Norelia, la madre que agradece "el abrazo de la Virgen de Guadalupe ante la pérdida de mi hijo"

16 de diciembre de 2020

Norelia Hernández, madre de Norberto Ronquillo, visitó la Basílica de Guadalupe tras el asesinato de su hijo. "Ella me dijo, ´confía en que todo va a estar bien´. Yo solamente confié y sigo confiando".

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La tarde del martes 12 de junio de 2019, un día después de que su hijo Norberto Ronquillo fue hallado sin vida en un predio de Xochimilco, tras varios días secuestrado, Norelia Hernández tomó un Uber y, acompañada de un amigo, se dirigió a la Basílica de Guadalupe.
 
Horas antes, en una improvisada conferencia de prensa, en lugar de exigir la renuncia de los responsables de la seguridad de la Ciudad de México y castigo ejemplar a los asesinos, anunció que los perdonaba y dejó a su hijo en manos de Dios.
 
Ante decenas de medios de comunicación, Norelia Hernández hizo una petición: “Pídanle mucho a Dios, pero no por mí, porque yo voy a estar bien. No por Norberto, porque él no puede estar mejor. Oren todos los días por todas esas personas que tienen lastimados sus corazones, que están trabajando de una manera que no debe de ser; por todas esas personas que, no sé por qué motivos, tienen su corazón destrozado o corrompido (…) mañana puede ser mi otro hijo, puedes ser tú o tu hijo o el hijo de la procuradora. No queremos que eso pase, no queremos que haya otros ‘Norbertos’”.


 
Un año y medio después, en vísperas de las celebraciones de este 12 de diciembre de 2020, Norelia Hernández habla de aquel día como uno de los más importantes de su vida. No recuerda muy bien cómo sucedió, pero un conocido en común le avisó que recibiría una llamada de la Arquidiócesis Primada de México. Era Marilú Esponda, entonces directora de la Oficina de Comunicación, a quien no conocía.

Además de mostrar sus condolencias, Marilú le extendió una invitación del Cardenal Carlos Aguiar Retes, para orar frente a la tilma de Nuestra Señora. Hasta la fecha, Norelia asegura que, en el fondo, fue la Virgen de Guadalupe quien la buscó. “Yo estaba en la funeraria, hueca, porque en esos momentos en verdad no entiende uno nada”.

Sin pensarlo, se dirigió al santuario mariano, donde la esperaba monseñor Jorge Palencia, canónigo de la Basílica de Guadalupe.

“Fue maravilloso, maravilloso, una sensación que yo me imagino que así sentían los apóstoles al recibir al Espíritu Santo (…) Yo le agradezco a Dios y a la Guadalupana porque en esos días de tanto dolor me acogieron, porque yo estaba perdida y no sabía ni en qué pensar. Mi corazón estaba partido y no tenía consciencia, pero Ella me buscó, mandó un ángel por mí”.

“Sentí una paz que me ha acompañado hasta este momento. Lloro mucho por mi hijo cuando tengo que llorar, porque la parte humana ahí está. Lo extraño y extraño sus abrazos y sus besos y todas las cosas lindas que él me decía”.

Cuando sus amigos y conocidos le preguntan cómo ha logrado salir adelante pese a todo, ella asegura que lo ha hecho gracias “a la fuerza de amor” que recibió aquel día.

“Fue algo maravilloso. No lo puedo explicar, era un calor, pero un calor hermoso, como un abrazo, como cuando una Madre te acoge y te dice ‘todo va a estar bien, mi niña, confía en que todo va a estar bien’. Yo solamente confié y sigo confiando”.


Fuente: Desde la Fe

 

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