Atribución de imagen: Gentileza Rey del Río

La primera comunión de Joaquín trajo a su padre de regreso a la fe

03 de mayo de 2019

"Leí sus libros y escuché las historias que compartía... No sé cómo describirlo. Simplemente encendieron algo dentro de mí, algo que me ayudó a recordar la alegría que sentía cuando era un niño enamorado de Jesús."

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Joaquín Escutia usa una camiseta del Capitán América mientras ve dibujos animados en la sala de estar. Su mamá, Raquel, y el papá, Gregorio, se sientan cerca trabajando en sus computadoras portátiles mientras Joaquín disfruta el primer día de vacaciones primaveral. Cuando el hermano pequeño, Gabriel, vuelva a casa de la guardería, la familia de Joaquín estará reunida, tal y como a él le gusta.
 
"Papá era el único de la familia que no podía comulgar", dice espontáneo Joaquín al magazine Faith de la diócesis de Lansing (USA) y luego con tono serio recuerda que su maestro de catequesis siempre le advertía que a lo largo de la vida evitase “levantar muros” en su alma... "Cada vez que pecas, se agregan piedras y la pared se hace más grande. Entonces, cuando te reconcilias, el muro se derrumba y puedes estar con Jesús”, señala el pequeño y hace una confidencia: "Cuando fui a confesar le conté al sacerdote que mi padre estaba ‘al otro lado del muro’. ¡Pero ahora, él puede estar con Jesús y conmigo también!"
 
El abuelo era un predicador Bautista

Gregorio, el aludido de haber estado al otro lado del muro, se mueve un poco en su asiento y, suponiendo que se espera diga algo comenta: "No soy de los que hablan, creo que eso es algo que mi padre me dejó: El camino del machismo. Pero puedo decir que mi hijo me inspiró a encontrar una manera de restaurar mi relación con Jesús que se había desvanecido de mi vida…”
 
Aunque lo bautizaron en la Iglesia católica como a su padre, relata Gregorio, fue criado Bautista, por ser la fe que profesaba su madre y además porque su abuelo era predicador de esta iglesia. Pero “cuando tenía 12 años, el abuelo salió de la iglesia después de un servicio y se desmayó en la acera por un ataque cardíaco masivo. Después de que nuestro patriarca se fue, mamá y yo no asistíamos a la iglesia muy a menudo. Mis tías y tíos se dispersaron a otras iglesias y esa parte de mi vida se agotó”.

La ausencia de Dios
 
Recuerda que su padre solía pedirle que lo acompañase a misa, pero esto no le motivaba. Incluso cuando se mudaron a México con la familia paterna, que era católica, la fe de Gregorio sin más se desvaneció. “El trabajo, la escuela y los amigos se convirtieron en mi prioridad”. Solo en Navidad, Pascua y Acción de Gracias, aceptaba ir a la iglesia.
 
A los 18 años regresó a Estados Unidos, consiguió trabajo cerca de la familia materna y también estudiaba. Con esfuerzo construyó su carrera como operador de construcción y gas para Consumers Energy, conoció y se casó con Raquel en una ceremonia en el Ayuntamiento. Nació Joaquín y luego dieron la bienvenida a Gabriel primero siendo sus padres de acogida por un período y luego adoptándolo como hijo.
 
Sus padres regresaron también de México instalándose en el mismo barrio y entonces, como una forma de compartir con su padre, Gregorio lo acompañaba cuando él iba a misa. Pero solo hasta las afueras de la Iglesia y luego se retiraba.

A través del hijo llega la conversión
 
"Pero un día Joaquín -que ya cursaba segundo grado en la Escuela Santa María (Charlotte)- regresó a casa tan emocionado porque se empezaría a formarse para recibir el sacramento de la Reconciliación y su Primera Comunión. Leí sus libros y escuché las historias que compartía... No sé cómo describirlo. Simplemente encendieron algo dentro de mí, algo que me ayudó a recordar la alegría que sentía cuando era un niño enamorado de Jesús. Esos recuerdos y ese sentimiento se precipitaron, me abrumaron. ¡Oh, Dios mío, ¡todavía lo recuerdo! Decidí inscribirme en RICA (Rito de Iniciación Cristiana de Adultos) para que Joaquín y yo pudiéramos participar plenamente en la Misa al mismo tiempo”.
 
Joaquín habla de la bendición que ha significado para su alma haber sido Confirmado en la misma Vigilia de Pascua en que Joaquín recibió su primera Comunión. Para coronar este gozo espiritual, Gabriel fue bautizado el domingo siguiente. “El proceso de la primera comunión de mi hijo me ayudó a evolucionar como persona y a tener una mejor vida espiritual. Me siento mucho más conectado con Joaquín. Me gustaría que recordara que hicimos esto juntos. Desafortunadamente, mi padre no pudo celebrar con nosotros. Murió en un accidente automovilístico el año pasado mientras él y mamá viajaban por México. Ya dije que papá me dejó con el sello del Machismo, así que no muestro emociones fácilmente. Pero pienso mucho cuando conduzco para ir a trabajar y a veces siento una pequeña lágrima dentro de mí que puja por salir. Digo pequeñas oraciones y a veces esa lágrima encuentra su salida.
 
Joaquín a su lado sonríe y comenta a los periodistas de Faith: "Si fuera a ser un súper héroe, diría que papá es Flash. No corre rápido, pero piensa rápido. Cuando logró reconciliarse y comulgar nos acercamos. ¡Ahora podemos estar todos juntos con Jesús!"

 

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