Exorcista Beppino Co´ alerta sobre el "arma secreta" y otras tácticas que hoy usa Satanás

06 de diciembre de 2019

Dios te ama y quiere tu salvación. Pero lo creas o no el demonio existe y busca destruirte. En esta entrevista, más de alguna frase del sacerdote exorcista Beppino Co´ puede ser fundamental para tu liberación, tu sanación o francamente la salvación de tu alma.

Compartir en:



El padre Beppino Co’ fue misionero por 4 años en Laos y otros 23 en Senegal. Desde el año 2000 al 2012 fue párroco diocesano de Zeri (Italia), en la diócesis de Massa Carrara-Pontremoli. Es un sacerdote que no teme ir contracorriente para dar cuenta de su vocación sacerdotal. 
 
Colaborador del padre Emiliano Tardif, es conocido por ejercer el ministerio de liberación y sanación en la Renovación Carismática Católica de Italia. En entrevista con el escritor y sacerdote Marcello Stanzione (puede leerla completa en italiano pulsando aquí), el padre Beppino comparte desde su experiencia las certezas de la fe sobre el origen del mal y la “batalla espiritual” en la que toda la humanidad está involucrada. Recomienda “la técnica utilizada por Jesús cuando fue tentado en el desierto” para derrotar “el arma secreta” de Satanás y todas sus tácticas que buscan “distorsionar” el Evangelio.
 

¿De qué se trata el ministerio del exorcista?
El ministerio del exorcista debe ser sobre todo un ministerio de acogida, de gran escucha, de inmensa misericordia hacia las personas que a menudo han sufrido durante muchos años, a veces por simples razones humanas o psicológicas y otras veces por la opresión y la posesión causada por Satanás.
 
¿El exorcista requiere rezar más que otros sacerdotes?
Mateo en el capítulo 17, 20-21 dice claramente que debemos perseverar en la oración y el ayuno. Es aconsejable que el exorcista se apoye en la oración de las comunidades contemplativas, enviándoles, por ejemplo, un fax con las situaciones de sufrimiento que tiene que afrontar en su ministerio, sin entrar lógicamente en los detalles. Esto implica no ejercer en solitario el ministerio del exorcismo. Este ministerio se ejerce en nombre de toda la Iglesia.
 
¿El bautismo protege contra la influencia de Satanás?
Digamos que, quien no ha recibido el sacramento del Bautismo y quien no revive la gracia bautismal, está mucho más expuesto a la influencia de Satanás que quien es bautizado. ¡Es parte del misterio de la vida espiritual!
 
¿Por qué la Iglesia tiene que hablar del diablo?
Ya sea que hablemos o no del diablo, el asunto es que todos debemos reflexionar sobre el problema del mal. Nuestra fe dice claramente que en el origen del mal está el acto libre de una criatura: el diablo, el espíritu puro que se rebeló contra Dios. Es un ángel rebelde que continúa tentando al hombre a pecar y a rechazar el amor y el perdón de Dios. Si, por el contrario, consideramos el mal como uno de los muchos elementos del universo vinculados a la materia, entonces el autor del mal ya no es una criatura que se ha rebelado contra Dios, sino simplemente "algo" anónimo e indefinido que el hombre sufre sin ser responsable de él. En verdad, el modo de concebir el mal determina incluso el destino del hombre, que está ligado por actos libres de amor o de odio hacia el Creador. Por eso es importante que la Iglesia hable del mal y de quien está en el origen del mal, el diablo, subrayando también toda la parte de la responsabilidad del hombre.
 
 
¿Cómo se puede entender que Dios le da “permiso” a Satanás para actuar?
¡Esto es parte de un gran misterio! San Agustín, quien lo sabía porque reconocía su pecado, respondió diciendo que Dios nunca permitiría el mal si no traía consigo un bien mayor. Solo el bien tendrá la última palabra, porque si el mal fuera más fuerte, se haría polvo todo el misterio de la redención. Si no existiera el bien, tampoco existiría el mal, que podemos considerar como un tumor que quiere arruinar el bien. Si sólo hubiera maldad, no habría nada. Cuando se dice que Dios "permite" que Satanás actúe, se afirma que subjetivamente, en sí mismo, Dios no quiere y no tolera el mal. Él sólo lo "permite". Ciertos males físicos están inscritos en la misma naturaleza humana. El ejemplo más evidente es que una especie animal se alimenta de otra especie animal, por lo que en cierto modo "lastima" o "maltrata" a otra especie. El mal más profundo y trágico es abusar del don de la libertad. En este caso la responsabilidad recae en la criatura pecadora y frágil. Una de las tentaciones de nuestro tiempo es negar la libertad y creer en el determinismo: por un lado, todo el mundo reivindica la libertad y, por otro, cuando se trata de explicar el mal, entonces negamos la responsabilidad del hombre diciendo que se suponía que era así y, por tanto, nadie es responsable.

Pero si el hombre es verdaderamente libre, ¿cómo puede Satanás tener una influencia sobre él?
Hay que distinguir entre la simple tentación que nos empuja a cometer el mal y la opresión, la obsesión o la posesión que son fenómenos de otra dimensión que "atan" a la persona. Sin embargo, Satanás no puede penetrar el corazón de la libertad en la criatura. Sólo Dios puede hacer esto, porque nos ama y quiere nuestro bien y esto debe darnos una gran seguridad. Incluso aquellos que están "poseídos" por Satanás no son necesariamente "satánicos" en el sentido de haber realizado una elección deliberada del mal. Incluso aquellos que están "poseídos" pueden tener un corazón puro. Hay un gran peligro y es detenerse en la acción extraordinaria de Satanás, como es lo de la posesión, olvidando la más importante, el pecado, que es causa de mal para quien lo comete y también para todas las sociedades (…) Hablando demasiado sobre la posesión, se corre el riesgo de hacerle el juego al demonio. Una visión demasiado pesimista que "diaboliza" todo puede dañar la fe de las personas sencillas, disminuyendo su esperanza, frustrando la caridad.

Entonces, ¿hablar del diablo, pero sin verlo en todas partes?
El diablo es también una criatura, la más inteligente de las criaturas, y debe ser puesto en su lugar y no en todas las salsas. En el plan inicial de Dios, él era un ángel a su servicio que más tarde se convirtió en Satanás. Esto nos hace comprender que todavía tiene un cierto "poder", sólo que lo utiliza muy mal. En la práctica, Satanás usa muy mal su libertad…
 
Pero existe un combate espiritual
En este combate espiritual, del que habla abundantemente San Pablo y al que se han enfrentado todos los santos, entramos cuando tenemos la sensación de no poder hacerlo solos y empezamos a pensar que quizás Dios nos pide algo superior a nuestras fuerzas. En ese momento es Satanás quien ha llegado a nuestras vidas para colocar lo que yo llamo una "mina personalizada" que es su arma secreta, llamada desánimo. Esta es una tentación que a veces se presenta y que hace caer a muchos cristianos.
 
¿Otras tácticas del demonio que puedas mencionar?
Satanás se presenta a veces como un ángel de luz, narcotiza nuestra conciencia y repite frases convincentes para hacernos vivir en contradicción con el Evangelio: "Tienes poco tiempo para orar; tienes mucho trabajo que hacer; enfadarte es normal porque demuestra que tienes carácter; siempre caes en los mismos pecados y entonces no te preocupes de ir a hacer la confesión, haz como todo el mundo". Satanás también usa nuestros deseos malsanos: orgullo, vanidad, celos, pereza, sensualidad, glotonería, enojo... Satanás, llamado el padre de las mentiras por San Juan, es un experto en difundir mentiras e ideas falsas para distorsionar el Evangelio de Jesús. Si ya no creo que Dios es un Padre misericordioso; si no creo que Jesús vino a salvarnos; si no creo también en el valor redentor de mis sufrimientos, no puedo afrontar esta batalla espiritual con serenidad. Si no creo en la existencia de los ángeles, en el juicio final, en el infierno, al final también cuestionaré la existencia de Satanás y la tortilla estará hecha, porque me encontraré en la situación de un soldado que piensa que el enemigo es sólo imaginario y así, por lo tanto, se encuentra en gran peligro.
 
 
¿Qué sugieres para ganar esta lucha espiritual?
Es necesario usar todas las armas que Dios pone a nuestra disposición y que San Pablo enumera en su Carta a los Efesios 6,14-17. Debemos ser capaces de responder a las provocaciones de Satanás con las palabras de la Biblia. Es la técnica utilizada por Jesús cuando fue tentado en el desierto. Personalmente, acostumbro a escribir versículos bíblicos en un cuaderno; también los escribo en hojas de papel que dejo en la oficina o en la mesita de noche cerca de la cama; los llevo en el bolsillo y en la cartera. Estos versículos, cuando se memorizan, son como anti-misiles listos para ser lanzados contra los misiles con los que Satanás trata de bombardearnos. Si Satanás, por ejemplo, pone dudas en tu corazón con estas palabras: "Pero no ves que estás solo como un perro y no puedes ser feliz". “Nadie puede consolarte, ni siquiera Dios"; puedes responder inmediatamente con el misil de esta afirmación de Jesús: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él" (Jn 14, 23). O si el demonio te lanza otro misil con estas palabras: "¡Eres un desastre y no puedes hacer nada! Ni siquiera Dios te ama"; respondes con este misil: "Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Romanos 8,28). Acostumbrarse a examinar la conciencia cada noche antes de dormirse para pedir perdón a Dios es muy útil para ganar la batalla espiritual.
 
¿Y si uno se desanima o se enfrenta una tentación sensual muy fuerte?
En ese momento es necesario refugiarse en los brazos del Buen Pastor, como lo hace un niño en los brazos de su padre. (…) A veces tendremos la impresión de que Dios no calma la tormenta de la tentación, pero si me refugio en sus brazos no tengo nada que temer. Incluso San Juan de la Cruz, que lo sabía, dijo que en lugar de razonar para tratar de convencerse de que no es bueno ceder a la tentación, es mucho mejor refugiarse en los brazos de Jesús, repitiendo: “Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, ¡ten piedad de mí, que soy un pecador!”
 
¿Acabará alguna vez este combate espiritual?
La última lucha a la que debemos enfrentarnos es la del momento de nuestra muerte, como lo rezamos en cada Ave María: "Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte". (…) Cada acto de amor hecho durante nuestra peregrinación en la tierra prepara este acto de perdón final que podría abrirnos las puertas de la eternidad. Algunos tendrán que hacer una "estancia" más o menos larga en el purgatorio para deshacerse definitivamente de las cadenas que no tuvieron el valor de romper durante sus vidas. Así es que, coraje, ¡empecemos inmediatamente a romper ciertas cadenas!


 

Compartir en:

Portaluz te recomienda