Paul Jedrasiak, de la seleccion francesa de rugby: "Cristo es el hilo conductor de mi vida"

21 de septiembre de 2019

Fue a la edad de 14 años que un adolescente Paul manifestó evidente interés por saber más acerca de Cristo. Era habitual verle por entonces leyendo la Biblia que la familia tenía en casa.

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La medalla de San Benito -debidamente bendecida por un sacerdote católico- es uno de los sacramentales más recurridos por los fieles; signo de la súplica que confía en la gracia protectora de Dios Padre. Así, madres de todos los continentes suelen colgar esta medalla en la vestimenta de sus bebés, confiando a Dios los cuide de todo mal.
 
Con igual intención y en señal de la fe que profesa, el 10 veces seleccionado de rugby de Francia Paul Jedrasiak la lleva siempre sobre su pecho, junto a una pequeña cruz de oro, sostenidas por una cadena de cuello.
 
Nacido hace 26 años en Montluçon (Francia) este rugbista de dos metros de altura y 122 kilos de peso, descendiente de emigrantes -polacos por parte de padre y de madre italiana-, inició a los 8 años su actividad deportiva en Châteauroux, donde se incorporó a la escuela de rugby del club Athlétique Castelroussin.
 
Entrevistado por La Nouvelle Republique Paul agradece ser “una persona de afectos y familias”. Lo dice en plural -explica- refiriéndose a la familia en la que ha nacido; aquella que establece con sus compañeros rugbistas luchando en la cancha, porque "el rugby es un deporte de lucha”, puntualiza; y esa que lo une con millones de otros católicos del mundo, señala el deportista.  "Estoy orgulloso de ser parte de esta comunidad, de ser católico, pero no lo manifiesto. No es por una vergüenza. Sino pues no quiero imponer nada a nadie", señala al diario La Montagne.
 
Una rotura de ligamentos de rodilla que lo mantuvo fuera de las canchas de rugby hasta hace unas pocas semanas y por seis meses, le dio el espacio para tomar perspectiva -dice Paul- sobre su vida.  Ahora ya no solo es un reconocido deportista profesional, sino que en este período también comenzó estudios en Administración de Empresas y ha podido disfrutar de sus padres, comenta.
 
 
Agradece a su madre -dice a Famille Chretienne- el apoyo constante que le brinda. "Mi madre Lily me llama varias veces al día", reconoce riendo. Antes de cada partido del hijo, Lily incansablemente enciende una vela en la iglesia. La misma donde lo llevaba regularmente cuando era niño, nutriéndolo así espiritualmente para que la fe germinara en el corazón de su hijo.
 
Fue a la edad de 14 años que un adolescente Paul manifestó evidente interés por saber más acerca de Cristo. Era habitual verle por entonces leyendo la Biblia que la familia tenía en casa.
 
Pero ha sido ahora, desde hace tres años, que decidió reunirse cada mes con el sacerdote de su parroquia para tener un tiempo de lectura y formación bíblica. La competencia a veces le impide asistir a la misa dominical, señala Paul. Pero se las arregla para asistir a misa los días de semana, al menos una vez, a menudo dos veces.
 
Para este deportista la Eucaristía es vital y es un momento de “encontrarse en familia”, señala. Al igual que con las otras dos – la de origen y la del deporte-, está dispuesto a mojar la camiseta por ella, "aunque no tenga suficiente tiempo".  Pero Paul se hace el tiempo incluso para colaborar en la parroquia barriendo y limpiando la cripta de la iglesia de San José, donde le encanta pasar tiempo en oración. "Cristo es el hilo conductor de mi vida. Es un vínculo que no quiero soltar, una relación que me ayuda a ser un hombre mejor cada día”, confidencia.

 

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