Desafiante experiencia del medallista olímpico Ryan Boyle es un posible milagro mediado por Madre Teresa

27 de julio de 2018

Su cráneo quedó aplastado y debieron retirarle parte del cerebelo. Estaba en coma hasta que trajeron una reliquia de Madre Teresa de Calcuta y comenzaron a orar pidiendo a Dios su intervención.

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Esa mañana de octubre de 2003 en Monroe, Connecticut (Estados Unidos), Ryan no vio la camioneta que venía a toda velocidad; la mujer que conducía trató de detenerse, sin éxito, segundos antes de impactar al niño…
 
Era un día de otoño húmedo. Fui atropellado y arrastrado por una camioneta pickup mientras montaba un juguete tipo Big Wheel (Gran Rueda) en la fiesta de cumpleaños de un amigo. Cuando los médicos llegaron al lugar casi me declaran muerto debido a mis horrendas heridas. La camioneta me impactó en la parte posterior de mi cabeza y entré en coma de inmediato”, describe en su portal web el medallista de ciclismo paralímpico Ryan Boyle.
 
A los diez años de edad, Ryan tendría que aprender a respirar, tragar, hablar, comer, pararse, sentarse, caminar, todo de nuevo. Así lo narra él mismo en un libro que escribió cuando era apenas un estudiante de primer año de secundaria, titulado: “When the Lights go Out: A Boy Given a Second Chance”.
 
“Un regalo increíble”
 


Pero en su extraordinaria recuperación -llegando a conquistar incluso el podio olímpico del ciclismo paralímpico- recibió una ayuda sobrenatural, según el mismo ha hecho público: “En este proceso, he descubierto el decisivo papel que juega la fe en Dios, el amor a la familia, el poder curativo de los amigos y la bondad inherente de las personas (…) un terrible accidente me ha dado un regalo increíble”.
 
El pasado 12 de julio de 2018, Matt y Nancy, padres del destacado deportista revelaron al magazine digital Catholic Digest aquellas experiencias que los llevaron a creer que es Dios quien intervino de forma extraordinaria para sanar a su hijo. Y en particular agradecen la mediación de Madre Teresa de Calcuta.
 
Cuando llegó la ambulancia -narra la crónica del CD- Ryan apenas respiraba. Tenía hemorragia interna, el cráneo aplastado y múltiples huesos rotos que incluían el fémur, la pelvis, varias costillas y una clavícula. Cuentan sus padres que durante la cirugía el neurocirujano debió extirpar una parte del cerebelo, precisamente la zona que controla el movimiento y el tono muscular. Al finalizar su informe el médico les dijo que solo quedaba rezar.

Rezar el rosario atrae misericordia
 
Pasaban las horas y el niño permanecía en coma, respirando gracias a la máquina de apoyo. En una esas primeras noches Matt, padre del niño -relata el Catholic Digest-, “mientras rezaba el rosario vio algo sorprendente. Alrededor de la cama de su hijo ocho personas oraban. Cinco eran parientes fallecidos -incluidos el padre de Matt, dos hermanos, tía y suegra- pero había otras tres personas a quienes no reconoció de inmediato. Uno de ellos era un hombre joven quien, volviéndose hacia Matt, le dijo que su hijo estaría bien. Matt sintió que era Jesús hablándole; y los otros dos orantes, María y José. A partir de entonces no tuvo dudas: su hijo viviría”.
 
Días después este padre recibió la llamada de una desconocida preguntando si algunas Hermanas de la Caridad, la congregación fundada por Madre Teresa de Calcuta, podrían visitar a Ryan para orar por él. “Poco sabía en ese momento de los milagros que fluirían a nuestras vidas mediante esas santas mujeres”, comenta Matt.
 
Milagro en proceso
 
Las Misioneras de la Caridad llegaron al día siguiente trayendo medallas con la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa por una cara y al reverso el rostro de Madre Teresa de Calcuta.  Mientras rezaban, las hermanas colocaron una medalla alrededor del cuello de Ryan e iban tocando con otras medallas todos los sitios donde el niño tenía lesiones. Cerca de su cabeza colocaron una estampa con una reliquia, un trozo de tela con sangre seca de la Madre Teresa.
 
Los signos vitales de Ryan eran graves, pero las enfermeras y médicos quedaron impactados -reseña el Catholic Digest- “porque mientras las hermanas oraban los signos vitales mejoraban de forma significativa. En las semanas siguientes, cada vez que venían a orar, los signos vitales de Ryan se estabilizaban temporalmente”.
 
En una de esas visitas las Misioneras de la Caridad comenzaron a rezar pidiendo un milagro: que Ryan pudiera respirar por sí mismo sin el tubo y máquina de respiración. Los médicos no estaban convencidos pues habían intentado dos veces quitar el tubo, sin éxito. Pero ante la insistencia de los padres accedieron. Y ocurrió lo inexplicable pues Ryan comenzó a respirar por sí mismo. La madre del niño puso entonces un cartel en la puerta de su habitación que decía: "Milagro en progreso".
 
Los años siguientes Ryan enfrentó un complejo proceso en el que pudo descubrir en todos y en todo el rostro amoroso de Dios, animándolo, sosteniéndolo. Así, subir al podio de los medallistas es un signo visible de los frutos de la fe y el amor infinito de Dios.

 
 

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