El Papa alienta la fe desde Bulgaria destacando que la Iglesia es madre y hogar

06 de mayo de 2019

"Así, la parroquia se transforma en una casa en medio de todas las casas y es capaz de hacer presente al Señor allí donde cada familia, cada persona busca cotidianamente ganarse el pan. Allí, en el cruce de los caminos, está el Señor… que entró y quiere entrar en lo más recóndito de nuestros hogares y decirnos, como dijo a sus discípulos: ¡La paz esté con vosotros!" (Papa Francisco)

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Desde la Iglesia de San Miguel Arcángel de Rakovsky (Bulgaria) y en el marco de su 29° Viaje Apostólico Internacional a Bulgaria y Macedonia del Norte, el Papa ha reiterado la identidad maternal de la Iglesia, en virtud de lo cual alentó este 6 de mayo a la comunidad católica presente diciendo:

“No se cansen de ser una Iglesia que siga engendrando, en medio de las contradicciones, dolores, pobrezas, a los hijos que esta tierra necesita hoy en los inicios del s. XXI, teniendo un oído en el Evangelio y el otro en el corazón de vuestro pueblo”.
 
En su reflexión el Santo Padre agradeció la calurosa acogida y agradeció al pueblo de Dios por haberlo ayudado a comprender un poco más por qué esta tierra fue tan querida y significativa para Juan XXIII… “Ver con los ojos de la fe – señaló el Pontífice recordando las palabras del “Papa bueno” – es saber sintonizar su corazón con el del Señor de tal manera que decía que no estaba de acuerdo con aquellos que sólo veían el mal a su alrededor y los llamó profetas de calamidades. Para él, había que confiar en la Providencia, que nos acompaña continuamente y, en medio de las adversidades, es capaz de darle cumplimiento a planes superiores e inesperados”.
 
Mirar y sentir cómo mira y siente Jesús
 
Los hombres y mujeres de Dios, precisó el Santo Padre, son los que se animan a dar el primer paso y buscan creativamente ponerse en la primera línea, testimoniando que el Amor no está muerto, sino que ha vencido todos los obstáculos. En este sentido, el Papa Francisco compartió su experiencia al visitar el Campo de Refugiados de Vrazhedebna, allí el Pontífice se reunió con refugiados y personas acogidas de varios países del mundo, allí le dijeron que el corazón del Centro nace de la conciencia de que toda persona es hija de Dios, independientemente de su etnia o confesión religiosa. “Por ello para amar a alguien no hay necesidad de exigir o pedirle un curriculum vitae; el amor ‘primerea, se adelanta’. Porque es gratuito. Quien ama no pierde el tiempo en lamentarse, sino que siempre ve lo que puede hacer en concreto”.
 
Pero para tener la mirada de Dios, subrayó el Santo Padre, necesitamos de los demás, necesitamos que nos enseñen a mirar y a sentir cómo mira y siente Jesús; que nuestro corazón pueda palpitar con sus mismos sentimientos. Y citando los testimonios que se presentaron en la celebración, el Pontífice señaló que, la parroquia fue siempre su segunda casa. “Así, la parroquia se transforma en una casa en medio de todas las casas y es capaz de hacer presente al Señor allí donde cada familia, cada persona busca cotidianamente ganarse el pan. Allí, en el cruce de los caminos, está el Señor, que no quiso salvarnos por decreto, sino que entró y quiere entrar en lo más recóndito de nuestros hogares y decirnos, como dijo a sus discípulos: ¡La paz esté con vosotros!”.
 
Ser una casa de puertas abiertas
 
Asimismo, el Papa Francisco hablando de las personas que Dios ha puesto al lado del pueblo, los sacerdotes y ministros, dijo que, el Pueblo de Dios agradece a su pastor y el pastor reconoce que aprende a ser creyente con la ayuda de su pueblo, de su familia y en medio de ellos. “Una comunidad viva que sostiene, acompaña, complementa y enriquece. Nunca separados, sino juntos, cada uno aprende a ser signo y bendición de Dios para los demás. El sacerdote sin su pueblo pierde identidad y el pueblo sin sus pastores puede fragmentarse. La unidad del pastor que sostiene y lucha por su pueblo, y el pueblo que sostiene y lucha por su pastor. Cada uno dedica su vida a los demás. Nadie puede vivir para sí, vivimos para los demás. Es el pueblo sacerdotal el que, junto al sacerdote, puede decir: «Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros». Así aprendemos a ser una Iglesia-hogar-comunidad que acoge, escucha, acompaña, se preocupa de los demás revelando su verdadero rostro, que es rostro de madre”.
 
Para construir una casa de puertas abiertas dijo el Papa Francisco tenemos que tener una mayor imaginación en nuestras acciones pastorales para buscar la manera de llegar al corazón de la gente, pero tenemos que estar atentos dijo el Pontífice, a una tentación que enfrentan las nuevas generaciones y es la falta de raíces que los sostenga y esto los lleva al desarraigo y a una gran soledad. Nuestros jóvenes, cuando se sienten llamados a desplegar todo el potencial que poseen, muchas veces quedan a mitad de camino por las frustraciones o las desilusiones que experimentan, ya que no poseen raíces donde apoyarse para mirar adelante.
 
No tengamos miedo a asumir nuevos desafíos
 
Antes de concluir su reflexión, el Papa Francisco les alentó a no tener miedo a asumir nuevos desafíos, siempre que busquemos por todos los medios que nuestro pueblo no sea privado de la luz y el consuelo que nace de la amistad con Jesucristo, de una comunidad de fe que lo contenga y de un horizonte siempre desafiante y renovador que le dé sentido y vida. “No nos olvidemos que las páginas más hermosas de la Iglesia – concluyó el Papa – fueron escritas cuando el Pueblo de Dios se ponía en camino creativamente, para buscar traducir el amor de Dios en cada momento de la historia, con los desafíos que se iban encontrando. Es lindo saber que contáis con una gran historia vivida, pero es más hermoso saber que a vosotros se os confió escribir lo que vendrá”.
 
 

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