El particular vínculo entre un millonario petrolero de Texas y San Pedro apóstol mártir

29 de junio de 2018

Nueva información valida restos óseos de San Pedro apóstol mártir, su presencia en Roma y primado establecido por Cristo.

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La Sagrada Escritura, textos de los primeros Padres de la Iglesia -como San Ignacio de Antioquía y San Ireneo de Lyon-, documentos que nutren la Tradición de la Iglesia desde sus primeros tiempos e incluso escritos de historiadores que se alejaron de la fe como Tertuliano, acreditan el primado del apóstol Pedro primer Papa de la Iglesia - (“… «tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»"/ Mateo 16,18-19)- y entregan antecedentes que permiten avalar su presencia en Roma.
 
Pero también la arqueología y expertos de otras disciplinas han venido validando en décadas recientes las pruebas que lo confirman.  Así entonces, con una convicción creíble, el Papa Francisco presentó al mundo por primera vez parte de los restos óseos del apóstol mártir al finalizar el año de la fe en noviembre de 2013.
 
Esos nueve pequeños fragmentos óseos contenidos en una pequeña urna son parte de los restos que hoy se conservan en su sepultura original, justo bajo el altar mayor de la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano.
 
La tumba del pescador
 
Hasta hace algunos meses pocos conocían cómo se gestó esta compleja investigación que es considerada una joya de la arqueología moderna, por el impacto que sus resultados generan sobre la fe de millones en el mundo. A comienzos de este año 2018 los detalles fueron revelados en el libro The Fisherman's Tomb (La Tumba del Pescador), escrito por el abogado John O'Neill.
 
Fueron el Papa Pío XII y el entonces secretario papal Giovanni Montini (más tarde Papa Pablo VI) quienes enviaron a un sacerdote americano de 30 años, el Padre Walter Carroll, para que viajara a Houston, Texas y convenciera al millonario del petróleo George Strake (en imagen adjunta con Papa Pablo VI) de apoyar los esfuerzos secretos de Pío XII por encontrar la tumba y restos óseos de San Pedro. Desafío que por siglos había sido manipulado por los escépticos y frustrado a muchos.
 
La petición del Papa obligaba a que Strake guardara no sólo en secreto este proyecto, sino que además era firmar un cheque en blanco pues ser trataba de financiar una investigación sin clara fecha de término.
 
Este católico de Texas no solo aceptó las condiciones del Papa, sino que exigió se mantuviera secreta su participación hasta después de su muerte. Al respecto John O'Neill comentó hace algunos días a revista Crux que esa decisión de Strake impidió “que la gente se enterase antes y pudiere decirle: gracias”.
 
El 23 de diciembre de 1950, el papa Pío XII anunció a través de la radio que había sido hallada la tumba del apóstol, después de que en 1939 el pontífice autorizara excavar bajo la basílica vaticana.

Pedro está aquí
 

La investigación -conocida en privado como "Proyecto Apóstol"- abarcó décadas en las cuales Strake fue cercano a dos Papas y varios investigadores destacados, en particular la profesora Margherita Guarducci.
 
Fue esta arqueóloga italiana quien descubrió los restos del primer Papa de la Iglesia por casualidad, mientras descifraba bajo la Basílica de San Pedro unos grafitis escritos en el muro denominado G (de color blanco); y en el adyacente (de color rojo). Los grafitis decían: “Pedro, ruega por los cristianos que estamos sepultados junto a tu cuerpo” y el otro más explícito: “Pedro está aquí”. También halló Guarducci una especie de firma, parecida a la letra “P”, y en el palo vertical tres rayas horizontales en forma de llave. Al excavar descubrió un nicho forrado de mármol blanco, que contenía huesos.
 
La responsabilidad de estudiar esos huesos recayó en Venerato Correnti, profesor y catedrático de antropología de la Universidad de Palermo. Este llegó a la conclusión de que los huesos humanos son de la misma persona, un individuo varón robusto, de avanzada edad (posiblemente setenta años), del primer siglo y con claras señas de haber sido crucificado.
 
Así, tras los análisis, se pudo informar al Papa Pablo VI que era posible concluir que los restos son los de san Pedro y el 26 de junio de 1968, Pablo VI proclamó que la Iglesia Católica había descubierto y autentificado los huesos de San Pedro.

Envuelto en una tela púrpura y dorada

O'Neill que entrevistó para su libro a quien financió la investigación cree que la historia de cómo se encontraron y autentificaron los huesos de San Pedro es más que una historia sobre un hombre y sus reliquias. “Se trata de una lección de fe para los creyentes modernos, una manera de redescubrir el celo que tenían los primeros cristianos, que los motivó a sacrificar sus propias vidas en lugar de negar a Cristo”, señaló.

El libro reitera que los huesos estaban envueltos en una tela púrpura y dorada, "signo de contener restos de alguien tenido en gran estima"… en coherencia con el grafiti exterior de la tumba señalando “Pedro está aquí”.

A pesar de las pruebas, durante el proceso de excavación hubo muchos dentro y fuera de la Iglesia que trataron de desacreditar los hallazgos. O'Neill denuncia que continúa hasta el día de hoy. "Quieren ver el cristianismo primitivo como una historia de Papá Noel, como si nunca hubiera ocurrido y alguien lo hubiera inventado", dijo. "Así que, confrontarlos con reliquias físicas y tangibles es una confrontación con el secularismo."

Para O'Neill tanto los huesos de San Pedro, las inscripciones que rodean su lugar de descanso y la historia de cómo se descubrieron y estudiaron son un aporte a la continuidad de la fe. "Lo que vivieron hace casi 2.000 años son exactamente las mismas cosas en las que creemos hoy en día", afirmó y agrega: "Ellos creyeron desde el principio que Cristo, a través de su crucifixión, había abierto el camino a la redención".

Sólo por esa razón, O'Neill insiste en que la historia secreta de George Strake - uno de los secretos mejor guardados de la Iglesia - necesita ser contada, para que los creyentes modernos puedan ser motivados a vivir con el mismo coraje y convicción. "Los primeros cristianos sacrificaron una tremenda cantidad, y somos capaces de eso si realmente creemos. Estaban dispuestos a dar sus vidas", dijo. "¿Qué fe más grande puedes tener que esa?"


El siguiente video de la BBC extiende el reporte de las investigaciones...




 

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