Cada 40 segundos se suicida una persona en algún lugar del mundo y esta es, además, la segunda causa de muerte en el grupo etario de los 15 a los 29 años, cita el más reciente informe de la OMS.
Martin, un joven francés nacido en Dijon en el seno de una familia católica devota, podría haber sido parte de esas estadísticas. En un video producido en Francia por Découvrir Dieu, (ver al final) nos comparte su experiencia…
“La fe era algo muy importante” y junto a sus hermanos fue educado en ella, rezando también todos juntos cada día, rememora Martín. Pero lo que parecía una vida apacible, no sería así para él. A muy a temprana edad -agrega- comprendió que no era como sus hermanos. “En realidad, soy hipersensible. Este es el término que usan los especialistas. De hecho, significa que todo me impacta muy, muy fuertemente, ya se trate de alegría o de tristeza”, describe.
Agradece a sus padres que desde muy pequeño intentaron transmitirle la certeza de ser amado por un Dios “que es caridad y amor”; pero reconoce que ya en su adolescencia no creía mucho en ello… “porque no podía amarme a mí mismo”, aclara.
"Esta hipersensibilidad... podía ser mi fuerza"
La muerte de su abuela entre sus 9 y 10 años fue el detonante que desbordó su permanente tendencia a sumergirse en la tristeza. A partir de ese día, señala Martin, no lograba soportar estar separado de sus padres o dejar a sus amigos en la escuela. “Todo me afectaba y todo me entristecía. Un día pensé: si así es la vida, no quiero vivir más. Y traté de suicidarme”, reconoce.
Pero el apoyo de sus padres, sumado al acompañamiento espiritual de un sacerdote a quien acudían todos juntos lo puso en las manos de Dios y esto hizo la diferencia, dice Martin. Con fe y oración, describe, lo que era su debilidad logró transformarla en su fuerza para amar.
“Empecé a rezar más personalmente. Pasé de la fe tradicional de mi familia de ir a misa, porque todos iban a misa, a un deseo real de ir a misa, porque era el momento en que iba a poder encontrarme con Dios. Cambió todo para mí porque me sentía amado por Dios y me di cuenta de que esta hipersensibilidad que hacía mi vida tan horrible antes también podía ser mi fuerza…".
"Dios frente a mí…"
En aquel tiempo fue de campamento y admiró “el amanecer sobre las montañas”, confidencia. Esta experiencia de Dios contemplando la naturaleza no solo fue “un momento hermoso”, sino que afianzó su fe, disolviendo miedos, sanando.
“Al contemplar montañas como esa, tuve la impresión de tener a Dios frente a mí porque era tan hermoso. Y ahí fue cuando dije: «Si realmente estás en todas partes, tienes que estar aquí también, así que ven dentro de mí, te abro mi corazón y quiero que vengas dentro de mí». Y entonces algo bastante loco sucedió, estaba en inmensa calma y había una gran borrasca frente a mí que me azotó completamente la cara durante tres segundos. Luego se detuvo de repente. Ese día comprendí que Dios estaba allí dentro de mí y solo tenía que llamarlo para que viniera, me llenara y me diera la fuerza para continuar”.