¿Disminuyó durante 2018 el número de católicos que acuden al confesionario?

28 de diciembre de 2018

Portaluz consultó a sacerdotes sobre la demanda de sus feligreses al sacramento de la confesión.

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El “confesionario”, mueble de al menos dos espacios -uno para el penitente y otro para el sacerdote- que fuera creado por San Carlos Borromeo (1538-1584) en la diócesis de Milán, parece ser cada vez menos utilizado para el sacramento de la reconciliación.
 
Fue lo que testimoniaron a Portaluz algunos sacerdotes que respondieron a un breve sondeo anónimo sobre este sacramento, enviado a presbíteros de Europa y las Américas. Hoy la mayoría confiesan cara a cara al penitente.
 
Confesarse es una responsabilidad ineludible para el católico
 
"Recibid al Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengan, les quedarán retenidos" (Jn. 20, 22-23). Es el texto del mandato dado por Jesús a sus apóstoles; mismo que, junto a otros textos de la Sagrada Escritura (cfr. Lc. 10, 27; Mt. 5, 1-11; Lc. 15, 7; Jn. 8,1-11; Lc.19, 1-10; Lc. 7, 36-49; Lc. 23, 39-43; 1 Corintios 11, 28-29/ por citar algunos), han sido base para una reflexión posterior de la Iglesia.
 
Al respecto, el sacramento ‘de la Penitencia y de la Reconciliación’, la ‘Confesión’, debe su desarrollo doctrinal al aporte de la Teología Moral, la Dogmática, el Derecho Canónico y que por cierto recoge el Catecismo de la Iglesia Católica.
 
Confesarse es una responsabilidad de cada creyente. Sobre esta obligatoriedad ejercida desde el libre albedrío, el Catecismo advierte en el nr. 1457 que "todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe confesar, al menos una vez al año, sus pecados graves".  Pero matiza y advierte: "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental"; aunque permite que se postergue la Confesión si se cumple lo siguiente: "a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes".
 
El Catecismo enseña y alienta a que los creyentes se confiesen con frecuencia. Lo deja en claro el nr. 1458: "Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia. En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso".
 
La ciencia reconoce que sana y libera
 
Es evidente que conocer si los fieles se confiesan o no, puede dar luces de la realidad de fe en una comunidad. Ello, porque en su esencia espiritual es un puente de encuentro entre Dios y el hombre, mediado obviamente por el ministro autorizado de la Iglesia para administrarlo: el sacerdote.
 
No solo la Iglesia afirma el carácter benéfico de la vida sacramental. Estudios como el de los investigadores Kenneth S. Kendler, Xiao-Qing Liu, Charles O. Gardner, Michael E. McCullough, David Larson y Carol A. Prescott, en “Dimensions of Religiosity and Their Relationship to Lifetime Psychiatric and Substance Use Disorders,” American Journal of Psychiatry 160, No. 3 (March 2003): 496-503, validan que la práctica sacramental se asocia con una variedad de indicadores positivos para la salud de niños, adultos y ancianos.
 
No ha descendido la demanda
 
En la decisión de acceder regularmente a la “Reconciliación” incide no solo la fe del creyente en la dimensión sobrenatural del sacramento; el haber conocido (experiencia a lo largo de la vida) los diversos beneficios que aporta el ‘confesarse’ o la conciencia de estar viviendo una realidad íntima de ruptura con Dios que solo mediante el sacramento puede sanar. Existen también otros factores que inciden sobre esta confianza…
 
Durante 2018 una abundante y permanente difusión de noticias -con mayor o menor acuciosidad profesional-, informó sobre los abusos de poder, de conciencia y sexuales cometidos por sacerdotes, obispos y laicos de la iglesia católica. Además, algunos sondeos de opinión y algún estudio estadístico (como en Chile el del “CEP”), comunicaba que en la última década habría descendido el número de personas que se declaran católicas. Todo lo anterior acompañado por nuevos titulares de prensa y artículos de opinión que -sin base estadística- promovían la idea de que ese descenso es resultado de los referidos abusos. En segunda conclusión, los católicos habrían perdido confianza en sus sacerdotes.
 
Pero el sondeo testimonial (para nada un estudio de opinión) que Portaluz realizó a sacerdotes de Europa y las Américas pudo confirmar que el número de católicos que acudieron a confesarse durante 2018 no fue inferior a las cifras de 2017. Incluso un 10% testimonian porcentajes de crecimiento. Es dudoso entonces suponer que el católico fiel haya perdido la confianza en sus sacerdotes…
 
Sin embargo, tal como ya lo han revelado estudios estadísticos (2018 Georgetown University/ 2015 Informe de la Conferencia Episcopal de Alemania/ entre otros), si se considera el número de católicos bautizados y con vida de una localidad, el porcentaje que se confiesan con regularidad es mínimo.
 
Finalmente, para que el mandato de Jesús se refleje en la práctica sacramental cotidiana también se necesita que los sacerdotes evangelicen con prioridad sobre esto. Precisamente el Papa les recordaba el año 2017 a obispos y sacerdotes que “confesar es prioridad pastoral”.  Y advertía además el Pontífice: “Por favor, que no haya esos carteles 'Se confiesa sólo los lunes y miércoles a partir de tal hora a tal hora'. Se confiesa cada vez que te lo piden. Y si te quedas allí rezando, estás con el confesionario abierto, que es el corazón de Dios abierto”.
 
 
 

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