Científicos encuentran rastros de un milagro atribuido a San Francisco de Asís

06 de octubre de 2017

Este particular evento que vincula el amor de Dios por el santo, ha recobrado nuevos bríos debido a la ciencia. Este año 2017 un grupo de investigadores llevó a cabo una serie de pruebas…

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El año 1222 Francisco, el santo pobrecillo de Asís, peregrinaba por Italia con algunos hermanos hacia la cueva del monte Gargano, allí donde el arcángel San Gabriel se había aparecido. Era invierno y les sorprendió la noche en el bosque de Folloni (Montella, Italia).
 
No temió Francisco la nevada que caía, ni a los bandoleros que se decía controlaban la zona. Con sus hermanos se recostaron a descansar al abrigo de un añoso roble, bajo cuyas ramas ni un solo copo de nieve cayó. A la mañana siguiente enterados de lo ocurrido, los habitantes de Montella pidieron al santo quedarse con ellos. Pero Francisco siguió su camino, accediendo solo a dejar allí a los dos hermanos que le acompañaban. Les indicó  construyeran una iglesia dedicada a la Santísima Virgen María y un lugar donde pudieran vivir.
 
La belleza de un saco de pan
 
Dos años después, nuevamente el invierno golpeaba con fuerza a la región. La nieve cayendo durante varios días seguidos formó una capa tan alta que impedía cualesquier comunicación entre el monasterio, situado en el boscoso sector de Folloni, y los habitantes de pueblos cercanos como Montella, Bagnoli y Cassano. En ese trance los frailes ya no podían recibir limosna diaria -alimentos- de la que vivían y aceptando que iban a morir de hambre, se unieron a orar ante la imagen de Cristo Crucificado.
 
El tañer de la campana situada en la puerta de entrada al convento los sorprendió y pensando que sería alguien perdido en medio de la nieve, uno de los hermanos corrió para abrir. Nadie había en la puerta, ni huella impresa en la nieve. Es entonces que se fija en un gran saco colocado al lado del portal. Al abrirlo descubre emocionado que estaba lleno de pan, todavía caliente, como si acabaran de sacarlo del horno. Todos los frailes agradecieron a Dios el extraordinario suceso que los salvaba de la muerte. Sólo tras unos momentos se percataron que en las cuatro esquinas del saco estaban bordados los lirios de Francia…

Lirios de Francia
 
Cuentan los cronistas que en las horas previas el santo Francisco de Asís estando en la Corte de Luis VIII, rey de Francia, tuvo una visión repentina de sus monjes en Folloni, aislados, expuestos a la muerte. Dice la leyenda que, movido por la misericordia, pidió al rey le regalara aquel saco de pan y confiado a Dios en oración, un ángel del cielo lo llevó hasta las puertas del convento.
 
Después de comer el pan, los monjes guardaron el saco y lo usaron como tela de altar hasta 1732. Aunque los terremotos asolaron al monasterio en el siglo XVIII, los monjes mantuvieron el saco en lugar seguro a través de los siglos. Sólo la mitad del saco original permanece intacto hasta hoy. Pero ha sido suficiente...

¿Leyenda o milagro?
 

Este particular evento que vincula el amor de Dios por el santo, ha recobrado nuevos bríos debido a la ciencia. Este año 2017 un grupo de investigadores daneses, italianos y holandeses dirigido por la profesora asociada Kaare Lund Rasmussen de la Universidad del Sur de Dinamarca llevó a cabo una serie de pruebas en aquél saco. Su estudio fue publicado recientemente en la revista científica Radiocarbon.

La investigación científica no abordó la cuestión de cómo llegó el saco al monasterio hace tantos años. Pero un análisis de la tela del saco revela que efectivamente el tejido data de entre 1220 y 1295 y que la tela entró en contacto con pan.

Citan en sus conclusiones los científicos:
 
“Analizamos muestras del saco para obtener una fecha de radiocarbono (14C) y para buscar restos de pan. La fecha de 14C arrojó un rango de edad calibrado de 1220 a 1295 d. C., que coloca el textil en el marco de tiempo correcto según la supuesta leyenda. El análisis químico por cromatografía de gases con detección espectrometría de masas (GC-MS) reveló la presencia de ergosterol (5,7,22-ergostatrieno-3b-ol), un biomarcador conocido de la elaboración de cerveza, panadería o agricultura. Parece que hay una correspondencia fina entre la supuesta leyenda franciscana y los dos métodos científicos más decisivos para analizar el saco”.

 

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