Los ángeles de Pedrito

27 de enero de 2020

"El Señor utilizó a Pedro para que fuese la piedra angular de nuestra Iglesia doméstica y dejarnos guiar por Dios se volvió nuestro día a día".

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Juan Pablo y Andrea, padres de Pedro, se emocionan al echar la vista atrás y repasar los acontecimientos que han vivido en los últimos años. Procedentes de Guatemala, llegaron a España en 2014 para que Juan Pablo preparase allí su examen de Médico Internista Residente (MIR).

Una cosa fue llevando a la otra y formaron familia en España. Después de tener a la segunda hija -cuentan estos padres al semanario Alfa y Omega- llegó Pedro. “Me quedé embarazada y fue tal la libertad que Dios nos regaló que no quisimos saber si era niño o niña”, recuerda Andrea. Y sería niño.

Con Dios nunca estas solo

A la tercera noche, después de haber nacido -prosigue relatando esta madre-, “comenzó a morir, literalmente. Los doctores nos comunicaron que estaban estabilizando al bebé. En ese momento, no sin dificultad, le pedimos a Dios que nos ayudara a aceptar y entender su voluntad”.

Juan Pablo rubrica que “fueron momentos muy difíciles”, pero que lograron “vivirlos con la paz del Señor”. Una paz que no era sinónimo de tranquilidad, puntualiza, sino “descansar en la voluntad de Dios. Nos sentíamos impotentes, pero el Señor nos permitió no caer en la desesperación”.
 
La historia de esta familia, destaca el semanario de la Arquidiócesis de Madrid, “está marcada por pequeños y grandes milagros”. Porque, en medio del sufrimiento por la enfermedad del pequeño, encontraron realmente una Iglesia de puertas abiertas.
 
La Iglesia es una familia
 
“Cuando nació, era tanta la gente que se interesaba por su estado y por toda la familia, que creamos un grupo de difusión de WhatsApp con el nombre Ángeles de Pedrito. Y se crearon varias cadenas de oración. Nuestra historia llegó hasta una familia de Madrid. Al leer que dejábamos León para ir a Madrid con el niño, contactaron con nosotros para decirnos que tenían una casa y una misión: acoger a una familia que tuviese algún hijo enfermo. Literalmente era nuestra situación. ¡Nos abrían las puertas de su casa!. Les dijimos que no sabíamos el tiempo que se prolongaría esto, pero nos respondieron que el tiempo no era un impedimento”, recuerdan agradecidos Juan Pablo y Andrea.
 
Con ellos permanecieron casi dos años y medio, y aunque tienen ya su propia casa, siguen vinculados como una familia. “Fue impresionante, realmente abrazaron nuestra situación, nuestra familia y a nuestros hijos”, concluye Andrea y Juan Pablo complementa: “El Señor utilizó a Pedro para que fuese la piedra angular de nuestra Iglesia doméstica y dejarnos guiar por Dios se volvió nuestro día a día”.
 
Pedro acaba de empezar el colegio. Algo más tarde de lo habitual y contra todo pronóstico. Pero sus padres, Juan Pablo y Andrea, son felices y lo tienen claro: “es un auténtico milagro”, señalan en Alfa & Omega. El pequeño ha salido adelante pese a estar al borde de la muerte.
 


 

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