En el nombre de Jesucristo

Exorcista monseñor Mancuso, reconoce que Papa Francisco le envió personas que requerían exorcismos

01 de noviembre de 2013

Compartir en:



Monseñor Carlos Alberto Mancuso, es el exorcista oficial en la Arquidiócesis de La Plata (Argentina). Hijo del inmigrante siciliano Salvador Mancuso y de María Estela Alessi, Carlos Mancuso se crió en Los Hornos junto con una hermana, Luisa Alejandra, que hoy es monja. De sus días de infancia recuerda que ambos vivían "devotos y obedientes", entre oraciones. Tenía apenas 17 años cuando inició su camino hacia el sacerdocio ingresando al Seminario Menor “Nuestra Señora de Luján”. Pero fue en 1984 cuando inesperadamente se definió su futuro como sacerdote exorcista. Un par de amigos suyos, también sacerdotes, pidieron su opinión para dos casos de posesión demoníaca ya acreditada que estaban asistiendo. “Fui como sacerdote de consulta y ahí comenzó todo”, señala Mancuso al iniciar una interesante entrevista realizada por el periodista colombiano José Alberto Mojica y publicada en diario El Tiempo de Colombia.
 
Este destacado obispo argentino a sus 79 años tiene aún energías suficientes para combatir al demonio. El 29 de octubre pasado denunció “El auge mundial del satanismo” en una vibrante conferencia realizada durante la “Exposición del libro Católico” en La Plata. Pero no sólo dicta conferencias y exorciza al demonio, sino que también predica retiros, ejerce como canónigo de la Catedral, es confesor de una comunidad de Carmelitas y también de los futuros sacerdotes del Seminario en su Arquidiócesis.
 
Exorcista colaborador de Papa Francisco

Tan valorada es su labor como exorcista que el propio Papa Francisco, cuando era el Cardenal Arzobispo de Buenos Aires, le enviaba casos de posesos, “porque no tenía exorcistas en Buenos Aires. Me los enviaba a La Plata, que queda a una hora; hacíamos ese servicio y quedaba muy agradecido”, señala el obispo a diario El Tiempo.
 
Dice Mancuso que nunca ha sentido miedo de enfrentar al demonio. “Dios le da a cada hombre –explica- la cualidad que necesita para desempeñar su oficio. Si a mí el Señor me puso para hacer exorcismos, se hizo cargo de revestirme de un manto y una habilidad para mantenerme sereno en medio de la dificultad”.

No juegues con el fuego del demonio...
 
Advierte este exorcista que hoy existe mucha imprudencia pues las personas se exponen a la acción maligna que despliega el demonio en el mundo. “No hay que practicar magia, ni espiritismo, ni el tarot, no consultar adivinas ni curanderos. Eso le abre puertas al diablo”, señala el exorcista. Y agrega enérgico que el demonio si bien “es un perro, atado, que ladra pero no muerde, si usted le pone la mano, el perro le va a dar un mordisco. Porque no quiere que usted esté pateando su verdadero hormiguero y se defiende”.
 
En la entrevista ya referida Monseñor Mancuso recuerda también lo vivido en aquellos dos primeros casos que lo iniciaron en este apostolado…
 
“Era un muchacho que se revolcaba y que bramaba como un cerdo. Pero esa primera vez no pudimos hacer nada, hubo necesidad de otro exorcismo, porque ‘tomó la de Villa Diego’, como decimos en Argentina. Es decir, salió huyendo. El otro fue de una muchacha que había sido embrujada por la mamá del novio, que no quería que se casara con el hijo. Fue adonde un hechicero y le encargó una torta, le puso un encantamiento y quedó endemoniada. Pensaba que así el hijo la iba a rechazar, cosa que no sucedió, porque el amor lo vence todo”.

El demonio reconoce al exorcista...
 
“Reitero que en esos dos casos yo fui como observador. A ambos hubo que hacerles varios exorcismos. Pero con la chica pasó algo muy especial. Un sacerdote chileno era el que estaba dirigiendo todo, pero cuando llegué, el demonio, a través de la chica, se puso furioso y me gritó: «¡Fuera, basura!». Y me escupió. Con el chileno no tenía ningún problema. Sabía que algún día tendría esa misión. Él (demonio) sabe distinguir al exorcista de quien no lo es”, recuerda. Y agrega que luego que el demonio forzara a la posesa a escupirle y puesto que el escupitajo no le alcanzó…
 
“Le dije con ironía: «¿Ni fuerza para escupir tenés vos?», cosa que al demonio lo encabrita, porque es muy soberbio. Le muestro la cruz y le digo: «Este te va a derrotar, te va a hacer salir». Y él me dice: «A ese yo ya lo derroté». Le respondí: «¿Ah, sí?, eso lo vamos a ver después». Y me atacó el estómago, con un dolor que no era propio en mí”.

Las astucias del demonio
 
Dice este Obispo que son cientos los casos que ha debido atender tras tres décadas de servicio. “En todos los países hay endemoniados –precisa-, hay demonios por todas partes, aunque están escondiditos”. Aunque el discernimiento no es sencillo dice que siempre ha podido discriminar cuando se trata de una auténtica acción del demonio como cuando lo que vive la persona tiene causas mentales o fisiológicas que deben ser resueltas por los profesionales de la salud.
 
“Una vez fui a un hospital, donde había un ingeniero endemoniado. Luego me enteré de que a la hermana de él, que era una docente, otra compañera que la odiaba le había mandado una caja de bombones que había pasado por las manos de un hechicero. Y este hombre se los comió. Y el demonio, que tenía que entrar en esa mujer, entró en este hombre. Lo llevamos al altar, lo tuvimos entre seis sacerdotes y lo exorcizamos”.

El exorcista combate en nombre de Jesucristo

 
Precisamente, a diferencia de otros exorcistas que amarran a sus particulares “pacientes” para evitar que el demonio los fuerce a dañarse a sí mismos o a terceros, este obispo exorcista prefiere situar a la persona sobre una alfombra, boca abajo, recostada la cabeza en una almohada y que su equipo de ayudantes la sostenga durante el rito…
 
“El Ritual (de exorcismos) que yo utilizo es de 1614 –apunta-. Es una oración que la Iglesia pone en boca de los sacerdotes para conjurar y expulsar al demonio que está poseyendo a una persona y dejarla libre de todo sufrimiento. Hay gente que acude a curanderos y a otro tipo de ritos y eso es muy peligroso, porque salen de las llamas y se tiran a las brasas. Solo hay que ir a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, que es la que tiene la facultad que Jesucristo, Nuestro Señor, entregó a los santos apóstoles”.
 
Puntualiza Mancuso que algunos endemoniados requieren varias sesiones de exorcismo, según fuere el tipo y cantidad de demonios que le atormentan. “El diablo es uno solo, pero tiene una especie de legión de demonios –aclara-. No hay un solo demonio, son muchos. Pero Satanás, Lucifer, o como se le llame, es el superior. Y después hay miles de demonios subalternos”.
 
Pero aunque puedan ser distintos, uno, dos o varios los demonios… durante el rito –señala el exorcista- todos ellos reaccionan con igual furia y soberbia. “Miro los ojos de los endemoniados y el diablo no puede sostener mi mirada. Lo miro, el otro mueve la cabeza. Al demonio hay que hacerle la vida lo más intolerable posible; si no, no se va nunca”.
 
Ya al finalizar, Monseñor Mancuso refiere algunos detalles de las oraciones de liberación (no exorcismos) más recientes que realizó, hace pocos días, durante su visita a Colombia…
 
“He visto a un chiquito, a una chica y a un hombre, tres posesos ‘machazos’. Un chiquilín de 8 años que, sabrá Dios qué cosa habrá visto en televisión y quedó poseso. ¿Y cómo se da cuenta la familia? Porque comienza a insultar, a dejar de comer, a no querer que recen. Le faltaba la Primera Comunión. Cuando le fui a dar la bendición, que le di varias, el chico me gritó: «¡Basta de bendiciones!»…”
 
“Luego en caso de la muchacha, cuando empezamos la oración de liberación, empezó a gritar, se cayó y me la llevaron una vez terminada la ceremonia. Había policías y les pedí que la sostuvieran. En La Plata yo tengo a veinte muchachos que me ayudan. Cuando empecé las primeras palabras de la oración, ella vociferó; me di cuenta de que estaba endemoniada, seguí la ceremonia, pero me detuve porque esto no sirve, porque si una persona está endemoniada, con una oración no se va a curar…
 
“El hombre fue alguien que me siguió en el avión, desde Cúcuta, y se me presentó: «Estoy muy mal desde hace tiempo». Empecé a orar y él empezó a alterarse, a querer huir. Le dije: “«Usted está endemoniado». A todos les he sugerido que acudan a sus obispos y pidan ayuda urgente”.
 
Para quien desee conocer mayores detalles del apostolado de este obispo exorcista, puede encontrar abundante información en su libro biográfico: “Mano a mano con el diablo. Crónicas de un cura exorcista” (pulse para ver).

 

Compartir en:

Portaluz te recomienda