Cristo, en quien no creía, la rescató de una depresión crónica y tres intentos de suicidio

23 de junio de 2017

La afirmación del título resume el testimonio de conversión de la conocida periodista italiana Milly Gualteroni que ha dejado sorprendidos a sus colegas y amigos.

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Varios columnistas de medios de comunicación italianos no han ocultado su impresión ante el testimonio de conversión de Milly Gualteroni; su influyente compañera de profesión, celebrada periodista habitual de las páginas del Cosmopolitan o el Panorama y de los principales diarios nacionales, que disfrutaba de una sólida presencia en los círculos más glamurosos e influyentes de Milán.

Lo ha dejado por escrito en un libro cuyo relato sentido y profundo aproxima los males sufridos por ella y los bienes recibidos de Dios como corona de un recorrido vital atormentado, informa el diario español Religión en Libertad, destcando que "Arrancada del abismo. De los psicofármacos a la fe (Voz de Papel)" acaba de publicarse en España tras agotar ya cuatro ediciones en Italia en menos de dos años.

Con una formación cosmopolita en Estados Unidos y Europa, especializada en Lengua y Literatura Inglesas, la fachada de esplendor de sus éxitos profesionales escondía un drama recurrente y muy temido por ella. Dos veces al año, en torno a los aniversarios de dos hechos que traumatizaron su juventud, sencillamente se hundía en una depresión devastadora que la destruía hasta el extremo. No había conseguido superar los efectos del suicidio de su hermano mayor en 1971, cuando ella tenía 13 años, y el de su padre en 1975 cuando ella tenía 18.

Tres intentos de suicidio

Ya en su vida adulta, cuando caía la careta que se ponía en las tertulias políticas y los círculos sociales, aparecía esa realidad de la depresión y de los psicofármacos. Insomnio, aislamiento, yendo de un psiquiatra a otro, de una estancia hospitalaria a otra en búsqueda de un tratamiento nunca fue eficaz, que implicaba un continuo trasiego de pastillas.

Intentó suicidarse tres veces a lo largo de unos años marcados por los fármacos y las terapias. Arrojándose a un río, por sobredosis... Sufría además inconscientemente la herida viva de una agresión sexual sufrida en el pasado que su psique había sepultado en un olvido aparente.

Y cuando su descenso a los infiernos parecía completo… irrumpió el Misterio, y esta mujer racionalista que ironizaba sobre la religión empezó a ser protagonista de sucesos impresionantes e inexplicables. Una Luz inesperada liberó su cuerpo y su alma. Y volvió la fe en Alguien que, de forma discreta y amorosa, nunca había dejado de tenderle la mano.

En momentos ese Alguien le ayudó de forma casi literal. Como cuando, en su primer intento de suicidio, se debatía por no ahogarse tras lanzarse a unas aguas donde no debía haber habido nadie para rescatarla, pero su instinto vital logró socorro... O estando en la cripta del Duomo de Milán, cuando pudo poner nombre (Jesús) a una presencia amorosa que le llevaba a una paz desconocida, y al mismo tiempo a exigencias inasumibles para una persona alejada hasta entonces de Él. Las lágrimas que derramó entonces no fueron las lágrimas estériles a las que estaba acostumbrada, sino un impulso decisivo a un cambio de vida.

Messori y el misterio en esta conversión

Vittorio Messori, amigo personal de Milly, destaca el valor de estas confesiones en las que lo sobrenatural está muy presente en la vida de alguien que había ido rechazando paulatinamente a Dios desde su adolescencia: "Rosanna, mi mujer, y yo, que la conocemos personalmente muy bien, sabemos hasta qué punto es ajena a ella la sospecha de ser una crédula visionaria... Su temperamento es positivista, alejado de cierta mística demasiado ilusoria... Si Milly se ha decidido a confesarlo todo, pero absolutamente todo, incluidos algunos episodios tan perturbadores como inexplicables, sin duda no es para sí misma, sino para los demás", explica el escritor, quien añade que "el misterio de lo sobrenatural tiene un papel decisivo en este relato conmovedor de deseo de muerte y de imprevista resurrección".
 
Carismáticos y monasterios

Milly Gualteroni, poco amiga -como recuerda su amigo Messori- de las manifestaciones expansivas de religiosidad, vivió sorprendentes historias en círculos carismáticos. Ha nutrido su reencontrada experiencia de fe en varios movimientos eclesiales. Y, como en las viejas historias de redención, tuvo sabios monjes cuyos buenos consejos seguir.

"De las tribulaciones y de un largo camino de errores ha nacido una persona nueva, en la que finalmente ha podido tomar forma mi verdadero ser", resume Gualteroni: "Porque, en el fondo, mi depresión era también una especie de des-personalización; la pérdida de mi verdadera identidad de persona, la que puede crecer y madurar en el armonioso interactuar de cuerpo, mente y alma espiritual", reflexiona.
 
 

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