Estuvo muerta y recibió una segunda oportunidad. Hoy entrega su vida como adoradora de Cristo Eucaristía

08 de octubre de 2019

"Todo nace a los pies del Santísimo. En el fondo, la Adoración Eucarística es la prolongación de la santa misa y, al mirar la Eucaristía, empezamos a ver el Paraíso aquí, en la tierra".

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Una increíble experiencia previa a la muerte, después el encuentro cara a cara con esa Luz que cambiaría su existencia para siempre. Sor Gloria Riva, fundadora de la comunidad de las Religiosas de la Adoración Eucarística, cuenta a la periodista Costanza Signorelli en publicación de La Nuova Bussola Quotidiana, traducida al español por Religión en Libertad, cómo el Santísimo es el centro de su vida contemplativa y, a la par, el origen de su obra misionera en el mundo. Porque "la Adoración no es una devoción, sino una relación profunda con Aquel que se adora: Jesucristo realmente presente en la Eucaristía".
 
Un terrible accidente cuando tenía veinte años, la muerte que se le aparece ante los ojos y, después, la irrupción de la Gracia y la vuelta a la vida. "Dentro de la oscuridad vi, de repente, una luz que venía hacia mí. Me invadió la certeza de estar en Presencia de Dios". Esa misma Luz que, al cabo de un tiempo, se le volvió a aparecer sobre un altar en el que estaba expuesto, para adoración de los fieles, el Santísimo Sacramento: "Entonces no tenía ningún conocimiento teológico, pero comprendí enseguida que estaba ante una brecha abierta sobre la Eternidad".

Ese fue sólo el principio de una vida extraordinaria: hoy, sor Gloria Riva (ver en imagen abajo) es la madre superiora de la comunidad de las Religiosas de la Adoración Eucarística. Una comunidad muy especial, sobre todo porque manifiesta con gran fuerza su naturaleza misionera, subyacente a toda vocación monástica.

Desde el momento del accidente hasta hoy han transcurrido, para sor Gloria, los votos perpetuos, 35 años a los pies del Santísimo y la fundación de dos monasterios, en Pietrarubbia (Pesaro y Urbino) y en San Marino. Sin embargo, la semilla lanzada por Dios en el corazón de esa joven muchacha ya llevaba lo esencial: "Todos mis estudios y mis conocimientos posteriores no han hecho más que confirmar y profundizar esa intuición inicial: la Eucaristía es, de verdad, una inyección de Eternidad y quien se aleja de ella pierde el deseo del Paraíso".

 

 
Sor Gloria, su comunidad se define como religiosas claustrales y misioneras. Alguien podría decir que es una contradicción...
En absoluto es una contradicción, es exactamente lo contrario. Nuestro carisma nace de la intuición genial que tuvo nuestra fundadora, la Beata María Magdalena de la Encarnación.

¿Qué intuición?
Ella comprendió que, si la Adoración Eucarística es la posibilidad de lanzar una mirada hacia el Paraíso, entonces es también la posibilidad de cambiar la mirada sobre el mundo y toda la realidad cotidiana. Por eso tuvo clara la necesidad de no tener este grandísimo tesoro encerrado en los muros de un monasterio, sino de vivirlo para regalarlo a todos, también a los laicos.

¿Cómo?
Empezó a fundar monasterios en las ciudades, cuyas iglesias, accesibles a los fieles, tenían siempre expuesto el Santísimo Sacramento. Por su parte las religiosas, aun siendo claustrales, debían ser visibles a todos, todos debían poder oírlas. De este modo, la exposición perpetua de la Eucaristía y la presencia continua en oración de las religiosas tenían como objetivo educar a las personas a estar ante la Eucaristía.

¿Educar a qué sobre todo?
La oración de Adoración no es un talismán y, en realidad, tampoco es una devoción. Adorar la Eucaristía es un encuentro, es entrar en una profundísima relación de amor.

¿Nos puede decir algo de esta relación?
Cuando estamos ante el Santísimo estamos ante una Presencia, no un trozo de pan; estamos ante el Señor Jesús y por esto la Adoración es lo más importante de la vida, con todo el peso específico y teológico que lleva en sí misma. Cuando asistimos a la santa misa no estamos celebrando un rito, sino que somos introducidos misteriosamente a ese único e idéntico Calvario y Sacrificio de Cristo. Y siendo la Adoración Eucarística la prolongación de la santa misa, al adorar entramos profundamente en ese Misterio.

Fue esta relación la que la conquistó...
¿Sabe? Hoy la tendencia es ir a la iglesia sólo para que respondan a nuestras peticiones, con el riesgo elevado de que después, cuando las cosas ya no funcionan según nuestros propios deseos, entremos en una crisis profunda, o incluso se pierda la fe. En cambio, si se comienza a experimentar que la fe es una relación de amor con una Presencia, todo cambia. La Adoración Eucarística educa exactamente a esta relación, es decir, a la relación con Aquel a quien adoramos.

¿Y qué genera en nosotros esta relación? 
Se dice que la Eucaristía cristifica, es decir, nos hace más familiares a Cristo, hasta tal punto que con la Eucaristía se puede hablar de una santificación que está teniendo lugar y que es continua. Recibir la Eucaristía significa entrar cada vez más en la vida de Cristo, en el pensamiento de Cristo, en las cosas de Cristo y, por lo tanto, fortalecer el vínculo que nos fue dado con el Bautismo. La Adoración es la posibilidad de que la gracia santificante presente en la celebración perdure en el tiempo y nos cubra continuamente, es una inyección diaria de santidad. 
 

Si se echa una ojeada a la página de la comunidad en Facebook se ven obras de arte, esculturas, arpas, cítaras e incluso jardines florecidos llenos de color... ¿qué tiene que ver todo esto con la Eucaristía?
Si hace un tiempo bastaba exponer el Santísimo para que las iglesias se llenaran -basta recordar las filas de personas para la Festividad de las cuarenta horas en las parroquias-, poco a poco la conciencia de los fieles ha empezado a disminuir, hasta llegar al día de hoy, cuando muchos no saben qué es estar ante la Eucaristía. Por este motivo, durante el periodo de mi formación (entre los años 80 y el 2000), la madre superiora me dio la responsabilidad de ocuparme de la educación de los laicos a esta Adoración. Esta educación comenzaba, ante todo, con atraer a las personas hacia esta forma de oración que ya no se conocía.

¿Es cuando empezó a utilizar el arte para llevar a las personas a los pies del Santísimo?
Exactamente. Empecé a poner la belleza al servicio del Más Bello. Encontré entre los escritos de la madre María Magdalena, en el prefacio de Navidad, esta frase: "De la belleza de las cosas visibles somos guiados a la belleza de lo invisible". Y dado que por mis estudios era una apasionada del arte, comprendí entonces que podía poner el arte al servicio de Jesús Eucaristía. Así, a través de la iconografía, empecé a contar cómo la belleza del Santísimo Sacramento estaba presente en la Iglesia, desde el año cero hasta nuestros días. Del arte iconográfico pasamos a la música y así, poco a poco, hasta el día de hoy que, en nuestro monasterio, con el huerto y el jardín hemos iniciado a cultivar también la belleza de la naturaleza, de cuyos frutos nos nutrimos y vivimos.

Adorar la Eucaristía parece generar una nueva mirada y, por lo tanto, una relación más bella con la realidad...
Sí. Y mucho más. Todo nace a los pies del Santísimo. En el fondo, la Adoración Eucarística es la prolongación de la santa misa y, al mirar la Eucaristía, empezamos a ver el Paraíso aquí, en la tierra. Entonces, a quien objeta que la Eucaristia en el Cielo acabará, nosotros le respondemos que la Adoración durará toda la eternidad porque es el mundo en el que los Bienaventurados estarán delante de Jesús "no velado" en el Reino de Dios.
 

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