El Papa llama a "confiar en nuestras manos y en la oración a Dios, que es la espada que nos hará seguir adelante"

24 de septiembre de 2019

"No podemos construir nuestras vidas, no podemos mantener el templo de nuestra vida en pie, sin Jesús, sin confianza en Jesús".

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“Que el Señor nos dé esta gracia, el deseo de reconstruir siempre, siempre. Nunca nos desanimemos. Habrá derrotas, las habrá. Pero Él es más grande que las derrotas. Siempre con confianza. Él es la espada que vence. Que el Señor nos ayude a entender estas cosas con el corazón”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la Santa Misa celebrada la mañana de este martes, 24 de septiembre, en el marco de su visita a la “Ciudadela del Cielo”, de la Comunidad “Nuevos Horizontes”, ubica en la localidad italiana Frosinone, a unos cien kilómetros del Vaticano y fundada en 1993 por Chiara Amirante.
 
El Santo Padre comentando la primera lectura que la liturgia presenta este día dijo que, en el libro de Esdras, se narra la reconstrucción del templo, totalmente destruido durante años, y como el Señor inspiró a Nehemías para reconstruir el templo. La reconstrucción, señaló el Pontífice, no es algo fácil, pero “esos judíos lograron hacerlo porque el Señor estaba con ellos. Solamente cuando el Señor está con nosotros – subrayó el Papa – somos capaces de hacer una reconstrucción, porque es más difícil reconstruir que construir, es más difícil. Incluso con nosotros, es más difícil reorganizar una vida que criar a un niño. Es más difícil. Necesitamos cambiar de mentalidad”.
 
Los mercaderes de la destrucción
 
Asimismo, el Papa Francisco explicando la dinámica narrada en el Libro de Esdras que decía que algunos lugareños destruían de noche el muro que habían edificado de día y ante ello los judíos "en una mano tenían los ladrillos y en la otra la espada", para defender el edificio de los mercaderes de las ruinas, de los mercaderes de la muerte, de los mercaderes del statu quo. “La construcción del templo se defiende con el trabajo y con la espada, es decir, con la lucha. Incluso la reconstrucción de una vida es una gracia, no merecida, todo es gracia – precisó el Papa – pero hay que defenderla, con el trabajo y también con la lucha, para no dejar que los mercaderes de la destrucción vuelvan a hacer de esta vida un montón de piedras, ruinas, ladrillos”.
 
El Santo Padre dijo además que, la historia del pueblo de Dios ha sido más o menos así, una historia de construcción y destrucción hasta que llegó Jesús, incluso a Él lo han reducido a ruinas en la cruz, pero su poder, el poder de Dios, lo ha reconstruido para siempre para nosotros. Es decir, debemos defender el trabajo de nuestras vidas, los testimonios que hemos escuchado hoy, los testimonios de reconstrucción, ese trabajo debe ser defendido y porque solos no podemos, debemos ser ayudados por el único Vencedor, del único que es capaz de vencer en nosotros, y esta es la raíz de nuestra esperanza. “Somos hombres y mujeres de esperanza, porque este hombre ha podido reconstruir el pueblo de Dios, para salvarnos. La liturgia dice que Dios muestra su poder en la creación pero aún más en la redención, es decir, en la victoria de Jesús, en la victoria de Jesús sobre nosotros, porque allí Jesús construye el templo, construye la Iglesia, construye nuestras vidas. No podemos construir nuestras vidas, no podemos mantener el templo de nuestra vida en pie, sin Jesús, sin confianza en Jesús”.

Reconstruir con el trabajo y la oración

Finalmente, el Papa Francisco dijo que esto era lo que quería compartir con la Comunidad de Nuevos Horizontes, “reconstruir el templo, reconstruir la vida; no sólo la nuestra, sino que también que tengamos el deseo de reconstruir siempre”. Por ello, el Pontífice los animó a seguir adelante, “muchas veces nuestra vida es así. Pero es Él quien está con nosotros, quien nos defiende de los que aman las ruinas, de quien quiere destruirnos. Nosotros también tenemos siempre algo de ese deseo de autodestrucción y a veces llega, es normal, somos humanos. Y a esto debemos tener cuidado: los ladrillos en una mano y la espada en la otra, es decir, el trabajo y la oración, confiar en nuestras manos y confiar en la oración en Dios, que es la espada que nos hará seguir adelante”.
 
 

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