El enemigo anda como león rugiente...

28 de abril de 2018

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“Estén despiertos y vigilantes"
El enemigo anda como león rugiente, buscando a quien devorar
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Finalmente llegó el día y lleno de emociones, feliz, agradecido a Dios, ingresé al “Auditorio Juan Pablo II” de la Pontifica Universidad Ateneo Regina Apostolorum en Roma el pasado 16 de abril, para asistir a mi primer entrenamiento formal en asuntos relacionados con el combate contra el mal y la Pastoral de la Consolación.

El de este año 2018 ha sido el curso número 13 de “Exorcismo y Oración de Liberación” que organiza el Instituto Sacerdos con el respaldo de la referida Universidad. Muchas voluntades fueron animadas por el Espíritu Santo para hacer posible que tras 14 años desde mi ordenación sacerdotal, pudiera acceder a esta formación. Mi obispo, los benefactores que financiaron el viaje y estadía, pero en especial aquellas personas que oran a Dios por mí.

Para llegar fue más de un día de viaje, de casi 15 mil kilómetros desde mi diócesis en “Magallanes” (Chile), región austral del mundo cuyos bosques de impenetrable selva fría, glaciares, fiordos, dramáticos ríos y montañas son el tesoro más preciado de sus habitantes de buena voluntad y reserva natural de la humanidad. Aquí, en un territorio agreste de 132,034 kilómetros cuadrados, somos apenas 19 sacerdotes entre diocesanos, castrenses y religiosos para 166.000 habitantes y donde el influjo del mal, el ocultismo y la nueva era, han mordido el alma de muchos por décadas.

Así entonces, recibir la bendición de hacer esta experiencia en Roma, reafirma que Dios me amó primero, que soy desafiado a ser fiel al mandato de Jesús, pero que no debo temer mientras permanezca aferrado al Espíritu Santo en el misterio Eucarístico. Y si tropiezo, sé que nuestra Santísima Madre la Virgen María me auxiliará.

En los primeros minutos, tras ingresar al Auditorium donde se dictaría el curso, los sonidos cruzados de diversos idiomas daban cuenta de la imagen que tenía ante mí: La diversidad  visible en ropajes distintos, fisonomías y razas, sacerdotes y religiosas venidos como yo de lugares distantes. También laicos.

¡Qué consideración del Señor para con su pueblo, que reúne a sus hijos diseminados por el mundo para recordarles que "en mi nombre sanarán enfermos y expulsarán demonios"!

A la luz de mi corta experiencia en el ministerio sacerdotal, puedo testificar cuán urgente es hoy dar cumplimiento a ese mandato. En estos momentos hay una batalla desatada: algunos la experimentan, otros la padecen en silencio, otros la evitan y también existen muchos que hoy comenzaron a alistarse para el combate.

¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentarlo? ¿Dónde  encontrar las respuestas? ¿Cómo hacer un buen discernimiento? ¿Dónde recurrir a la hora de una manifestación "especial" individual o colectiva? ¿Cómo reconocer un fraude o la veracidad de un caso? ¿Qué rol jugamos todos los bautizados en este ámbito? Son las preguntas que se respondieron no someramente, sino que con toda acuciosidad. Los exponentes en este curso dado en Roma -cardenales, obispos, laicos, sacerdotes, profesores y policías, todos expertos que están en el mundo sin ser del mundo- fueron generosos en la entrega de sus conocimientos. ¡Viva! por ellos.

Viva, pues el demonio no descansa. Y pontífices tan cercanos a nosotros como León XIII, Juan XXIII, Pablo VI, San Juan  Pablo II y Benedicto XVI han sido explícitos al respecto en su magisterio. Hoy es un signo de los tiempos que Papa Francisco sea el Pontífice de los últimos cien años que mayor número de alocuciones ha realizado sobre esta materia y el primero que da la relevancia necesaria al haber otorgado validez formal a la Asociación Internacional de Exorcistas.

Reitero: Hay una batalla desatada y todos estamos siendo parte de ella, activos o pasivos, fieles a Cristo o dejando lugar a las huestes del infierno.

Esta batalla debe ser peleada con las armas de la fe, que la Iglesia custodia. María Santísima, generala en esta batalla, nos proteja y lleve  de la mano para encontrarnos en el cielo prometido con su Hijo, Jesucristo, quien ha derrotado al demonio con la fuerza de su sola presencia divina, Dios de amor que confesamos con la fe que canta nuestra alma y el Universo entero… y que tan claramente se siente en esta amada Magallanes.

 

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