Anthony Levatino

Un Obstetra denuncia el por qué hay médicos dispuestos a practicar abortos y cómo lo hacen

18 de marzo de 2016

Aunque realizar un aborto es una práctica que atenta contra la vida humana y ello involucra negar la deontología de la profesión médica; la seducción del dinero, mediada por una autocomplacencia filosófica compran conciencias, afirma desde Estados Unidos Anthony Levatino. Él fue alguna vez parte del negocio.

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El Dr. Levatino comenzó a realizar abortos en 1977 en el estado de Nueva York, como parte de su formación en Obstetricia. Tras graduarse en 1980 continuó practicando abortos, primero en Florida y después en Nueva York. En testimonio difundido originalmente por el portal Pro Life Action, cuenta que eliminó bebés de pocas semanas hasta otros de 24 semanas incluso, mediante técnica de envenenamiento-quemar por solución salina u otras más cruentas como la conocida bajo las siglas “D y E”, que involucra dilatar la cérvix de la madre y extraer (destrozando) por trozos al bebé. “…Sé que he hecho cientos de procedimientos… con las pinzas en la mano, ingresando en el útero de alguien y arrancando a un bebé”, puntualiza con explicito dolor y arrepentimiento este médico.

Eran alrededor de 1.200 los abortos que llevaba a su haber en cinco años el médico obstetra Anthony Levatino, cuando su hija murió brutalmente en sus brazos. Este hecho lo cambió todo.
 
Por qué hay médicos dispuestos a realizar abortos
 
¿Por qué los médicos realizan abortos?, interpela este profesional. Sin dudarlo reconoce que en primer lugar lo hacen por dinero y aplastando la propia conciencia bajo un discurso que desconoce los derechos del no nacido, su calidad de ser humano desde el momento de la concepción. “Es rentable, sí, ¡hay mucho dinero en esto! Obtienes mucho dinero haciendo abortos… He escuchado muchas veces a otros obstetras decir: Bueno, yo no soy realmente pro aborto, estoy a favor de la mujer. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto?... Que de alguna manera la destrucción de una vida es para apoyar a la mujer. Una gran cantidad de obstetras usan esa justificación para sí mismos. Yo solía hacerlo. No es difícil convencerse de ello”.
 
“Durante mi residencia de obstetricia (formación en la especialidad), al menos una o dos veces a la semana, me correspondía hacer hasta seis abortos en una mañana usando la técnica de aspirado conocida como D & C”, recuerda.

Este es un procedimiento también conocido como de “succión y curetaje”. Dilatan la cerviz de la madre hasta que está lo suficientemente ancha como para introducir una cánula en su útero. La cánula es un tubo plástico hueco que se conecta a un tipo de bomba al vacío mediante una manguera flexible. Quien está realizando el aborto desplaza la punta de la cánula por la superficie del útero causando que el bebé se despegue y sea absorbido por la bomba, ya sea completo o en pedazos. El líquido amniótico y la placenta, son de igual modo extraídas por ese tubo. Cualquier parte que haya quedado en el interior de la madre, es raspada del útero por un instrumento llamado cureta. Después de esto, se le da otra pasada al útero con la máquina que succiona, para asegurarse que ninguna parte de la criatura quedó dentro de la “madre”.

Al realizar estos procedimientos “tuve algunas complicaciones, como todo el mundo. Úteros perforados, sangrados, infección… Sólo Dios sabe cuántas de esas mujeres son estériles ahora”, reconoce el profesional.
 
El aterrador procedimiento de aborto por Solución Salina
 
Levatino recuerda que ya en su período de formación le causaba conflicto realizar estas prácticas. En especial vivía “un conflicto tremendo”, dice, al practicar la técnica de inyectar una solución salina a la madre. “Veías nacer un bebé entero (muerto por envenenamiento y buena parte de su cuerpo quemado)… y a veces estaban vivos. Era algo aterrador que me revolvía el estómago y afectaba mi vida…”

La contradicción interior era brutal pues desde hacía algún tiempo el doctor Levatino y su esposa habían descubierto que eran infértiles. Llevaban dos años de casados y anhelaban ser padres. “Empezamos a buscar desesperadamente un bebé para adoptar, cuando yo estaba tirando a la basura, a razón de nueve o diez bebés a la semana…”
 
Obstetricia y aborto en conflicto
 
Es común que la práctica profesional de un obstetra involucre ayudar y acompañar a las personas que desean ser padres. Una máquina de ultrasonido es una herramienta habitual, de la cual se sirven para esa tarea que busca el cuidado de la salud de la madre y del ser humano que se va gestando en su vientre.

La certeza de que no es un mero “producto” lo que habita en el vientre  de una madre (como acaba de afirmar en Chile este 16 de marzo la Diputado comunista Karol Cariola, defendiendo el proyecto pro aborto de la presidenta Michelle Bachelet) es clara para este obstetra. “Como médico sabes que son niños; que se trata de seres humanos con brazos, piernas, cabeza y que se mueven, son muy activos… Cada vez que escaneas hacia abajo en el útero de alguien lo reafirmas. ¡Porque ves los niños allí, corazones palpitantes, brazos alzándose! …No hay mejor noticia para mí que mostrar un latido del corazón y decir: Su bebé está bien. Lo haces como obstetra todo el tiempo… Y entonces, una hora más tarde, cambias tu ropa, entras en una sala de operaciones y haces un aborto. Si tienes algo de corazón, te afecta”.
 
Padres y abortistas
 
Finalmente y después de pasar por varias agencias de adopción sin éxito, Levatino y su esposa decidieron contactar personalmente a los 45 obstetras de la ciudad confiando en que alguno de ellos tuviera información de “un bebé disponible para adopción privada”. Tras cuatro meses de espera, la estrategia dio resultado. “Un día recibimos una llamada, nunca olvidaré ese día. Tres días después habíamos adoptado una saludable pequeña niña. Estábamos felices. La llamamos Heather”.
 
Crece la familia, aumentan los abortos
 

Tras graduarse Anthony se asoció con un ginecólogo que era conocido por su habilidad en la técnica de abortos “D&E”  que extrae por trozos a los bebés. El negocio crecía y en paralelo la familia también, pues contra todo pronóstico la esposa quedó embarazada y nació un hijo. Anthony no estaba cómodo con su trabajo, pero necesitaba el dinero -se dijo a si mismo- y así permaneció en ese negocio oscuro los años siguientes…
 
Experimentar la muerte de su hija lo cambió todo

La vida parecía buena para Anthony y su esposa. Eso hasta el 23 de junio de 1984. Tenía turno ese día, pero estaba aún en casa compartiendo con algunos amigos antes de partir. Los hijos de todos jugaban en el fondo del patio. “A las 7:25 de la noche, oímos el chirrido de los frenos en el frente de la casa. Corrimos fuera y Heather yacía en la carretera. Hicimos todo lo que pudimos, pero ella murió. Cuando pierdes un hijo, tu hijo, la vida es muy diferente. Todo cambia. De repente, la idea que tenías de la vida de una persona se vuelve muy real. No es un curso de embriología más. No es sólo un par de cientos de dólares. Es la cosa real. Es tu hija a quien entierras…”

Después de ver morir y enterrar a su hija de seis años, el sólo pensar en tomar las armas para eliminar vidas humanas era una tortura para este obstetra. “Yo perdí a mi hija, alguien preciosa para mí y ahora iba a tomar al hijo de alguien destrozándolo, desgarrándolo desde su vientre. Yo estaría matando al hijo de alguien. Me empecé a sentir como un asesino a sueldo. Eso es exactamente lo que era…”

El doctor Anthony Levatino abandonó toda práctica de aborto y desde el fallecimiento de Heather comenzó a dar su testimonio en defensa de la vida en diversos medios de comunicación y conferencias públicas que están disponibles online y en sitios web como Pro Life Action League, Priests For Life, Life News y ahora aquí, en Portaluz.



 
 

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