Sólo Dios les daría descendencia

Era un conocido brujo, hoy es diácono permanente

19 de agosto de 2016

Tras su liberación y conversión obtuvo lo que la brujería no le pudo dar: la gracia de Dios, tres hijos y mucha felicidad

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Los caminos para llegar a Dios, consolidar una familia y encontrar la vocación con la cual servir a los demás, a veces no son los que se planifican. La historia de Henry Tovar Mendoza no escapó de esos zigzagueantes recorridos que determinan la vida de las personas, y este 28 de julio pasado celebró 26 años de su ordenación como diácono permanente de la Diócesis de Guarenas (Venezuela). Su historia es un testimonio de liberación y conversión.
 
Se casó en 1967 y quiso tener hijos muy pronto, pero la naturaleza se los negaba, según contó a Aleteia. Inició entonces la búsqueda de sus descendientes con la “ayuda” de brujos y espiritistas. “Bárbara y yo nos refugiamos en la brujería”, dice Henry Tovar.
 
Asistieron con frecuencia a centros espiritistas y a la Montaña de Sorte, una especie de santuario del espiritismo en el estado Yaracuy. “Escalé posiciones y llegué a ser materia (médium) del indio Guaicaipuro; y mi esposa Barbará de la India Rosa”, puntualiza.
 
Convirtieron luego su residencia de Guarenas en un centro del ocultismo. Allí se hacían sesiones espiritistas en las que participaban muchas personas de diferentes partes de Caracas y el país. Comenzaban el viernes en la noche hasta el sábado por la mañana. “Yo había aprendido tanto, que en mi casa leía tabaco y echaba las cartas”, dice el espigado diácono nacido en Caracas el 25 de mayo de 1954. Al menos, cuatro veces al año acudían al Monumento Natural “María Lionza” en la Montaña de Sorte; y pensando “que estaba en buen camino”, en muchas ocasiones llevó a sus familiares.
 
Henry alternaba su profesión de bombero (Caracas) con la práctica de la brujería, en la que gradualmente fue ganando mayor renombre. “Llegué a ser muy respetado, pero no sé si era por los aportes económicos que recibía o por mi condición de ser materia”.
 
Sin embargo, tras nueve años de prácticas ocultistas el anhelo inicial por lograr descendencia, no se lograba. Por ello, dice, volcó sus sentimientos de padre en los sobrinos de su esposa Bárbara: Carmen Cristina y Ángel Ramón a quienes Henry “presenta como si fueran hijos de él”, dice Bárbara.
 
Y llegó el cursillo de cristiandad…
 
“Luego de tanto buscar donde no debía”, un señor de nombre Ezequiel Escalona lo invitó a realizar un cursillo de cristiandad el 11 de marzo de 1982. “Fui en contra de mi voluntad ya que tenía programado un viaje a Sorte”. A la semana siguiente asistió Bárbara “a regañadientes”, porque según aducía: “A Henry me lo cambiaron en ese cursillo”.
Inmediatamente la pareja experimentó un cambio en sus vidas y terminaron sus andanzas en la brujería. Primero se pusieron a la guía del padre Pío Zabala en la parroquia “Nuestra Señora de Coromoto”; y luego, fueron enviados con el padre Jesús Zataraín, en la iglesia “Sagrado Corazón de Jesús”, en Guarenas, donde trabajan desde entonces. Ambos sacerdotes oraron por la liberación de ambos y les acompañaron en la vivencia de la fe.
 
Pero Henry y Bárbara recibieron pronto otra buena noticia: “Al mes de haber salido del cursillo de cristiandad, el Señor Dios nos premia con la bendición del embarazo de nuestro primer hijo, José de Jesús”, cuenta con alegría Henry Tovar Mendoza.

El ex brujo, hoy hombre de confianza para el obispo

Tras su conversión, Henry comenzó a cumplir funciones de asistente del padre Zataraín y luego que este falleciera, del presbítero Fernando Moretta. Un día, sin muchas explicaciones, padre Fernando lo envió a estudiar en Los Teques. Después de tres años fue ordenado diácono permanente el 28 de julio del año 1990 por monseñor Pío Bello Ricardo. El padre Fernando dejó de ser párroco y asumió su hermano de sangre, Tarsicio Moretta con quien trabaja hasta hoy Henry.
 
También el obispo Gustavo García Naranjo confía en la idoneidad de Henry y le ha nombrado administrador en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, una de las iglesias con mayor asistencia de feligreses y jóvenes en la Diócesis de Guarenas.

 “También me ha llenado de mucho entusiasmo haber casado a mis hijos, sacramentos que igualmente he conferido a mis sobrinos; además de bautizar y darles la primera comunión a mis nietos”, testimonia al finalizar el feliz diácono.


Fuente: Aleteia


 

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