Entre las ruinas que dejaron los terroristas del ISIS, vuelven a florecer las vocaciones sacerdotales

25 de septiembre de 2020

"A ustedes, cristianos y pueblos de Occidente, les pido no olvidarse de Occidente, no olvidarse de nosotros, y rezar siempre por nosotros. Para que la paz pueda reinar en todo el Oriente y para que los cristianos finalmente puedan vivir en paz en nuestra tierra" (seminarista Wameedh Khalid Francis)

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"En el contexto actual y en el mundo, la vocación sacerdotal o monástica es la cumbre del amor y del servicio (..) es lo que experimenté en mi aldea, Tesqopa después del verano del 2014, cuando el Estado Islámico (EI, ex ISIS) atacó y destruyó todo". Estas son las palabras registradas por la agencia de noticias AsiaNews, en su diálogo con el seminarista Wameedh Khalid Francis, uno de los 15 estudiantes del Seminario caldeo de san Pedro, en Ankawa, un vecindario cristiano de Erbil, en el Kurdistán iraquí.

“En aquél contexto crítico por el avance yihadista -continúa relatando el joven- los sacerdotes se entregaron tanto como el ingeniero o como el último de los trabajadores; las personas acudían a ellos en todo. En este contexto, comprendí el sentido de la misión”; y es por eso -añade- que “me dirijo a los jóvenes y los exhorto al servicio amoroso que tanto necesita hoy el mundo”. 
 
Los 15 estudiantes del seminario son un auténtico tesoro para la Iglesia. Así lo destacó el patriarca caldeo, card. Louis Raphael Sako, anhelando “nuevas vocaciones, masculinas y femeninas”. Ante todo, se dirigió a las familias, para que alienten y sostengan a sus hijos en esta decisión, cultivando la fe “a través de la oración y la contemplación”.  
 
El joven seminarista Wameedh Khalid Francis tiene 21 años y es oriundo de Tesqopa, una aldea cristiana situada en la Llanura de Nínive, en el norte de Irak, donde él completó sus estudios secundarios. Su familia nuclear es numerosa: además de sus padres, tiene un hermano y cuatro hermanas. A pesar del terrorismo que desplegaba el avance del movimiento yihadista en Irak y Siria lograron mantenerse vivos, unidos, firmes en la fe.  

“La primera vez que sentí el deseo de la vocación sacerdotal fue a los 12 años”, recuerda y prosigue narrando: “En aquella época iba a la Iglesia todos los días, para ayudar en la misa, como monaguillo. Un día le pedí al cura que me llevara al monasterio y me acompañara en una visita. Pero yo todavía era muy joven… él mismo me aconsejó que primero terminase la escuela secundaria y que volviera después, en caso de que todavía tuviera el deseo de ser sacerdote”. 

Hoy en día, la situación en Irak sigue siendo crítica a causa de la violencia confesional y la corrupción. La comunidad cristiana debe luchar para mantener viva su cultura, su presencia y sus tradiciones, frente al éxodo masivo de los últimos años. “En este contexto - prosigue el joven -, el corazón de la misión es justamente el servicio a nuestro pueblo, con el amor y la dedicación que Cristo mismo nos enseñó. Es más, se nos llama a dar a conocer a Jesús a todos los que todavía no lo conocen: con el anuncio y el testimonio, mediante nuestras acciones”, pero teniendo en cuenta también el contexto, que es mayoritariamente musulmán, y que se caracteriza por el enfrentamiento y las tensiones entre sunitas y chiíes.  

Wameedh considera que la mejor manera de responder a la tarea principal de anuncio “es vivir el Evangelio, de manera total y radical” y mostrarlo a las personas. “El mundo actual, más que palabras, lo que se necesita son más gestos, más semillas plantadas en el terreno, porque muchas veces el riesgo es que las palabras queden vacías o no sean escuchadas. Un testimonio, a través de las obras y gestos, como el del sacerdote de Tesqopa frente a las enormes necesidades de la población careciada y desesperada frente a la tragedia yihadista”, destaca el joven.  

“Volverse sacerdote, monje o religiosa - reflexiona el seminarista - significa vivir la misión cristiana en su plenitud. Conlleva el servicio total, si bien para un cura o una persona consagrada este gesto tiene un valor y una plenitud mayores” en comparación con cualquier otra profesión o estilo de vida. 
Entre los ejemplos que más “han influenciado” su formación espiritual y vocacional, confidencia Wameedh Khalid Francis, hay muchos santos, pero en particular san Charbel”, el monje maronita libanés del siglo XIX, canonizado en 1977 por el papa Pablo VI.

Por último, el seminarista caldeo dirige su pensamiento a la comunidad católica internacional, y especialmente a la de Occidente: “A ustedes, cristianos y pueblos de Occidente, les pido no olvidarse de Occidente, no olvidarse de nosotros, y rezar siempre por nosotros. Para que la paz pueda reinar en todo el Oriente y para que los cristianos finalmente puedan vivir en paz en nuestra tierra”.

 

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