La fe de Pablo Vela, un joven sevillano de 24 años: "Cada día trato de ser más de Dios y menos de mí mismo"

25 de mayo de 2020

Dice que esta sed por hacer presente a Dios en cada instante de su vida, se nutre con "el poder de la oración".

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Sin avergonzarse, venciendo esta seducción que padecen algunos, Pablo Vela al contrario, ha decidido apostar por Jesús. Descubrió en su vida el poder de la oración y la profundidad de vivir inmerso en la cotidianidad “con el mejor pilar” que es el amor. “Creo que lo más útil que puede hacer una persona que decide apostar por el Señor es continuar con su rutina y su vida de siempre, pero haciendo partícipe a Dios de cada una de las pequeñas cosas que hagas”, confidencia.
 
Su experiencia de fe -que difunde el semanario de la Arquidiócesis de Sevilla (España)- es beber frecuentemente del amor de Dios y dejarse abrazar por la Iglesia. “Es que para Jesucristo no existen compartimentos estancos, Él está en las copas y las cervezas, en el estudio, en las conversaciones con los amigos”, puntualiza.
 
Justo en la etapa final de sus estudios de doble grado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Sevilla, en medio además de una relación de noviazgo, Pablo asume, junto a tres personas más, la coordinación de los jóvenes de Effetá Sevilla, lo que supone para él, servicio y entrega de calidad. “Effetá para mí es un regalo, una experiencia única en la que Dios te toca el corazón para cambiarte, no la vida, sino la forma de verla. Effetá es descubrirte a ti mismo, y lo más importante de todo, para enseñarte a valorar todo lo que te rodea. Dentro de este movimiento, aprendes a conocerte limitado, pequeño, saberte diminuto ante la grandeza del Amor de Dios”, confiesa y agrega: “En Effetá intento servir a los jóvenes, entregando mi tiempo y mi trabajo, procurando acercar a Dios a todo aquel que lo necesite”.


 
Si algo ha aprendido durante este tiempo de servicio, señala Pablo, “es que no existe mejor líder para un proyecto que Dios”; y de esa forma trata, junto con un gran equipo, “convertirse en servidores de todos”, para que Dios sea realmente quien dirija esta orquesta de jóvenes.
 
Gracias a su relación con Effetá “y a una buena dosis de formación que había recibido previamente, fui capaz de reencontrarme con el Señor cara a cara como nunca antes lo había hecho”. Ocurrió justo en el momento en el que sentía que su relación con Dios “se estaba desgastando”.
 
Hoy, afirma emocionado, ya sea con música o gracias a los testimonios de otras personas que le permiten ver cómo el amor de Dios se refleja en nuestras vidas: “Trato cada día de ser más de Dios y menos de mí mismo. He conseguido entender el poder de la oración y hago presente al Señor en cada momento de mi vida”.


 

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