El Papa Francisco decreta restricciones para la celebración de la misa en latín, tridentina, anterior al Concilio Vaticano II

16 de julio de 2021

Con este decreto en forma de motu proprio Su Santidad el Papa Francisco emplaza a los tradicionalistas a salvaguardar la unidad con el Cuerpo de Cristo y frena una corriente separatista al interior de la Iglesia.

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El Papa Francisco ha revocado la facultad otorgada por sus predecesores que permitía a cualquier sacerdote católico de rito latino celebrar la misa tridentina, restringiendo de forma radical su uso.
 
El decreto del Papa -motu proprio Traditionis Custodes-, acompañado de una carta del Santo Padre que lo presenta, fue emitido para salvaguardar “la concordia y la unidad en la Iglesia”, Cuerpo de Cristo, siendo así de suma importancia para todos los fieles y en particular los obispos de la Iglesia católica, que además deben hacerlo respetar.
 
Traditionis Custodes revoca la facultad otorgada por Juan Pablo II y “con mayor magnanimidad aún” por Benedicto XVI que permitía a los sacerdotes celebrar la misa en latín utilizando el Misal Romano de San Pío V, revisado por San Juan XXIII en 1962, sin necesitar el permiso de su obispo.
 
“En respuesta a vuestras peticiones (n. del ed.: se dirige a los obispos) tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, permisos y costumbres anteriores al presente motu proprio, y declaro que los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, constituyen la única expresión de la lex orandi (regla de oración) del Rito Romano”, establece el Vicario de Cristo, Papa Francisco, en la carta que acompaña al motu proprio.
 
Tras su regreso…


 
Dos días después de regresar al Vaticano desde el hospital, el Papa Francisco ha emitido este motu proprio, fechado el 16 de julio, “Traditionis Custodes” (“Guardianes de la Tradición”), que entra en vigor “inmediatamente”.
 
En el motu proprio, el Papa Francisco reafirma la enseñanza del Vaticano II de que “le corresponde la regulación de las celebraciones litúrgicas en su propia diócesis. Por tanto, es de su exclusiva competencia autorizar el uso del Missale Romanum de 1962 en la diócesis, siguiendo las orientaciones de la Sede Apostólica”.

El Pontífice proporciona directrices claras al respecto. Establece que “el obispo, en las diócesis en las que hasta ahora hay presencia de uno o más grupos que celebran según el misal anterior a la reforma de 1970 debe” (…) “comprobar que estos grupos no excluyan la validez y la legitimidad de la reforma litúrgica, de los dictados del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Sumos Pontífices”.
 
Decreta además el Vicario de Cristo que el obispo ha de “indicar uno o varios lugares”, excluyendo las iglesias parroquiales y sin erigir nuevas parroquias personales, donde los fieles adheridos a estos grupos puedan reunirse para la celebración de la Eucaristía. El obispo también debe establecer “los días en que se permiten las celebraciones eucarísticas, utilizando el Misal Romano promulgado por San Juan XXIII en 1962”, y asegurar que “las lecturas” sean proclamadas “en lengua vernácula”. Además, debe nombrar a un sacerdote debidamente capacitado, como su delegado, para estas celebraciones “y de la atención pastoral de dichos grupos de fieles”.
 
Establece también el Santo Padre que el obispo debe “proceder en las parroquias personales erigidas canónicamente en beneficio de estos fieles, a una valoración adecuada de su utilidad real para el crecimiento espiritual, y evaluar si las mantiene o no” ... como también “cuidar de no autorizar la creación de nuevos grupos”.
 
Lo más significativo es que Francisco aborda la situación de los sacerdotes que desean celebrar la Eucaristía utilizando el Misal Romano de 1962. Decretó que aquellos sacerdotes ordenados después de la publicación del motu proprio que deseen hacerlo “deberán presentar una solicitud formal al obispo diocesano, quien consultará a la Sede Apostólica antes de conceder esta autorización”, mientras que los sacerdotes que ya celebran según el Missale Romanum de 1962 “pedirán al obispo diocesano la autorización para seguir manteniendo esta facultad”.
 
La decisión tomada por Su Santidad como Papa de revocar las decisiones de sus dos predecesores es extraordinaria. Habría que remontarse al Concilio Vaticano II para encontrar un precedente así en la historia moderna de la Iglesia. Se necesitaba valor para revocar tales decisiones sobre un tema tan delicado como la liturgia anterior al Vaticano II y la Misa en latín del Misal Romano de Pío V, editado por Juan XXIII en 1962, sabiendo que provocaría una reacción entre algunos tradicionalistas de la iglesia.
 
Sin embargo, lo hizo porque, como explica en la carta, la facultad fue dada por sus predecesores para promover la unidad en la iglesia y no lo ha hecho. Al contrario, está creando más división. Su decisión, en respuesta a las peticiones de los obispos, pretende evitar que se convierta en un movimiento contra el concilio.
 
El Papa Francisco explica las razones de su decisión


 
Al igual que Benedicto XVI en 2007, el Papa Francisco ha acompañado hoy su motu proprio con una carta a los obispos en la que explica los motivos de su trascendental decisión. Recordó en la carta que había dado instrucciones a la Congregación para la Doctrina de la Fe en 2020 para que enviara un cuestionario a los obispos sobre la aplicación del motu proprio "Summorum Pontificium."
 
Benedicto XVI había promulgado Summorum Pontificium el 7 de julio de 2007, y decretado que si bien el Misal Romano promulgado por Pablo VI es “la expresión ordinaria de la lex orandi (regla de oración) de la Iglesia católica de rito latino”, el Misal Romano promulgado por San Pío V y revisado por Juan XXIII debe considerarse, sin embargo, “una expresión extraordinaria” de la misma lex orandi de la Iglesia. Benedicto había decretado que “cualquier sacerdote católico de rito latino” podía utilizar cualquiera de las dos formas y "no necesita permiso" de su obispo o de Roma para hacerlo. Concluyó entonces que "estas dos expresiones de la lex orandi de la iglesia no llevarán de ninguna manera a una división en la lex credenda (regla de fe) de la iglesia, ya que son dos usos del único rito romano".
 
El Papa Francisco llegó a una conclusión muy diferente cuando analizó las respuestas al cuestionario de la C.D.F. Y ha dicho a los obispos que sus respuestas “revelan una situación que me preocupa y entristece”. Explicando en su carta que “una oportunidad ofrecida por San Juan Pablo II y, con mayor magnanimidad aún, por Benedicto XVI, destinada a recuperar la unidad de un cuerpo eclesial con diversas sensibilidades litúrgicas, fue aprovechada para ensanchar las brechas, reforzar las divergencias y fomentar desacuerdos que hieren a la Iglesia, bloquean su camino y la exponen al peligro de la división”.

También dijo estar “entristecido por los abusos en la celebración de la liturgia en todas partes” y, con Benedicto XVI, deploró que “en muchos lugares las prescripciones del nuevo Misal no se observan en la celebración, sino que llegan a interpretarse como una autorización o incluso una exigencia de creatividad, lo que lleva a distorsiones casi insoportables”.
 
Al mismo tiempo, el Papa Francisco alertó: “No obstante, me entristece que el uso instrumental del Misal Romano de 1962 se caracterice a menudo por un rechazo no sólo de la reforma litúrgica, sino del mismo Concilio Vaticano II, alegando, con afirmaciones infundadas e insostenibles, que traicionó la Tradición y la ‘verdadera Iglesia’”.
 
Rechazando esa afirmación, valoró la enseñanza del Vaticano II para explicar que “el camino de la Iglesia debe ser visto dentro de la dinámica de la Tradición 'que se origina en los Apóstoles y progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo' (Dei Verbum, 8)”. Recordando que “una etapa reciente de esta dinámica la constituyó el Concilio Vaticano II, donde el episcopado católico se reunió para escuchar y discernir el camino para la Iglesia indicado por el Espíritu Santo”.
 
El Papa Francisco advirtió que “dudar del Concilio es dudar de las intenciones de aquellos mismos Padres que ejercieron su poder colegial de manera solemne cum Petro et sub Petro (con Pedro y bajo Pedro) en un concilio ecuménico, y, en última instancia, dudar del mismo Espíritu Santo que guía a la Iglesia”.
 
Señala a los obispos que la “razón final” de su decisión es que “cada vez es más evidente en las palabras y actitudes de muchos la estrecha relación entre la elección de las celebraciones según los libros litúrgicos anteriores al Concilio Vaticano II y el rechazo de la Iglesia y de sus instituciones en nombre de lo que algunos llaman la ‘verdadera Iglesia’”.
 
El Santo Padre Papa Francisco establece: “Se trata de un comportamiento que contradice la comunión y alimenta la tendencia divisoria -'yo soy de Pablo; yo soy de Apolo; yo soy de Cefas; yo soy de Cristo'- contra la que el apóstol Pablo reaccionó tan enérgicamente”. Por eso, dijo, “en defensa de la unidad del Cuerpo de Cristo, me veo obligado a revocar la facultad concedida por mis predecesores”.


Fuente: Vatican.va

 

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