Exorcista Lampert: Cuando enfrentas al demonio debes "permanecer centrado en el poder de Dios"

12 de marzo de 2021

Tras quince años sirviendo como exorcista el sacerdote estadounidense Vincent Lampert tiene una certeza inamovible: "Todo lo que hace el diablo juega a favor de Dios. Lo creo de todo corazón. Y, por eso, siempre tengo esperanza y alegría".

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Cuando hace 16 años el arzobispo Daniel M. Buechlein nombró exorcista oficial de la Arquidiócesis de Indianápolis al sacerdote Vincent Lampert, sólo había 12 sacerdotes exorcistas en los Estados Unidos. Hoy, son 125.
 
El padre Lampert, párroco de la Parroquia St. Michael en Brookville y en la de St. Peter del Condado de Franklin, es considerado uno de los exorcistas más veteranos de Estados Unidos; y a menudo algunos obispos le piden ser mentor de sacerdotes recién nombrados en el ministerio e incluso realizar exorcismos -solo o con otros sacerdotes- en lugares lejanos.
 
En 2019, viajó a Alaska para ayudar en un caso complejo a un exorcista recién nombrado. "Estábamos en una aldea esquimal a unas 300 millas al oeste de Anchorage", recuerda el padre Lampert. "Una pequeña aldea. Y allí estábamos en la iglesia haciendo el exorcismo".
 
Estas y otras muchas experiencias como exorcista y varias lecciones espirituales aprendidas, comparte en su reciente libro testimonial: "Exorcism: The Battle Against Satan and His Demons"  ("Exorcismo: La batalla contra Satanás y sus demonios"), que escribió aprovechando los encierros obligados que ha impuesto la pandemia del Covid19.
 
Entrevistado por el periódico de su arquidiócesis, The Criterion, el padre Lampert comenta que para él los exorcistas son como especialistas médicos que ayudan a la gente con sus conocimientos especializados. Pero lo fundamental, añade, es que los católicos mantengan un sólido vínculo con sus párrocos –“pues son como sus médicos de cabecera”- y recuerden que pueden defenderse del demonio a través de una vida cotidiana de fe. “En última instancia, son los aspectos más normales de nuestra fe los que nos protegen del mal: ir a misa, celebrar los sacramentos, rezar, leer las Escrituras. Los aspectos habituales de nuestra fe nos protegerán del maligno", puntualiza Lampert.
 
La atención debe centrarse en el poder de Dios

 

El padre Lampert fue designado para servir como exorcista de la archidiócesis tras la muerte de su predecesor, monseñor John Ryan. Un hombre discreto en su ministerio, que no hablaba de ello públicamente. Por esto, y porque había tan pocos exorcistas en los Estados Unidos en 2005, el padre Lampert recuerda que estaba en un aprieto. ¿Cómo podría aprender sobre este ministerio?  "No había nadie a quien pudiera recurrir", recuerda. "El conocimiento de monseñor Ryan había muerto con él".
 
Así que, durante un año sabático en Roma, poco después de ser nombrado exorcista, el padre Lampert recibió allí la tutoría de un sacerdote franciscano formado como exorcista por el padre pasionista Cándido Amantini, destacado exorcista de la diócesis de Roma durante décadas. "La mejor manera de convertirse en exorcista es siguiendo un modelo de aprendizaje", reitera el padre Lampert.
 
Sin embargo, reconoce que “a veces era impactante” observar a su mentor realizar exorcismos sin inmutarse, ni siquiera cuando una persona afligida empezaba a levitar de improviso. "Mientras el demonio se reía histéricamente y empezaba a levitar, el sacerdote puso su mano en la cabeza de la persona y empujó hacia atrás en la silla al demonio que se manifestaba, sin dejar de rezar la oración de exorcismo de la Iglesia. Reconozco que en ese momento pensé: '¿En qué me ha metido mi obispo?'", cita en su libro Lampert.
 
Años después y con mucha experiencia a sus espaldas, el exorcista norteamericano no se deja sorprender por la manifestación de los demonios y se lo toma todo con calma. "No me interesa ver la teatralidad del demonio. La atención debe centrarse en el poder de Dios y en lo que Dios está haciendo en la vida de las personas que están afligidas".
 
Desmontando mitos diabólicos

 

Para el padre Lampert es un signo de esperanza el que cada vez se nombren más exorcistas en el mundo. Cuestión que agradece a la acción de San Juan Pablo II, S.S. Benedicto XVI y el Papa Francisco. "Si la Iglesia no está preparada para ayudar a las personas que acuden a ella con la convicción de que se trata de una influencia demoníaca, entonces se dirigirán a otra parte", advierte Lampert y añade: "Allí donde se dirijan no necesariamente les aportarán la ayuda que necesitan. En realidad, pueden fracturarlos y doblegarlos aún más. En particular porque hoy, las personas se sienten más fascinadas por el diablo que del poder de Dios", afirma el exorcista.

"Nunca debemos creer que Dios y el diablo están al mismo nivel. El diablo sigue siendo una criatura. Muy intelectual. Superior a nosotros, podría decirse, en lo intelectual. Pero sigue siendo una criatura. Nunca debemos poner a una criatura al mismo nivel del Creador", enseña.
 
“Entrenado para ser un escéptico”
 
En su libro, el padre Lampert explica que, aunque afirma la realidad del diablo y la posibilidad de que él y otros demonios agredan a la gente, sin embargo, está "entrenado para ser un escéptico. Yo debería ser el último en creer que alguien está poseído", escribe. "Debo agotar todas las explicaciones razonables de lo que está ocurriendo en la persona. Por eso, siempre se consulta a los expertos en ciencias médicas y psiquiátricas".
 
En definitiva, señala Lampert, el enfoque de la Iglesia sobre la actividad demoníaca se sitúa en un saludable punto intermedio entre dos puntos de vista más extremos. "Hay gente que no cree en la realidad de un mal personificado. Dirían que el mal no es más que el trato inhumano de los seres humanos entre sí. Luego está la otra cara de la moneda, donde hay gente que ve al diablo detrás de todo y que todos somos pobres víctimas de las acciones del diablo".
 
Por su experiencia que testimonia en la obra citada, Lampert es consciente de lo grave que puede ser la acción extraordinaria de Satanás. Al respecto cita el caso de una mujer poseída por siete demonios que requirió casi dos años de exorcismos.
 
Sin dejarse atrapar por las "maniobras del demonio", cuando finalmente se liberó de ellos, el padre Lampert se tomó con calma aquella gracia de Dios. ¿Cómo lo celebró? Yendo a un local cercano a tomar un batido de chocolate. "El local estaba abarrotado y mientras esperaba en la cola para hacer mi pedido", señala en el libro, "pensé para mis adentros que si esta gente supiera de dónde acababa de venir sería como cuando Moisés hablaba de la apertura del Mar Rojo".
 
Siempre tengo esperanza y alegría

 

El ministerio sacerdotal del padre Lampert se redujo bastante al comienzo de la pandemia de coronavirus el año pasado, de modo que tuvo tiempo para escribir su libro. Reconoce, sin embargo, que la pandemia y las tendencias que se daban en la sociedad antes de que comenzara dieron una oportunidad al diablo para actuar de forma ordinaria en la vida de las personas. "El diablo es un oportunista. Así es que, si nos encontramos en una crisis, la utilizará en su propio beneficio para avanzar en su agenda y en su reino".
 
"Cristo vino a darnos comunidad. Pero el diablo busca aislarnos -dividir y conquistar- al mismo tiempo que todos vivimos aislados hoy en día debido a la pandemia. Incluso antes de la pandemia, todos estábamos aislados debido a la tecnología. Todos andamos con aparatos en las manos y no nos comunicamos realmente entre nosotros. Estamos todos aislados".
 
Pero a pesar de los desafíos que impone la pandemia y los continuos esfuerzos del diablo por dividir y aislar a la gente, Lampert sabe que el triunfo es de Cristo. "Puede ser un reto, pero sé que cada vez que el diablo hace algo pensando que avanza su reino, en última instancia está avanzando el reino de Dios. Cuando piensas en la crucifixión, el momento en que el diablo pensó que había ganado con la muerte de Cristo en la cruz, fue el momento de su derrota. En última instancia, todo lo que hace el diablo juega a favor de Dios. Lo creo de todo corazón. Y, por eso, siempre tengo esperanza y alegría".

 

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