¡La sangre de san Pantaleón ha vuelto a licuarse!

27 de julio de 2018

San Pantaleón se convirtió a la fe por el testimonio del presbítero Hermolao. Después de distribuir sus bienes entre sus empleados y los pobres, se dedicó a practicar la medicina gratuitamente.

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Este viernes, 27 de julio la Iglesia ha celebrado la festividad litúrgica de san Pantaleón, médico que murió mártir en el año 305. Desde este jueves a las 17 horas, las puertas del real monasterio de la Encarnación de Madrid estuvieron abiertas para quienes acudían a venerar la reliquia del mártir. El semanario Alfa & Omega de Madrid informa que la sangre del santo ha vuelto a licuarse ante los fieles, sin intervención alguna.
 
Hace 1.709 años, un prestigioso médico de Asia Menor llamado Pantaleón fue decapitado por no renunciar a su fe en Jesucristo. La veneración de la Iglesia por sus mártires ha permitido conservar hasta hoy varias reliquias de él. Entre ellas, está una ampolla con su sangre, que cada año se licúa el 27 de julio, día de su fiesta. Esta muestra de la sangre de san Pantaleón se encuentra en el Real Monasterio de la Encarnación, de Madrid, que desde este jueves abrió sus puertas para que los fieles la veneren, como llevan haciendo cuatro siglos.

San Pantaleón se convirtió a la fe por el testimonio del presbítero Hermolao. Después de distribuir sus bienes entre sus empleados y los pobres, se dedicó a practicar la medicina gratuitamente. Otros médicos, por envidia, le denunciaron al emperador Maximiano, que lo mandó torturar y luego decapitar, junto a Hermolao y otros dos compañeros de este, en el año 305. Los cristianos recogieron su sangre, una parte de la cual llegó en el siglo XVII al Monasterio de la Encarnación.
 

Sobre el milagro de la licuefacción de la sangre, «hay constancia fehaciente de que todos los años sucede el mismo fenómeno», asegura el capellán del monasterio, Joaquín Martín Abad. «Ya entre 1724 y 1730 hubo observaciones y declaraciones de trece testigos (doctores en Medicina y Teología) que declararon y firmaron ante un juez “que dicha reliquia es la misma que han admirado y visto líquida y suelta el día del glorioso mártir, veinte y siete de julio; y pasada su festividad también la han visto, dura y condensada, como está al presente”, y “unánimes y conformes confesaron todos que era claro prodigio y maravilla del Altísimo la liquidación y condensación de la sangre del glorioso mártir”».

Y en las dos ampollas, la de Madrid y que se conserva en Ravello, en el Salerno italiano, sucede lo mismo y en los mismos tiempos. «Unos dos meses antes el contenido de una y otra ampolla va cambiando de color, de más opaco se va haciendo más transparente y rojizo; al principio disminuye el volumen, como se si contrajera, y después aumenta el volumen cuando paulatinamente va a pasar al estado líquido», asegura Martín Abad. «El día 27 es cuando mayor grado de liquidez muestra; después de la fiesta, otra vez, también poco a poco y progresivamente pasa al estado sólido: disminuyendo de volumen, perdiendo la transparencia y volviendo recobrar el color más oscuro en el que permanece el resto del año». Es un fenómeno, asevera, «que no tiene nada que ver con calor o frío, porque nadie manipula la ampolla».

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