia.
 
Ambos gustaban de asistir a misa, pero el apego, ansiedad y tensiones por alcanzar el sueño americano pasaron la cuenta a la relación de familia y se produjo el distanciamiento de Dios. “Comencé a involucrarme con personas que les gustaba beber alcohol –señala Natividad- y yo también comencé a beber y a fumar. Así comenzó el infierno en nuestro hogar. Mi esposa y yo siempre estábamos discutiendo, ella se enojaba mucho conmigo porque yo bebía y lo hacía a diario. Mis hijos, aunque no decían nada, también sufrían. El infierno era tan grande que estuvimos a punto de separarnos”.
 
Dios actúa a través de la esposa
 
Guadalupe lejos de quebrarse en su fe buscó respuestas a lo que ocurría profundizando una íntima relación con Dios por medio de la oración y así se acogió al grupo de alabanza en la parroquia Inmaculada Concepción. Natividad, ciego, no entendía las opciones de su esposa… “Eso me molestaba mucho, y cada vez que ella iba, era motivo de enojo y discusión, al punto que la amenacé diciendo que si seguía yendo a su grupo, yo me iba de la casa o se iba ella”.
 
Sin claudicar, un día Guadalupe insistió en invitar a Natividad. Él se resistía, pero ella sabia le dejó una puerta abierta… “Me dijo que si no me gustaba, podía salirme de la reunión. Fui a su grupo de oración y cuando llegué, me llamó la atención que todos se veían muy contentos y se saludaban con mucho amor. Cuando comenzaron las alabanzas pensaba que todos estaban locos. En el momento de la predicación, todos escuchaban atentamente. Ellos conocían a Dios y yo no”.
 
La experiencia tocó el ser íntimo del hombre y fue el motor de una serie de acontecimientos providenciales. “Cuando regresé a casa sentía que era yo quien estaba obrando mal. Necesitaba a Cristo Jesús en mi corazón, en mi familia, en mi hogar, y decidí cambiar. Primero dejé de beber y cada jueves iba a la reunión. Por esos días, el 12 de diciembre, cuando celebrábamos a Nuestra Señora de Guadalupe, sintiendo esto en lo profundo de mi alma, le regalé a mi esposa una biblia y ella se sorprendió mucho. Yo sólo quería llorar”.
 
Pasaban el tiempo y sin saber cómo surgió en Guadalupe el deseo de recibir el Sacramento de la Eucaristía. “Yo también quería –confiesa Natividad- sólo que no me atrevía a decirle nada; siempre íbamos a misa pero no podíamos comulgar porque no habíamos hecho la primera comunión ni estábamos casados por la Iglesia”.
 
La decisión se hizo realidad el jueves 22 de agosto del pasado año 2013. “Decidimos hacerlo en este día de la semana pues es cuando nos reunimos en el grupo de oración y es cuando conocí a mi Dios”, relata un emocionado Natividad. “Mi hija me acompañó al altar, y mi esposa se veía hermosa, la veía igual de hermosa que cuando éramos novios. Cuando terminó la ceremonia tenía muchas ganas de llorar, pero llorar de gusto, de alegría”.
 
 

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